Brother, ¡qué thriller ese test!
Por Renato Guizado, publicado el 13 de mayo de 2019Con seguridad, la frase del título se nos antoja graciosa. Esto ocurre porque la expresión es peculiar en distintos aspectos. Primero, por lo informal de su registro. Segundo, porque las palabras con más contenido semántico son todas anglosajonas, y seguidas. Y muy especialmente sonreímos porque frases como estas no son muy difíciles de oír en una conversación entre jóvenes. En gran medida por causa de la globalización y del amplio desarrollo de la electrónica y de los medios virtuales, nuestra lengua cotidiana, y por emulación los medios escritos más utilizados, se encuentra ataviada de voces que provienen de otros idiomas. Así, es necesario usar la webcam para una videoconferencia; en una entrevista de trabajo detallamos nuestro expertise; una película aclara su historia por medio de un flashback; nos gusta comer sushi y leer haikus; y un largo etcétera de acciones para cuya descripción necesitamos de palabras no tradicionalmente castellanas.
A estas voces se las conoce como extranjerismos. Y se las puede clasificar según diferentes criterios. Hay que reconocer que algunas de ellas no tienen en nosotros el mismo efecto que la frase del título, como flashback, sushi… Y es que se trata de palabras que proceden de otra lengua pero que ya han sido incorporadas al vocabulario de la lengua española. Son los casos de affaire (francés), best seller (inglés), copyright (inglés), test (inglés), crescendo (italiano), vendetta (italiano), skinhead (inglés), tour de forcé (francés). Muchas de estas son traídas del inglés y del francés, por el prestigio cultural que en determinados ámbitos tuvieronFrancia, Inglaterra y Estados Unidos durante los últimos dos siglos.
La incorporación oficial de un extranjerismo depende principalmente del éxito que entre los hablantes tenga una palabra o expresión. Sin embargo, el proceso se acelera si esta se hace necesaria para designar un campo semántico para el cual no existe significante en castellano, es decir, cuando permite designar una porción de la realidad para la cual no había una palabra exacta. Por ejemplo, la difusión de la informática por medio del ordenador personal y el Internet crearon un gran número de conceptos, objetos y situaciones para cuya designación los usuarios del español tuvieron que importar la terminología anglosajona: mouse, PC (personal computer), broadcast, feedback, chip, netlist, etc.
La Real Academia Española es relativamente abierta a registrar extranjerismos, en especial si son verdaderamente funcionales. Son estas voces foráneas, normadas, las que pueden tomarse por correctas en el uso y que se adhieren al registro escrito con fluidez. Su aceptación en el diccionario académico conlleva una adaptación ortográfica e incluso fonética, como ocurrió con cáterin, españolización reciente de catering, y guasap, de WhatsApp. No obstante, independientemente de su reconocimiento académico, un indicador importante de que un extranjerismo se ha adaptado al habla cotidiana es la génesis de nuevas voces a partir de variaciones gramaticales creadas según flexiones castellanas. Es el caso de algunos sustantivos que pasan a ser verbos: chatear (de chat), guasapear (de guasap), cliquear (de clic), chilear (de chill), etc. O incluso cuando por diferentes procesos de castellanización fónica el extranjerismo se deforma: yal (de girl, en Centroamérica), friki (de freak, en España).
Sin embargo, el caso de chill (‘relajado’) y chilear (‘despreocuparse’) no pertenece al de extranjerismos oficialmente incorporados, sino al de aquellos cuyo uso no está generalizado y solo aparece en una circunstancia restringida. El caso concreto ha sido tomado de la lengua hablada por los jóvenes de clase media de Lima y otras ciudades de la costa peruana, variedad a la que recientemente se ha sumado la palabra thriller empleada como adjetivo, pues existe oficialmente como sustantivo referido a un género del cine. Se les conoce como barbarismos o extranjerismos crudos a estos que no están lo suficientemente extendidos. Muchas veces dichas voces designan significados para los cuales ya hay una palabra, por lo que su inserción en el diccionario académico nunca se hace efectiva, dada su nula funcionalidad. Asimismo, como se observa en el caso de Lima, es común que se trate de palabras añadidas por moda y solo empleadas en circunstancias informales.
Los extranjerismos usados en la jerga son, por lo menos al principio, y hasta que se hacen muletillas, voluntarios. El hablante los implementa a su repertorio léxico para marcar su pertenencia a un grupo. Sin embargo, existen otras de estas expresiones que se añaden a nuestro repertorio sin que notemos su origen. Son los casos de los extranjerismos semánticos y los gramaticales. De los primeros, el ejemplo más representativo es el de usar el adjetivo bizarro con sentido francés (bizarre) de ‘extravagante’, en lugar del sentido original de ‘valiente’. De los segundos, uno de los más usados es la construcción francesa sustantivo + a + verbo infinitivo: tareas a terminar, cuentas a pagar, casos a resolver; cuando la construcción castellana, más precisa en su sentido, requiere de la preposición por en vez de a.
Si bien las lenguas se enriquecen unas a otras en su contacto constante, es recomendable siempre una postura mesurada, cuyo criterio para rechazar o aceptar una voz sea el de la necesidad y la funcionalidad semántica. Así, nosotros, como hablantes, debemos evitar el uso de extranjerismos para los cuales existe ya una expresión castellana útil y adecuada al ámbito.
Renato Guizado
Simpático el artículo, aunque con ejemplos un poco forzados,”chilear”, por ejemplo. No menciona los clásicos muy de por acá: gasfitero y ampay (de gasfitter y umpire) y uno que va en desuso “luquear” (de to look) .
Hay una buena diferencia entre el decir (hablar) y escribir. En el caso del título de la nota “Brother, ¡qué thriller ese test! ” quien lo escribió es posible que sabía algo de inglés, de otro modo, si es que esta expresión se usa, sería “Bróder, qué tríler ese test”. Aunque hubiera preferido decir “Bróder, qué paja ese test”.
Discrepo de lo que dice: “La Real Academia Española es relativamente abierta a registrar extranjerismos…”, cada dos días el anexo de la RAE, el Fundéu BBVA, nos alerta del uso de alguna palabra en inglés y da su equivalente en castellano, términos de uso en ambientes muy específicos, igual que algunas de uso general, en la mayoría de los que hablamos castellano, por ejemplo “penalti” por penal. Con “relativamente, han sido benévolos.
En un intento de mantener la pureza del idioma, es curioso el rechazo (usaría el término reluctancia) al uso los vocablos derivados del inglés, que sobre todo en términos técnicos, nombran o definen cosas y situaciones y que el castellano las describe.
Hasta ahora no me explico porqué al “computer” lo llaman “ordenador” y a los procesos que se originan los llaman computarizados y no ordenarizados. Felizmente PC (Personal Computer) no fue adaptado como el OC.
El idioma es un ser vivo y como tal se va adaptando. Es bueno notar que, salvo muy contados casos, la sintaxis del castellano no se contamina. Algo que, con la ortografía, sí se debe de vigilar.