Mi elección vocacional se resume en la palabra historia. Ahora bien, no es poco común hallar personas que no les guste la historia, quizá por cómo se les enseñó en la escuela, por los métodos erróneos empleados como memorizar biografías y fechas o marchar en Fiestas patrias.

Pero, ¿por qué elegí la desafiante tarea de inculcar el amor por la historia? Por su finalidad. Esta fascinante ciencia es un verdadero proceso de autoconocimiento; es decir, sirve para conocernos. Como sostiene Collingwood, el valor de la historia consiste en que “nos enseña lo que el hombre ha hecho y en ese sentido lo que es el hombre”.

La historia también influye en la creación de la conciencia ciudadana, también en escolares. Motiva a conocer de manera objetiva el pasado para entender su presente. De ese modo, la enseñanza de la historia también propicia el conocimiento y desarrollo de una visión crítica sobre las bases históricas de los problemas sociales y políticos actuales. Por ello, sin duda alguna, la historia debe ocupar un lugar prominente en la enseñanza.

Invito a todos a sumergirse en la historia a través de los conversatorios, talleres y otras actividades que ofrece nuestra universidad para complementar su formación profesional y personal. 

ROSA AZUCENA CRUZ ADRIANZÉN
Ciencias de la Educación, IV ciclo. Campus Piura