Mario Moscoso León es uno de los más claros ejemplos de resiliencia y fortaleza sin límites. Inició con entusiasmo sus estudios el 2008. Al año siguiente, un asalto frustró sus sueños. Por robarle sus pertenencias, unos delincuentes lo hirieron con un verduguillo, lo que le ocasionó varias complicaciones posteriores, hasta una septicemia que lo puso al borde de la muerte. La pesadilla había comenzado.

El 2010, retoma sus estudios, pero nuevos problemas impidieron la colocación de una malla especial en su abdomen; el 2013 fue un año de ingresos y salidas al quirófano. Para colmo, sufrió una hipoxia y contrajo un virus intrahospitalario, que demandó el suministro de grandes dosis de antibióticos. A la postre, estos afectaron su sistema auditivo, vocalización y locomoción. Mario estaba prácticamente en la lona, boxísticamente hablando.

“Tengo la esperanza de que los planes que Dios tiene para mí, culminarán mejorando mi salud”, expresa Mario, siempre con esa tierna sonrisa que trasmite una gran paz.

“No fue fácil asumir este proceso, pero mi fe en Dios me ayudó muchísimo en esos duros momentos; y, la Universidad, desde el principio, me apoyó con medicinas difíciles de conseguir; incluso alumnos de Campus Lima llegaban al Hospital Almenara para donarme sangre. Siempre apoyado por mi madre y mis tíos, el 2015 retomé los estudios; primero con tres cursos; luego más, hasta alcanzar la meta. Al mismo tiempo, continuaba mi rehabilitación iniciada el 2014”.

Volver a estudiar le resultó más difícil de lo que pensaba: “Además de mi problema de audición; escribo lento y entendía cosas diferentes a lo que el profesor decía, a pesar de que usaban micrófono. Al final de la clase, pedía prestados los apuntes de mis compañeros, con los que superaba esta deficiencia”, refiere.

Así, de a pocos, con caídas y levantadas, Mario terminó su carrera en julio del 2018. En mayo de este año, con trastabillada de por medio, se graduó de bachiller ovacionado por sus compañeros. Actualmente, trabaja como técnico informático en la unidad de seguros del Hospital Nuestra Señora de las Mercedes de Paita; y ha realizado prácticas preprofesionales en la Caja Municipal de Sullana, en Piura.

Sus retos no terminan ahí. Con su compañero Harold Duque Ramos, Mario ultima los detalles de su tesis: “Diseño de una planta para la producción de nachos de maíz morado”, que sustentarán este año para titularse de ingenieros.