El “voucher” nuestro de cada día

Por , publicado el 14 de diciembre de 2012

Ahora que estamos en el mes de diciembre y que nuestras compras aumentan más de lo normal, cabe hacer un alto y ponernos a reflexionar, no en lo que gastaremos, ni mucho menos en lo que compraremos sino en algo más banal como el simple voucher.

¿Se ha dado cuenta, estimado lector, de la gran dependencia que actualmente tenemos por estos diminutos papelitos que nos entregan cada vez que realizamos una transacción bancaria? No podemos perderlos porque sirven de control de nuestros estados de cuenta de las tarjetas de crédito, e incluso, hay que entregarlos cada vez que necesitamos acreditar un pago de matrícula o de alguna cuota, pues en este caso funciona como un comprobante contable.

La palabra voucher, pronunciada [báucher], lo que hace vacilar la escritura, es uno de los tantos extranjerismos que han hecho su ingreso en nuestra lengua en los últimos años y que aún no se encuentran registrados en ningún diccionario académico. Al parecer, se trata de un anglicismo limitado solo a Gran Bretaña, al menos así se recoge en algunos diccionarios de inglés, con el significado de ‘comprobante o justificante’, pero también, con el de ‘vale o bono’.

Con este último significado empezó su difusión en el ámbito turístico, o más exactamente, en el ámbito hotelero y ya ha cruzado las fronteras británicas porque en el medio internacional existe un sistema de bonos abiertos (open voucher) que viene a ser un paquete especial que le permite a cualquier cliente que se acoja, disfrutar de una gama de hoteles y de los servicios que ahí se presten: alquiler de carro, bar libre, uso de las instalaciones, entre otros. Como variantes, en este mismo ámbito, también se registran el gift voucher o bono de regalo, el luncheon voucher o bono de comida, el phone voucher o bono telefónico, entre otros.

La palabra bono con el significado de ‘tarjeta de abono que da derecho a la utilización de un servicio durante un determinado número de veces’, fue incluida por primera vez en el Diccionario de la Real Academia de 1989, pues hasta antes de esa fecha, solo se registra como ‘tarjeta o medalla a modo de vale que se da de limosna, para que quien lo reciba lo canjee por comestibles u otros artículos de primera necesidad, según el valor que se expresa en el mismo u otro convenio de antemano’ (DRAE, 1914) y en el de 1925, se agrega que se puede canjear también por dinero.

En nuestro medio, para estos casos usamos tanto bono como vale, nunca voucher. El uso más bien difundido es el que corresponde a la primera acepción, el de justificante o comprobante, y que al parecer también lo está en varios países de nuestro continente. ¿Es verdaderamente un justificante o un comprobante? Claro que sí, de ahí que no sea necesario el uso del anglicismo, pero se ha instalado de tal manera que será difícil deshacernos de él. Podemos decir también que funciona como un pagaré, pues aunque le pagamos con la tarjeta de crédito a la tienda queda aún la deuda con el banco.

Así que ya lo sabe, estimado lector, evite excederse en sus compras navideñas, pero sobre todo evite perder sus justificantes o comprobantes porque ello puede ocasionarle más de un dolor de cabeza y restarle valor al espíritu navideño.

Eliana Gonzales Cruz

2 comentarios

  • Joe dice:

    Buena acotación Eliana 😀

  • Ronulfo Vargas dice:

    Interesante, valioso y oportuno comentario.
    ¿Qué me dice de “bótel”?, extraña palabra para mí, pero me interesa saber algo porque me apareció en un texto que conceptúo como serio.
    Gracias, si me responde.

Deja un comentario

×