“Unos me llaman Teo y otros, Doro”
Por Verónica Chumacero Ancajima, publicado el 12 de agosto de 2013En el artículo anterior de esta columna vimos los hipocorísticos relacionados con circunstancias de origen histórico. Ahora nos interesa describir el comportamiento de aquellos que pasan por otros mecanismos de formación, tales como la derivación, la composición, el acortamiento y la acronimia. Susanita, Goyito, Fabiolilla, Pedrito, Renatico, Gonzalete, Raulín, Carmina… e infinitos ejemplos más evidencian que los hipocorísticos siguen para su formación la derivación nominal por sufijación; y dentro de esta la sufijación apreciativa, pues se utilizan tanto diminutivos, como aumentativos y despectivos.
Los diminutivos suelen tener la idea de pequeñez y también de afectividad; pero según el contexto pueden tomar un valor peyorativo e incluso aumentativo. Los más utilizados son, tal como vemos en los ejemplos del párrafo anterior: –ito/–ita, –ico/–ica, –illo/–illa, –ete, –ín/–ina. Algunos han llegado a lexicalizarse, es decir, han pasado a la categoría de nombres directos de personas: Anita, Marita…Los aumentativos en los hipocorísticos se usan menos, pero en todo caso se utilizan siempre por acuerdo afectivo más que atendiendo a la amplia dimensión, fealdad o grandiosidad de la persona nombrada. Los más extendidos son: –ón/–ona (Miguelón, Camuchona), –azo/–aza (Gonzalazo, Vivianaza), –ote/–ota (Miguelote, Carlota). Los peyorativos, por su parte, implican desagrado y ridiculez; pero esta connotación varía según el contexto y puede terminar adquiriendo un valor de diminutivo. Los más extendidos son: –ucho/–ucha (Danielucho, Pilucha), –aco (Chabaco de Sebastián), –uco (Danieluco), –acho/–acha (Juanacha), –chu/–cho (Carmenchu, Juancho).
Tenemos también ejemplos de hipocorísticos creados por composición léxica, es decir, por la combinación de dos o más palabras. Resulta llamativo cómo los padres de las nuevas generaciones no solo optan por los nombres de pila compuestos: José Luis, sino que también emplean mecanismos de composición al unir los dos hipocorísticos del compuesto, resultando: Pepelucho.
El acortamiento es también otro procedimiento muy utilizado, y consiste en la reducción del cuerpo fónico de una palabra, ya sea al final (apócope) o al inicio (aféresis); así, en el primer caso tenemos: Tere (Teresa), Cata (Catalina), Edú (Eduardo), Vice (Vicente); y en el segundo caso: Lupe (Guadalupe), Queta (Enriqueta), Nila (Petronila), Nora (Eleonora), etc. En general, en el español son inusuales los acortamientos terminados en -i; por lo que se ha inducido a pensar que en su preferencia para la formación de hipocorísticos (Toni, Mari, Loli, Pili…) se trate de un auténtico sufijo -i, en el que se pueden haber cruzado influencias de muy diverso origen, entre las cuales figura la influencia del inglés (por ejemplo: el antropónimo Mary); o, en todo caso, se puede pensar en un acortamiento del diminutivo: Loli (Lolita), Rosi (Rosita), etc. También son raras, en español, las formas acortadas monosilábicas, a diferencia del inglés; pero en los hipocorísticos son frecuentes: Chus (Jesús), Tin (Agustín), Mel (Melany), Sol (Soledad), etc. Además, es de mencionar que el hipocorístico causado por acortamiento puede coincidir entre un nombre de pila y otro, y ocasionar dudas que terminamos por solucionar con la clásica interrogante “¿Te dicen Tina por Cristina, Valentina, Ernestina o Agustina?”; apenados por no acertar escuchamos responder: “No, por Florentina”. Seguimos preguntando, con el fin de conseguir un acierto, pero siempre terminamos perplejos:
−¿Y Ud. cómo se llama?
−Unos me llaman Teo y otros Doro.
−Teodoro, entonces.
−No, no, Doroteo.
El otro procedimiento utilizado es la acronimia, que consiste en la formación de una palabra a partir de dos o –muy raramente– de tres unidades léxicas. Estas unidades están representadas por un fragmento del significante de una o ambas palabras; es decir que por medio del acortamiento de uno de los nombres del compuesto podemos llegar a la acronimia. Así, tenemos casos en que ambas palabras sufren el acortamiento: Mapi, Maripí, Maripili (María del Pilar), Marité, Maritere (María Teresa), Marijó (María José), Marilú (María Lourdes), Maribel (María Isabel), Marisa (María Luisa); así como también puede ocurrir que solo uno de los nombres sufra el acortamiento: Analú (Ana Lucía), Anaté (Ana Teresa), Juanjo (Juan José), Rosabel (Rosa Isabel), etc.
