El artículo y los nombres propios 

Por , publicado el 1 de junio de 2022

Es sabido que usamos un nombre propio para distinguir a un ente animado o inanimado del resto de su especie; así, por ejemplo, Ana se puede utilizar para designar a un particular de género femenino en un determinado acto de habla (la gata Ana, la lora Ana, la hacienda Ana, la cafetería Ana, mi amiga Ana, etc.). Por eso, al ser elementos individualizadores, los nombres propios no necesitan de los artículos; sin embargo, nos encontramos con algunas excepciones que veremos a continuación. 

Con algunos topónimos o nombres de lugares que llevan artículo como parte del nombre propio por lo que se escribe con mayúscula inicial: La Habana, El Salvador, Las Vegas; en cambio, cuando no lo es puede llevar artículo o no: Perú, el Perú; Argentina, la Argentina. Sin embargo, es obligatorio cuando dicho topónimo lleva un calificativo (el caluroso Tarapoto) o un especificador (el Tarapoto de mi infancia). 

Dentro de los antropónimos, o nombres de personas, hay que distinguir los apellidos de los nombres de pila y de los apodos, motes o sobrenombres. Con los apellidos encontraremos tres casos. El primero, cuando el artículo forma parte del apellido y aparece con mayúscula inicial, se anteponga o no al nombre de pila: Laura La Rosa, Luis La Mota, señora La Fuente. Segundo, cuando el apellido comienza por la preposición de seguida del artículo, que si van precedidos del nombre de pila, ambos —artículo y preposición— aparecerán en minúscula: Juan de la Flor, Margarita de la Mata, pero si se omite el nombre de pila solo va mayúscula en la preposición: señor De la Flor, profesora De la Mata. Tercero, cuando acompaña a un apellido que designa a una familia, a un clan o a una dinastía, aparece en minúscula y en plural: los López, los Romanov, los Rodríguez, pero en singular cuando media un sustantivo común: la familia López, la dinastía Romanov. Asimismo, conviene señalar que tradicionalmente se ha usado el artículo delante de los apellidos de mujeres famosas con un carácter coloquial e informal y, en algunos casos, con un matiz descalificador: la Perón, la Monroe. 

De los nombres de pila hay que decir que si bien suele ser frecuente en casi todo el ámbito hispano que vayan precedidos de artículo en la oralidad (la Luisa, el Mateo), la norma culta lo rechaza, lo mismo si se trata de hipocorísticos o formas cariñosas de los nombres de pila (la Tati, el Pepe). En cambio, sí es obligatorio cuando estos aparecen en plural: los Pacos, las Marías, las Luisas, los Pepes, etc. También con minúscula inicial, pero en singular deberá aparecer el artículo cuando vaya con apodos, motes o sobrenombres, sustituya o acompañe al nombre de pila: la Faraona (por Lola Flores),  el Pelusa (por Diego Armando Maradona);  Isabel la Católica, Alfonso X el Sabio. 

Finalmente, conviene precisar que, al igual que lo señalamos con los topónimos, es obligatorio el artículo cuando los nombres de pila o los apellidos llevan un calificativo (el genial Lope de Vega, la encantadora María) o un especificador (el Vallejo que todos apreciamos, la María que conocí en mi niñez; El Dante de la Divina Comedia no es el Dante de la vida real; El Vallejo de Trilce es más emotivo que el Vallejo de Paco Yunque). 

2 comentarios

  • Kesli dice:

    Bonita historia

  • Racso Morejón dice:

    Excelente trabajo. Tengo una consulta, si me estuviera refiriendo a las obras de los escritores César e Irene Vellejo, podría decir “leer a los Vallejos es un placer…”? Gracias

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