La inteligencia artificial: tentación y herramienta de redacción
Por Karent Urízar González, publicado el 19 de julio de 2023Una parte muy importante del conocimiento humano, aunque tal vez no la más popular, se ha difundido mediante textos académicos: comunicaciones formales de quienes han estudiado una materia y dejado sus saberes bajo la forma de manual, artículo académico, tesis… La investigación conlleva, por supuesto, un previo proceso de recogida de datos que son luego verificados, ordenados y publicados.
Este proceso intelectual conlleva un esfuerzo de reflexión, dedicación y práctica de habilidades comunicativas que permita replicar de una nueva manera el tema investigado, o sea, transformarlo y mostrarlo desde el punto de vista del autor. En esta escritura académica poseen gran relevancia las citas, que muestran el rigor y la confiabilidad del trabajo, y posibilitan el acceso del lector a las fuentes originales si quieren corroborar los datos de la investigación. Por ello, dos vicios que delatan la investigación poco rigurosa son la excesiva acumulación de citas, sin aporte personal del autor; y el más grave de los dos, la ocultación de las citas: la falta de reconocimiento a la contribución de autores previos no solo es moralmente reprochable, sino que está reconocida como delito de plagio intelectual.
Las instituciones académicas tienden a poner cuidado en que sus alumnos y docentes no incurran en plagio, que puede suponer no solo una penalización sino el consiguiente desprestigio de la casa. Un aliado que han encontrado en esta labor han sido los programas informáticos antiplagio, capaces de detectar similitudes textuales entre el trabajo analizado y otros ya existentes. Esta herramienta no solo beneficia a los lectores, sino a los mismos autores; pues estos pueden usarla para descubrir y corregir en su trabajo citas que hubieran olvidado reconocer.
La novedad en el campo de batalla entre el plagio y su detección ha sido la Inteligencia Artificial (IA), con sus partidarios y detractores. Ciertamente, la existencia de una IA como el ChatGPT (Generative Pre-trauned Transformer), modelo de IA diseñado para comprender lenguaje natural y predecir la siguiente palabra; – capaz, entre otras cosas, de realizar trabajos de investigación originales, es demasiada tentación para quien no esté bien formado ni informado. Sin embargo, el problema no solo se limita a su posible utilización deshonesta: ChatGPT puede también utilizarse de buena fe, como una rápida forma de recopilar una información que de otro modo se hubiera cosechado invirtiendo mucho más tiempo y esfuerzo. Pero ¿cómo tratar esta información, y hasta qué punto es de fiar?
Un problema para citarla es que se trata de una fuente no recuperable: cada texto que produce ChatGPT es individual y diferente, de modo que ningún otro investigador interesado en verificar la fuente podría tener acceso a ella. Por esa razón, el mundo académico tiende a no ver su uso con buenos ojos; aunque, ante la evidencia de que muchos recurrirán a ella, el sistema de citación APA (Asociación Americana de Psicología), recomienda advertir dentro del trabajo el uso que se le ha dado del programa, ya sea para obtener información adicional o bien para generar contenido. En cuanto a la manera de citarse en el apartado final de bibliografía y fuentes, sería la equivalente a la de una conversación personal: Por ejemplo: OpenAI. (2023). ChatGPT (versión del 14 de marzo) [Modelo de lenguaje grande]. https://chat.openai.com/chat.
Por último, es necesario tener en cuenta que esta IA funciona con conceptos que, a partir de las redes de conexión de datos que forman sus innumerables algoritmos, “cree” que deben estar relacionados, pero la información no siempre es necesariamente verdadera ni está comprobada. Como se ha dicho en el párrafo anterior, lo podemos considerar como equivalente a una conversación. A una de esas conversaciones que todos hemos mantenido con algún amigo extraordinariamente culto, de la que sacamos gran cantidad de información e ideas sugerentes pero que, si queremos utilizarlas para un trabajo académico, deberemos buscar luego una bibliografía para sostenerlas.
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