Pero no recurrimos solo a mecanismos morfológicos para la creación de hipocorísticos; existe un gran repertorio que sufren una serie de transformaciones fonéticas, la mayoría de ellos ocasionadas por los esfuerzos que invierte el adulto en hacer que el niño pronuncie con más facilidad articulatoria su nombre, proporcionándole sonidos como: el palatal africado sordo (representado por la grafía ch), el palatal sonoro (grafía y) y el palatal nasal (grafía ñ). Estos fonemas pueden aparecer cambiando el fonema original: Chela (Graciela), Chana (Juana), Chabela (Isabel), Checho (Sergio), Charo (Rosario), Nacho (Ignacio), Chebas (Sebastián), Chona (Asunción), Chelo (Consuelo), Yoya (Gloria), Toño (Antonio); incluso pueden agregarse al final del nombre: Marichu (María). Podemos encontrar otras soluciones que lindan también con el lenguaje infantil. Así, tenemos: Quique (Enrique), Memo (Guillermo), Lola (Dolores); o la duplicación de sílabas: Lolo (Manolo), Lala (Laura). En favor de la abreviación y de la facilidad articulatoria para el pequeño que está empezando a pronunciar su nombre, también encontramos ejemplos en que se pierden fonemas en el interior de la palabra: Federico > Fico, Magdalena > Malena, Rodrigo > Rigo, Rolando > Rolo, Tulio > Tulo, etc.
Hay mecanismos de formación de hipocorísticos que combinan uno u otro procedimiento; tenemos el caso curioso del hipocorístico del nombre de pila Por las Llagas de Nuestro Señor Jesucristo, que se encuentra registrado en un poblado rural del Bajo Piura (Perú), y dada la creatividad lingüística de los hablantes, aplicaron mecanismos de acortamiento, composición y derivación para terminar con el hipocorístico Porlitas. Y es que en los mecanismos de formación de todo hipocorístico no hay reglas a priori; muchas veces, encontramos casos muy particulares, que solo llegan a explicarse penetrando en la intimidad familiar.
Todo esto me ha hecho recordar a un empresario que en su intento por revitalizar su pequeño negocio casi en quiebra, quiso no solo cambiar de nombre a la empresa misma, sino también a todos sus empleados para que así se identificaran con el nuevo plan, el nuevo comienzo. Decidió llamar a cada uno por su hipocorístico que él mismo crearía uniendo la primera sílaba de cada nombre. Al llegar a la empresa intenta reunir a todos en su despacho para darles a conocer su plan. Al primero que ve es al guardián Gustavo Petronilo: “¡Ven Guspe acércate a mi oficina!”, luego se dirige a los empleados de limpieza, José Ignacio y Valeria Liliana: “Tú también, Joig ¡Acércate!”; “Usted también, doña Vali”. Estaban ya los tres empleados en su oficina y aparece la secretaria, a la que le costó decir ¡Usteeeed… Brunella Jazmín, solo… tráiganos un café!
Shirley Verónica Chumacero Ancajima
Shirley Verónica Chumacero Ancajima
Es magíster en Filología Hispánica por el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Madrid – España. Tiene los estudios concluidos de Maestría en Lengua y Literatura, Universidad de Piura. Sigue la línea de investigación sobre Teatro, Literatura y Didáctica. Es coautora de Entregas a Elena, Reflexiones sobre el uso de nuestra lengua, libro que recopila artículos publicados en el diario Correo de Piura; asimismo, ha elaborado el manual autoinstructivo Programación y Evaluación en Lengua y Literatura (UDEP), y ha escrito varios artículos relacionados con el teatro y la literatura.
Buenísimo. Pocas veces me he detenido a pensar este detalle y así llamo a mis amigas Rosi, Lita, Regis, por Rosa, Luz Marina y Regina. Lo que si he comprobado que el niño al pronunciar su nombre, con su voz infantil, Ismaelito, se escucha Mayelito, y así se quedó hasta la tumba.
Muy interesante este dato sobre los hipocoristicos. Es que el español es muy rico en su creación de palabras. Gracias.