¿Nos importa un comino?

Por , publicado el 7 de mayo de 2012

Ante la frecuencia con la que solemos expresar que algo “nos importa un comino”, nos detendremos hoy en la importancia que este pueda tener en la cocina de nuestra lengua, más allá de sus cualidades gastronómicas. Como, además, esa expresión es equivalente a otras en las que aquella especia es sustituida por rábano, pepino o bledo, deberemos preguntarnos qué tendrán en común todos ellos para participar con igual solvencia en expresiones semejantes.

Más allá de tratarse de vegetales, algo que pocos saben respecto a bledo –planta comestible de poderosos valores nutritivos pero de insípido sabor–, todos estaremos de acuerdo en su uso frecuente para expresar lo poco que algo nos puede importar o el escaso valor que le podamos dar a algo, puesto que bledo y sus variantes son rescatadas de nuestras cocinas o de la canasta de la compra para formar parte de expresiones de desplante, rechazo o indiferencia.

Lo que llama la atención es la abundancia de expresiones de este tipo, en las que el escaso valor de un vegetal se aprovecha para recalcar la poca importancia que damos a una situación o a un asunto cualquiera: “Me importa un bledo que se enfade Roberto, pero la verdad es la verdad”; “Creo que desaprobaré el curso, y lo peor es que me importa un rábano”. La vida de muchas de ellas es larga, tanto que, como en el caso de bledo, la expresión ha alcanzado mayor éxito que el uso culinario de ese vegetal, por lo que no ha resultado difícil perder de vista el objeto real mencionado. Muchas de estas expresiones vienen empleándose ya desde la Edad Media, junto a otras que ya se han perdido, como “esto no vale un haba” o “no vale una arveja”, que se pueden encontrar en textos escritos hace más de siete siglos (como en los textos de Gonzalo de Berceo, por ejemplo).

Los gramáticos suelen hablar de este procedimiento como el de una negación con sustantivos que designan objetos de valor ínfimo o nulo. Desde un punto de vista semántico es evidente la idea de pequeñez, insignificancia o de escaso valor, y pueden ser equivalentes a otras expresiones de índole vulgar y escatológico. Aunque antiguamente eran frecuentes con verbos como “valer” o “costar”, en la actualidad se prefiere el verbo “importar” o “interesar”, casi en exclusividad, acompañados, las más de las veces, por cuantificadores, entre los que destaca un: “Esto me importa un pepino (o comino o bledo)”. Resulta también curiosa la frecuencia del numeral tres sobre cualquier otro cuando no se quiera emplear el de un: “Esto me interesa tres pepinos”. Si bien este hecho no tiene una explicación clara, sí podemos destacar la traslación semántica por la que se ha pasado del valor real que un vegetal podría tener, al valor subjetivo que nosotros podamos darle.

Pero ¿cuáles pueden ser los motivos de su uso? Para algunos, el origen medieval de estas expresiones permite relacionar el valor con la economía de trueque con que se realizaban las operaciones comerciales de manera cotidiana. Además, las sociedades en las que surgieron estas expresiones eran eminentemente rurales por lo que no solo el escaso aprecio o valor de esos vegetales –bledo– o lo pequeño de su tamaño –rábano, comino–, sino su cercanía cotidiana a todas ellas las hacían propicias para la creación de expresiones familiares que sirven para dar a conocer de forma inmediata y efectiva nuestro punto de vista sobre la realidad.

Crisanto Pérez Esáin

Crisanto Pérez Esáin es doctor en Literatura Hispánica y Teoría Literaria por la Universidad de Navarra (España). Es profesor de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Piura desde el año 1999.

Ha publicado, entre otras cosas, Los trazos en el espejo: identidad y escritura en la narrativa de Julio Ramón Ribeyro, Pamplona (España): Editorial de la Universidad de Navarra-EUNSA, 2005; y  La narrativa de Julio Ramón Ribeyro: una guía de lectura, en autoría compartida con Javier de Navascués (Universidad de Navarra), Madrid: Cenlit.

7 comentarios

  • En colombia la gente joven también usa a menudo “me vale hongo” para expresar los mismos sentimientos de desprecio y de poca importancia sobre algún asunto. Muchas gracias por el artículo. Saludos

  • José Ethelwoldo Castro SIlva dice:

    Nunca ers tarde para aprender.
    Soy Profesor de Castellano y, con humildad, debo confesar que no tenía conocimiento sobre este tema.
    Felicitaciones por las enseñanzas que brindan.
    Gracias

  • José Ethelwoldo Castro SIlva dice:

    Nunca es tarde para aprender.
    Soy Profesor de Castellano y, con humildad, debo confesar que no tenía conocimiento sobre este tema.
    Felicitaciones por las enseñanzas que brindan.
    Gracias

  • Pasa lo mismo con PITO, ¿verdad?

    En esta canción, Rocío Jurado decía: “Me importan tres pitos qué diga la gente”… (desde 2:01 a 2:06)

    http://www.youtube.com/watch?v=G5m8YbHrlfY

  • lazara dice:

    Me encanta la página. Es muy útil para todo el que tenga interés en el buen uso del idioma español que tan degenerado está. En Cuba sí usamos, me importa un comino, me importa tres pepinos, etc, todas las usamos para comí Ud. indica dar a entender que algo no nos incumbe. Siga adelante esta página. Saludos. Lazara Cabrera.

  • Carlos Felipe Hernández Villarreal dice:

    1. Encuentro cierto grado de contradicción por lo que se alude al comino en la edad media, en función de que, si no me equivoco, fue la búsqueda de las especias uno de los motores para que Colón explorase una ruta segura y corta hacia la India, con la prístina intención de adquirir, entre otras especias, y a menor costo, el comino. Bajo tal premisa, a este condimento SÍ se le adjudicaba un valor considerable, me parece.
    2. En otro orden de ideas, el adjetivo insípido es incompatible con el nombre sustantivo sabor, esto es, el sabor no puede ser adjetivado como insípido, si bien me explico.
    Saludos.
    Ω

  • Joaquin Ramos dice:

    Digamos que la expresión “me importa un pito” viene del latín “sues pit old de naig” para todo el pueblo argentino. Viva Perón!

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