CTS
Por Carola Tueros, publicado el 14 de septiembre de 2022Al leer este escueto título, lo más probable es pensar en la sigla CTS propia de «Compensación por Tiempo de Servicio». Si bien podría referirse a esta, también vendría a ser el acortamiento de mi nombre: «Carola Tueros Salazar». Por ello, en esta oportunidad, hablaremos sobre el criptónimo.
El Diccionario histórico de la lengua española (DHLE, 1933-1936) lo define así: ‘Dícese del autor que oculta su verdadero nombre por medio de un anagrama’ o ‘el que oculta de algún modo su nombre en los escritos’. Según esta segunda acepción, se identifican distintos tipos de autores criptónimos: anónimos (no ponen nombre), pseudónimos (nombre fingido), alónimos o impostores (usan el nombre de algún autor célebre) y criptónimos (emplean el anagrama de su nombre).
Si atendemos al concepto tradicional de anagrama como aquel término que se obtiene al reordenar las letras de una palabra (Nicolás= colinas, Zara=raza, Teresa=aretes), no identificaríamos CTS como un criptónimo tal como lo indica el DHLE. No obstante, sí lo asociamos, remontándonos a los orígenes, pues en la antigüedad hebreos, judíos, griegos y romanos empleaban anagramas para descifrar escrituras secretas; y muchos autores y literatos, para ocultar su identidad. Actualmente, si bien un criptónimo (del griego kryptō ¢esconder¢ y onyma ¢nombre¢) mantiene un orden lineal en las iniciales de los nombres de pila (no un orden envolvente con el cambio de todas las letras como en un anagrama), tiene como finalidad encubrir, también, la identificación de alguien al no brindar su denominación completa.
Hoy en día, un criptónimo viene a ser el término con el que se designan las abreviaciones del nombre y apellido de una persona: RLA (Rafael López Aliaga), candidato a la alcaldía de Lima; PPK (Pedro Pablo Kuczynski), expresidente del Perú; FDR (Franklin Delano Roosevelt), JFK (John Fitzgerald Kennedy) y LBJ (Lyndon Baynes Johnson), presidentes de los Estados Unidos, etcétera.
La definición de criptónimo no la encontramos en el Diccionario de la lengua española (2014, v. 23.5); sin embargo, aparece registrada en el Tesoro de los diccionarios históricos de la lengua española (2021), por medio del DHLE, y en obras como el Diccionario de uso del español de María Moliner (2000): ‘nombre propio de persona escrito sólo con las iniciales’; el Manual básico de lexicografía de Martínez de Sousa (2009): ‘abreviación del nombre de una persona empleando solamente las iniciales’, entre otras.
En cuanto a su ortografía, los criptónimos, por influencia de otras lenguas como el inglés, se escriben con mayúsculas, sin tilde y sin puntos de separación entre las iniciales de los nombres: AL=Ángela Leiva (no *ÁL ni *al). En sus inicios, sí iban con punto y espacio como las abreviaturas. Quizá, por esa razón, a veces, los encontramos con puntos abreviativos en el lenguaje periodístico: «(…) el niño de iniciales L.F.Q.M. se encuentra internado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de la Clínica San Juan de Dios» (El Búho, [Perú, 10/05/2022])
Con respecto a su formación, tienen libertad de abreviación, no necesariamente debe colocarse la inicial de todos los vocablos que conforman la identidad del referente: GA=Gastón Acurio (no GAAJ=Gastón Álvaro Acurio Jaramillo), RM=Ricardo Montaner (no HERM=Héctor Eduardo Reglero Montaner), RA=Ricardo Arjona (no ERAM=Edgar Ricardo Arjona Morales), JRR=Julio Ramón Ribeyro (no JRRZ=Julio Ramón Ribeyro Zúñiga), JLG=Juan Luis Guerra (no JLGS=Juan Luis Guerra Seijas), etc. Obviamente esto dependerá, asimismo, del uso extendido del acortamiento.
A propósito de su enunciación, se deletrean las iniciales y no se pronuncia el criptónimo como si fuera una sílaba: JI=Julio Iglesias (se lee [jóta-í] y no *[jí]), LE=Laura Esquivel (se lee [éle-é] y no *[lé]), AS=Álvaro Soler (se lee [á-ése] y no *[ás]). En cambio, en las abreviaturas de los antropónimos no se leen las letras, más bien, se expresa todo el nombre; además, se marca el acento gráfico, en caso de tenerlo; las iniciales se escriben con punto de separación y si hay dígrafos («ch», «ll»), solamente se coloca la mayúscula en la primera letra: J. I. (se lee Julio Iglesias); L. E. (se lee Laura Esquivel), Á. S. (se lee Álvaro Soler), M. V. Ll. (Se lee Mario Vargas Llosa), etcétera.
A veces, el criptónimo se confunde con una sigla; sin embargo, es solo el acortamiento de un antropónimo, esto es, el nombre propio de una persona y no de una institución o entidad como sí alude ese otro tipo de abreviación.
Entendiendo cómo se forma un criptónimo, podemos crearlos a nuestra mejor elección. En mi caso preferí CTS; no obstante, si quiero evitar la ambigüedad o doble significación que se produce con la sigla «Compensación por Tiempo de Servicio», solo emplearía CT y no C. T. ¿Te animas con el tuyo?
Al leer la nota que CTS (Con Todo Sentido), CTS (CarolaTueros,,,) nos hace de la CTS (Compensación…) como escueto título, me lleva a pensar que CTS es un criptónimo multivalente.