¡Qué piña soy!
Por Paola Celi, publicado el 15 de mayo de 2017Se sabe que las palabras, unas más que otras, tienen variedad de usos en el discurso. Esta variedad está motivada, principalmente, por aspectos geográficos o socioculturales, o por los tipos de discursos en los que se utilizan.
Esto lo podemos observar en los sustantivos de frutas, cuyo primer significado queda claro por el contacto que el hablante tiene con la realidad que designan (una manzana es el fruto del manzano, ¡quién no ha visto una manzana!); pero que se utilizan también con otros significados en diferentes contextos, es decir, con distintos sentidos.
Tomando como fuentes el Diccionario de americanismos (2010), el Diccionario de la lengua española (2014) y el Diccionario de peruanismos (DiPerú, 2016), expondremos algunos ejemplos en los que se hará la distinción geográfica de los significados:
La fiesta estaba aburrida porque los invitados eran bien aguacates. En El Salvador y Guatemala se entiende que los invitados eran ‘poco animosos’, por tanto, aguacate funciona como adjetivo.
Aprobé de carambola. En este caso el nombre de la fruta está acompañado de una preposición para formar una locución adverbial que en Cuba significa ‘de casualidad’.
Este examen nos ha quemado el coco. El nombre de esta fruta tropical se usa coloquialmente para designar la cabeza de las personas. En México significa ‘cocaína’ (al igual que en República Dominicana) y ‘golpe que se da en la cabeza con los nudillos de la mano cerrada’ (coscorrón): Se dedicaba a vender coco en las calles, Denunciaron a los padres por propinarles tantos cocos a sus hijos; en Perú significa ‘juicio, talento y capacidad’ (al igual que en Venezuela), ‘persona que no tiene cabello visible a consecuencia de un corte al ras’ y ‘dólar, unidad monetaria de los Estados Unidos de Norteamérica’: Necesitas mucho coco para ganar el juicio, Creo que era soldado porque tenía aspecto de coco, No recibí ni un coco de indemnización.
La novela trata de un grupo de adolescentes fresas. En México, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, Puerto Rico, Ecuador, y Bolivia significa ‘persona, en especial un joven, que viste, habla y se comporta como si perteneciera a la clase alta o adinerada, sea esto cierto o no’. En cambio, en Perú significa ‘persona inocente y sin malicia’ (Fue estafado tres veces por ser tan fresa); y en España puede referirse a la persona ‘que no consume droga’ (Yo me junto con puro fresa).
Me pidieron la limosna y no tenía ni un mango, ¡qué vergüenza! El sustantivo mango con el significado de ‘nuevo sol’ representa un peruanismo. Asimismo, en Argentina y Uruguay significa ‘peso’ (unidad monetaria) y, en general, ‘dinero’ (Si no trabajas, no hay mango). En cambio, en El Salvador, México, Guatemala, Honduras, España, Bolivia, Panamá, Cuba y Nicaragua se usa para referirse a una ‘persona guapa’, y en Venezuela, específicamente, a un ‘hombre guapo’ (Te casarás con tremendo mango, ¡qué afortunada!). En Colombia, se usa popularmente como ‘corazón’ (Parece que a ninguno de estos asesinos les funciona el mango); y en República Dominicana significa ‘asunto fácil de abordar’ (Este debate es un mango) y ‘persona dócil, que no opone resistencia ante las exigencias de otros’ (Si eres un mango, te asaltarán fácilmente).
El examen estuvo bien papaya. En Venezuela y en Perú, papaya es un adjetivo que significa ‘fácil de hacer’. En España puede designar la ‘cabeza de una persona’ (Le cayó un florero justo en la papaya) y en Bolivia, una ‘bebida gaseosa de cualquier tipo’ (Hace falta una papaya para calmar esta sed).
No compro boletos de lotería porque soy piña. En Perú piña significa ‘desafortunado, que tiene mala suerte’, y en República Dominicana, Bolivia y Argentina significa ‘pelea, riña’ (Todos participaron de la piña que se armó en la fiesta).
Estos ejemplos son una pequeña muestra de los sentidos que toman los nombres de las frutas según la zona geográfica hispanohablante, sin perder su significado primitivo (con el que se siguen y se seguirán usando). Una pequeña muestra que puede ayudar a enriquecer nuestro vocabulario, sobre todo, en el plano oral, ya que la mayoría de los casos expuestos se dan en el ámbito coloquial o popular.
De todo lo expuesto se puede inferir que la creatividad semántica del hablante desarrolla la polisemia de distintas palabras, lo que es muy productivo y enriquecedor para cualquier idioma.
Paola Celi Arellano
Mucha fruta, pero poco jugo.
Según Del Busto Duthutburu,en su libro Túpac Yupanqui, el Replandeciente, de muy próxima aparición, los piñas eran los prisioneros de guerra que los incas tomaban tras vencer a un pueblo enemigo. Varones y mujeres eran dados entonces a la esclavitud. Me gusta pensar que el uso del término “piña” procede de ahí.
Tengo entendido que la palabra piña acá en Perú es una palabra quechua que se les asignaba a los que eran condenados por delitos que cometían y eran enviados a la selva ya que era difícil que sobrevivieran, eran desafortunados (piñas) si iban a esa región
Si no ha jugado billar, no entenderá la frase “Aprobé de carambola”.
Que no se haga paltas. Se puede paltear.
Si el arrancador del auto está fallando, es posible que la piña se haya dañado
No han hablado de “camote”, tampoco de la “fresa”, que puede ser fruto o herramienta.
Ni las de doble sentido, que las hay.
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De acuerdo contigo, Anónimo, hay nombres de frutas que tienen doble sentido. En México: “camote”, “plátano” “papaya”, que ahora vienen a mi memoria y que se usan principalmente para “alburear”, pero que también se usan en sentido recto, dependiendo del contexto del acto de habla.
Carlos, como dijo quien lo dijo: “No hay palabra mal dicha, sino mal interpretada.”
Cierto, Anónimo. Los dichos son realidades hechas palabras, por eso son tan atinados.