Palabras con gustito
Por Claudia Mezones, publicado el 14 de septiembre de 2015Dilema del cocinero: el poeta triste, escribe poemas y te hace llorar.
El pintor triste pinta cuadros y te logra emocionar.
El músico triste compone canciones y te hace cantar.
Al cocinero triste, le está prohibido cocinar.
En un blog de cocina peruana, me encontré con esta cita de nuestro ya famoso Gastón Acurio. Automáticamente pensé en todo lo que ocasiona la cocina, sobre todo, cuando cocinar nos llena de gusto y despierta alegrías más que desencantos: el sutil picante que deja un gustito tan agradable en el paladar, el agrio mesurado de unos encurtidos, el salado en sobre punto de una sazón sabrosa, tan bueno que te hace exclamar ¡Qué rico está esto!… Así pues, en esta ocasión son la cocina y sus sensaciones las que han motivado mi explicación.
Condimentar es uno de los verbos culinarios que, por lo visto, está ganando preferencia en la prensa escrita. Así, se condimenta todo, es decir, se le pone sazón a los acontecimientos o las características de distintas realidades (de dar sazón ‘gusto y sabor que se percibe en los alimentos’, DRAE, 2001). El uso metafórico de este verbo no tiene restricciones dialectales, como puede verse en estos ejemplos: “Los músicos preparan varias sorpresas para condimentar la exhibición de su segundo disco” (Nova, Argentina, 25/08/2015); “Pep vuelve al club donde brilló y sus protagonistas condimentaron el encuentro con potentes declaraciones” (Perú 21, Perú, 6/05/2015); “Las artistas condimentaron con humor y poesía la presentación de este trabajo colectivo que contó con gran presencia de público” (Carlos Paz Vivo!, Uruguay, 13/08/2015); “El innegable diseño Subaru de su exterior, con rasgos perfectamente reconocibles y los rudos detalles que condimentan su aptitud affroad dejan paso al abrir la puerta a un habitáculo con una buena presencia, ajustes, complementos y materiales” (Diario Motor, España, 6/10/2015); “Emoción, sonrisas, recuerdos y anécdotas condimentaron el miércoles la entrega de premios honoríficos especiales de los Latin Grammy” (RPP, Perú, 19/11/2014).
Los adjetivos asociados con los sabores de las comidas quizás sean los que más variedad tienen en su uso figurado: picante, dulzón, amargo, agrio, salado e insípido, son algunos de ellos. Así pues, no nos suena extraño que se diga que la situación se puso “picante”, es decir, en un punto candente, de gran discusión o de fuerte tensión. De allí también que una palabra “picante” sea aquella que hiere o mortifica a la persona a quien se le dice. El término en cuestión tiene, incluso, una connotación sexual, en expresiones como escenas “picantes” o chistes “picantes”.
Agrio (‘que produce sensación de acidez en el gusto o el olfato’) es un adjetivo con valor claramente negativo. Es un término que se aplica a situaciones, realidades o personas, para indicar algo de mal gusto, desabrido o que no se puede tolerar: Su respuesta “agria” me dejó sin ánimos de volver a hablarle; Es tan “agrio” que no bastan ni cinco minutos con él para incomodarse.
El punto de sal es el equilibrio en la comida. Si falta está insípida, sosa o simple; si se pasa está salada. Lo opuesto a la sazón sabrosa es la sazón simple, es decir, aquella desabrida o con falta de sabor. Como esta sensación se relaciona sobre todo con la falta de sal en la comida, encontramos estas expresiones: Eres bien “sinsabor” o Eres bien “sinsal”, en otras palabras, simplón (de simple, ‘desabrido, fato de sazón y de sabor’). Por su parte, la comida con más sal de la necesaria se estropea (Este arroz está muy salado, no se puede comer). De allí que una persona “salada” haga referencia a alguien desafortunado o con mala suerte. No obstante, y basándose en la función sazonadora de la sal, se usa también el vocablo saleroso con el sentido de ‘simpático’, ‘sabroso’: La salsa es un ritmo saleroso.
Nos puede gustar lo dulce, pero no lo dulzón. Este último término es un adjetivo que se utiliza para referirnos al fuerte sabor dulce que puede convertir algo bueno, en una cosa empalagosa o desagradable: Como no me gustan los perfumes “dulzones”, los evito; Su forma de hablar “dulzona” me desespera. Existe también el término amargo y amargar(se): No “te amargues” por esa tontería (‘No te molestes’); Está “amargo” conmigo porque llegué tarde. En estos casos, amargarse se relaciona con tener aflicciones o disgustos, en clara referencia al sabor no tan agradable que deja y que se opone a lo dulce o delicioso.
En fin, las palabras tienen su gustito. Que sea esta ocasión lingüística una razón para pensar en aquello que dicen por allí: los sentimientos nacen en el estómago. Así que, a buen paladar, un buen gustito.
Claudia Mezones
Universidad de Piura
Foto: Moyan Brenn (C BY 2.0)
Solo un detalle: falta una letra en: “…(de simple, ‘desabrido, fato de sazón y de sabor’)”
¿Una persona sibarita es alguien de muy buen paladar y gran conocedor de la gastronomía?, ¿es por eso, entonces, que existe un condimento llamado “sibarita”?
(De pasada agradeceré me digan si está bien redactada mi pregunta. Gracias)