Por un puñado de pavos
Por Karent Urízar González, publicado el 25 de diciembre de 2017Pensando en un tema para despedir el año que no fuera político ni deportivo, fui barajando mentalmente las palabras relativas a estas fechas, hasta fijar mi atención en el nombre del animal que se gana el centro de la mesa en la Navidad de los países hispanos, o del día de Acción de Gracias en los Estados Unidos (cada vez más hispanohablantes): el pavo. Cenar pavo horneado (u hornado, como prefiera decirlo), tan sabroso y al mismo tiempo de tan bajo contenido en colesterol y grasa, se ha vuelto todo un reto para las familias: algunas se conforman con comprar un pavipollo, pavo algo más pequeño, y otras deben planificar su compra con tiempo ya que su costo por estas fechas vuela, más de lo que le permiten al mismo animal sus pobres alas.
Esta ave del orden de las galliformes tiene muchas razas, colores y tamaños diferentes. Es oriunda de México, donde se la denomina con el término náhuatl guajolote. Los conquistadores españoles la renombraron pavo por su parecido con el también llamado pavón y hoy más bien conocido como pavo real, que bien podía parecer con respecto al guajolote una especie de primo rico y presuntuoso (de ahí el verbo pavonearse). En otros países se le denomina también chompipe o chumpipe, güilo, cócono, choncho, gallo de papada, pípila, totollín, guanajo y pisco.
Llama la atención la riqueza semántica de la palabra pavo atestiguada por el DLE (2014). Una acepción, coloquialmente muy difundida en amplias zonas de Hispanoamérica, es la que distingue a una ‘persona sosa’ (que no tiene viveza, energía, ni gracia) o ‘incauta’ (ingenua, que no tiene malicia). Esta palabra es usada igualmente como sustantivo y como adjetivo: qué pavo es mi hermano / el pavo de mi hermano… De hecho, toda tontería cometida se puede considerar una pavada.
También está registrado en el DLE que en Bolivia, Chile, Panamá y Perú significa ‘polizón’, es decir, persona que se embarca clandestinamente; aunque debo decir que nunca lo he escuchado en el norte del Perú con ese significado. Claramente relacionado con esta acepción, en Bolivia y Ecuador se refiere a la persona que entra en un espectáculo público sin pagar.
Además de cualidades, nuestra ave también ha pasado a denominar objetos: en Argentina y Paraguay se le llama pava al recipiente de metal o hierro esmaltado, con asa en la parte superior, tapa y pico (de ahí la analogía), que se usa para calentar agua y se llama en otros sitios tetera o caldera. Otra similitud física ha hecho que, en Costa Rica, pavo se refiera al flequillo o cerquillo, porción de cabello recortado que cae sobre la frente. Tal vez guarde relación con este significado que, en el norte del Perú, se haya llamado pavudo o pabudo a un hombre con pelo largo (Esteban Puig, Breve diccionario folclórico piurano, 2007). Por último, y ya sin evidentes semejanzas, en Venezuela la pava es la mala suerte que se tiene o se contagia.
Pasemos ahora al apartado de frases hechas: se conoce coloquialmente como la edad del pavo a la adolescencia, es decir, esa temporada de rebeldía entre los doce o trece y dieciseis o diecisiete años que, acompañada de cambios físicos y de personalidad, pasamos unos mejor que otros. Cuando alguien se avergüenza, se le sube el pavo (¿será por el color de su cabeza pelada?), y la tradicional conversación de enamorados era conocido en otros tiempos como pelar la pava.
Por último, quien esté familiarizado con los doblajes de cine norteamericano hechos en España, sabrá que a los dólares se les denomina también pavos, equivalente lingüístico del inglés bucks, expresión coloquial que literalmente significa ‘ciervo’. Este curioso cambio de rumiante a ave se debe a una equivalencia semántica: antiguamente, el precio de una piel de ciervo en Estados Unidos era de un dólar; y en España a principios del siglo XX se denominaron pavos a los tradicionalmente llamados duros (5 pesetas). Por aquella época empezaba con el cine sonoro la traducción de películas hollywoodenses, y se recurrió al coloquialismo hispánico para reemplazar al anglosajón, con una fortuna que llega hasta hoy día en que ya no hay ni pesetas, ni duros, ni tráfico notable de pieles de ciervo, y que los pavos están, como dijimos, por las nubes. En cualquier caso, para este año nuevo deseamos a todos los lectores de Castellano Actual que no les falten pavos ni en el plato ni en la cuenta de ahorros.
Karent Urízar
Simpática la nota acerca del pavo.
En orden, no me cuadra eso de “hornado”, que nos dicen que equivale a “horneado”, casi como decir “pavonarse” por “pavonearse”.
Pero, así será, pues.
Jamás por estos lares he llamado caldera a la tetera. (De paso “hierro esmaltado”, me imagino se refiera a “fierro enlozado”, el clásico blanco con filos azules)
Pero, así será, pues.
Como dicen que no se usa en el norte, faltó aclarar que viajar con trampa y sin pagar es “de pavo”. No sé porqué pero sin “de” no funciona.
Pero, así será, pues.
Lo que para mí siempre fue la “edad del burro” (¡Vaya cómo cambia cuando crece!) se habla de la “edad del pavo” (Que, para opinar, no lo he visto crecer).
Pero, así será, pues.
De acuerdo con “pelar la pava”, pero con “le sube el pavo”, esto es se pone colora’o de vergüenza igual que la cabeza del pavo, para mí ha sido “comerse un pavo”.
Pero, así será, pues.
Como no estoy familiarizado con los doblajes de cine norteamericano hechos en España, de este párrafo, que no lo entiendo, mejor no hablo.
Pero, así será, pues.
Y por último algo que faltó decir del “pavo”.
¿Saben cómo se dice pavo en portugués? Búsquenlo, se van a asombrar.
¿Saben lo que cuesta un Boeing 747? La verdad, mucho; la cosa “no es moco de pavo”.
¿Sabrá alguien por ahí porque se llama “pavonado” al vidrio esmerilado o arenado que deja de ser transparente?
…y deben haber más temas anecdótico/gramaticales del pavo.
Así como horneado u hornado, cuál es lo correcto: suertudo o sortudo, fuertísimo o fortísimo. Ah, y aprovechando el tema, el proceso de quitar la transparencia del vidrio sería ¿Enpavonar o empavonar (sé que la regla es m antes de p), o simplemente pavonar. Gracias.
A propósito de pavos y otros animales al camal.
Es sorprendente la cantidad de pavos que se benefician por el Día de Acción de Gracias y por Navidad.
Hasta ahora no sé en qué o de qué se benefician..