Autoantónimos
Por Karent Urízar González, publicado el 31 de enero de 2024Desde pequeños aprendimos los antónimos u opuestos por pares: arriba y abajo, día y noche, nuevo y viejo… A edades más avanzadas, sin embargo, podríamos descubrir la existencia de palabras que significan una cosa y su contraria: lo que sucede, por ejemplo, con la palabra alquilar en Alquilo un departamento en el centro. ¿Soy el dueño del departamento o el inquilino? Asimismo, en Presté un libro a Juan: ¿quién tiene el libro?
Se llama enantiosemia (del griego enantios, contrario + sema, signo) al fenómeno semántico del que resulta un tipo de polisemia en que la palabra proporciona significados opuestos, llamados también autoantónimos. Estos términos no vienen en el diccionario, pues, aunque la RAE declare aquí tenerlos documentados, aún no los consideran asentados en el uso. Este tipo de palabras pueden estar generalizadas, o bien variar de acuerdo con diferentes grupos de hablantes: la antes señalada ambigüedad en el uso de prestar desaparece en España (donde solo se emplea para dar pero no para recibir); en este mismo país, casero, ra remite tanto a quien pone en alquiler como al que alquila; mientras que en Perú designa tanto al vendedor como al cliente frecuente. En el lenguaje jurídico, el fallar que todos entendemos como ‘no acertar’ significa ‘decidir un litigio’ (incluso acertadamente: El juez falló a favor de…); también chocan los diferentes significados de sancionar, como ‘castigo’ o como ‘aprobación’ (Sancionan con el 100 % de la UIT a… / Corresponde al presidente sancionar las leyes) o licitar (‘sacar la obra a concurso’ / ‘participar en él para conseguirla’).
Que muchas palabras hayan acabado por convertirse en autoantónimos se explica claramente por el frecuente uso retórico de la ironía, que generalmente ‘da a entender algo contrario o diferente de lo que se dice’ (DLE, 2014 v. 23.7) o de la antífrasis (figura retórica que designa a ‘personas o cosas con palabras que signifiquen lo contrario de lo que se debiera decir’, DLE, 2014, v. 23.7). Por ejemplo, aparentes elogios como gracioso o perla no implican necesariamente una valoración positiva; y, a la inversa, es curioso cómo términos de denotación insultante o negativa han acabado usándose coloquialmente como elogio: monstruo, tremendo, brutal, formidable, maldito… Sin embargo, la noción de esta ironía normalmente ha desaparecido, y por tanto no se requiere marcarla en el discurso con comillas o con una entonación especial. De hecho, el diccionario señala en plano de igualdad ambos significados, aunque pueda indicar su origen de antífrasis o ironía, como podemos encontrar en el caso de friolera (‘cosa de poca monta o de poca importancia’ y también ‘gran cantidad de algo, especialmente de dinero’).
Es frecuente que el sentido original quede desplazado por el antónimo. Se suele, por ejemplo, pedir disculpas más que ofrecer disculpas, y eso que el diccionario define disculpa como ‘razón que se da o causa que se alega para excusar o purgar una culpa’ (DLE, 2014, v. 23.7). La enantiosemia de esta expresión claramente procede de su semejanza con la de pedir perdón. Otro término que ha ido ampliando (y contradiciendo) su significado es dieta, normalmente entendida como ‘privación completa de comer’ (DLE, 2014, v. 23.7), aunque algunas más bien prescriban cierto consumo de alimentos (dieta blanda, hipocalórica, etc.). Por cierto, golosina ya nadie lo identifica como ‘deseo o apetito’, sino con el manjar que lo provoca.
Podría llamar la atención que ningún idioma pueda tolerar la existencia de autoantónimos, puesto que todos conllevan un cierto riesgo de ambigüedad. Sin embargo, como podemos deducir de los ejemplos expuestos, esta se da muy pocas veces. El propio contexto comunicativo de la frase deshace cualquier confusión: los conocimientos previos del receptor, la situación en que se encuentran…, o, si esto no basta, pedirle al interlocutor que se explique un poco más.
No sé si el ejemplo que voy a citar tiene que ver con el artículo de Karent, y a su vez, pido a C. A. que nos dé su opinión y nos aconseje de cómo y en qué situación podemos saber qué se nos quiere decir que una persona o un animal es “NICTÁLOPE”. (Transcribo de forma literal lo que dice el DRAE).
nictálope
1. adj. Biol. y Med.
Dicho de una persona o especialmente de un animal: Que ve mejor de noche que de día. U. t. c. s.
2. adj. Biol. y Med.
Dicho especialmente de una persona: Que tiene dificultad para ver de noche o con escasa luz. U. t. c. s.
Gracias.
Alguna vez leí algo similar de un humorista, quien afirmaba que cuando se menciona que una ciudad tiene un “ambiente polucionado” él no sabía si se refería a una atmósfera contaminada o si estaba llena de adolescentes que por la noche la dejaban irrespirable.
Qué sorpresa lo de nictálope. Yo solo lo conocía con la primera definición. Comparto aquí, qué mejor lugar, mi pequeña colección de autoantónimos: 1) Oler. Ambigüedad que se explotaba en el acertijo “¿Qué huele mejor en el perro que en el hombre?” (Solución: obviamente, la nariz). 2) En Granada, mi tierra natal, “treparse” podía tener el significado de “caerse” de un lugar (al que previamente se podía haber “trepado” en sentido general). 3) También en España se dice “dar clase” no por dictarla, sino por asistir a ella. 4) “Rampar” está aceptado como “Trepar, alzarse, encaramarse” y también como “Reptar, deslizarse como los reptiles”. O sea, que sirve tanto para un desplazamiento vertical como horizontal. 5) “Evento” puede referirse tanto a un suceso programado como imprevisto (que me parece que sería el significado original) https://dle.rae.es/evento?m=form 6) “Huésped” puede ser tanto la “Persona alojada en casa ajena” como la que “hospeda en su casa a otra”. Quien no se fíe del diccionario y quiera ejemplos, que lea el “Quijote”. 7) “Enervar” puede ser “Debilitar, quitar las fuerzas”, pero también “poner nervioso”, que sugiere más bien lo contrario. Este segundo significado se aplicó de manera errónea en su origen, por lo que parecía sugerir la relación con los “nervios”, y el uso lo ha acabado convirtiendo en correcto. 8) Por razones parecidas, “lívido” , que en su origen significaba “amoratado”, significa también “intensamente pálido”. (Aunque no lo registra el diccionario en este caso, me parece que “cerúleo”, de color azul celeste, hubo quien lo ha usado como “blanco como la cera”. O de eso se quejaba Fernando Lázaro Carreter en los 90).