“Casito olvido comentarle alguito,
Por Eliana Gonzales, publicado el 16 de noviembre de 2012…pero se lo cuento enseguidita”. Expresiones como esta nos pueden resultar extrañas a algunos hablantes; sin embargo, suelen ser frecuentes entre un importante sector de la región piurana. Esta tendencia al uso del sufijo diminutivo (-ito, -ita) está muy extendida en el habla coloquial de todos los estratos sociales llegando incluso a ciertas situaciones comunicativas como la de nuestro título o esta otra: “Sírvanle un tecito o un cafecito bien calientito a nuestro compadrito”.
La sufijación diminutiva, sin duda, es uno de los procedimientos más tradicionales de formación de palabras para añadir un matiz apreciativo y, además constituye un aspecto importante en la diferenciación dialectal; así, cada país, cada región, e incluso cada grupo de hablantes hace efectivas las “virtualidades presentes en el sistema general de la lengua para expresar sus propias peculiaridades” (María Moliner: Diccionario del uso del español). Una de estas peculiaridades reside, precisamente, en la fuerte carga semántica que presentan sobre sustantivos (alforjita, chivito, casita), y en ocasiones también sobre otras categorías morfológicas tales como adjetivos (coloradito, verdecito, pequeñito) y adverbios (ahorita, cerquita).
En esta oportunidad me centraré en la llamada sufijación diminutiva adverbial, que es la que aparece en los adverbios del título de este articulito: “casito”, “alguito” y “enseguidita”.
A pesar de que los adverbios suelen ser definidos como categorías gramaticales invariables; es decir, palabras que no presentan morfemas flexivos o variaciones morfológicas de ningún tipo, en el uso los hablantes insisten en darles un matiz valorativo; así pues, pueden aparecer con sufijos tanto diminutivos (Vivo lejitos) como aumentativos (Vivo lejotes o Vivo lejazos). La elección de cualquiera de estas valoraciones “obedece a la voluntad libre del que habla en ese momento” (Manuel Seco: Gramática esencial del español), que puede elegir entre intenciones muy diversas, generalmente de afecto, como en “Te respondo prontito”; de aminoración, como en “Estuvo cerquita”; e incluso apelativa, como en “Ven aquicito” o en “Colócate detrasito”. El hablante opta por estas formas en lugar del intensificador “muy”: “muy pronto” o “muy cerca” o de la ausencia de la marca superlativa: “aquí” y “detrás”.
Estas formas valorativas aparecen con casi todas las clases de adverbios; así las tenemos en los de tiempo: “Llegó tardecito”, “Me respondió lueguito”; en los de modo: “Lo hizo enseguidita”, “Avanza lentito”; en los de cantidad: “Ha comido bastantito”, “Casito lo olvido” (equivalente en este caso a ‘por poco’); en los de lugar: “Vivo aquicito”, “Estamos cerquita”; etc. Incluso hay una fuerte tendencia a acumular sufijos sobre una misma base o raíz para intensificar aún más el significado valorativo: ahorita, ahorititita; tempranito, tempranititito; rapiditito, rapidititito; poquitito, poquititito…
Finalmente, como ya lo señalamos, la frecuencia en el uso de los sufijos diminutivos varía según los ámbitos geográficos, los grupos sociales y los registros o modos de expresión; así, en nuestro país predomina el uso de -ito, -ita con sus variantes alomórficas -cito, -cita, frente a los caribeños -ico, -ica: tempranico, reciencico, cerquitica; que aparecen generalmente en el registro coloquial o popular antes que en el culto o formal.
Para terminar y sin caer en la afectación coloquial, quiero decirle, estimado lector, que han bastado apenitas unos cuantos minutitos para que conozca alguito más de este temita y, espero de verdacito no haberme olvidado de naditita.