El lunes 7 de abril de 1969 tuvo lugar la ceremonia de inauguración del primer año académico de la Universidad de Piura, pero las clases comenzarían recién tres semanas después, luego de superado un último escollo, el de la reestructuración completa de su proyecto non nato.

Obligó al cambio, un muy reciente decreto ley del gobierno de entonces, la Ley Orgánica de la Universidad Peruana, que imperaba integrar a todas las universidades del país en un sistema unitario, burocrático, más político que académico. Y, proclive a ser teñido por el socialismo de orientación marxista que campeó en la cultura de buena parte del siglo XX. Una ‘ley necia’ la denominaría Luis Alberto Sánchez.

Encontró aquí nuestra Universidad su primer y principal reto: el desarrollo creativo –en medio de un ambiente ideológico contradictorio y adverso— de su específica razón de ser: contribuir de acuerdo con la genuina misión de la Universidad a la elaboración de una síntesis de la cultura que armonice la dispersión especializada del saber y la unidad de la verdad humana, iluminada y unificada por la fe cristiana. (cf. Estatuto fundacional art.2°).

Entendíamos al efecto que la razón de ser –la misión— de toda universidad que realmente lo sea, está en el desarrollo y transmisión de la ciencia y la cultura –del saber— al más alto nivel.

Está en su finalidad, servir desde el puesto que le corresponde, sin rebaja, mediante la investigación y docencia. Mediante la investigación básica y aplicada, que busca tanto el conocimiento puro, teórico fundante, como el conocimiento práctico del ‘conocer para hacer’. Y mediante una muy específica formación profesional, la del profesional dirigente que la sociedad requiere.

Está en el tender siempre a la verdad como meta y motor y a la razón como herramienta. Y –consecuentemente— en el ejercicio de la autonomía como deber irrenunciable; autonomía basada en una bien definida y válida teoría de valores (axiología).

Está en su apertura, sin masificar, a todos quienes reúnen condiciones para el trabajo intelectual (cf. Lección Inaugural 1999).

Aquel primer panorama no duró demasiado tiempo. Pronto comenzó a cambiar su signo ideológico, del socialismo radical al liberalismo individualista. Y, en tiempo ahora de globalización mundial y eclosión tecnológica, al posmodernismo heteróclito.

Sigue siendo pues importante y urgente que la Universidad de Piura continúe asumiendo con creatividad aquel desafío primigenio con el apoyo, desde el Cielo, de su santo Fundador.