El español como unidad relativa
Por Carola Tueros, publicado el 4 de febrero de 2019En enero de 2019, a raíz del debate que surgió por la traducción de los diálogos del español mexicano al español de España de la cinta Roma, nominada al premio Óscar como mejor película de habla no inglesa, ganadora este año de dos Globos de Oro y del León de Oro en el Festival de Cine de Venecia 2018, evidenciamos la trascendencia del idioma español.
No pretendemos en este artículo continuar el debate si estuvo bien o no que Netflix retirara los subtítulos en español, ya que era un absurdo subtitularla en un mismo idioma, tal como lo manifestó su director mexicano Alfonso Cuarón. Lo que sí nos parece interesante es rescatar la idea de que la lengua es una unidad relativa y no absoluta; aunque muchos hispanohablantes empleemos el mismo idioma, a veces no nos entendemos porque no todos manejamos los mismos niveles de la lengua española.
A cuántos no nos ha pasado que asistimos a una película extranjera con subtítulos en español y de pronto hay giros lingüísticos o bromas que no comprendemos y no porque estemos leyendo mal los subtítulos o no conozcamos nuestra lengua materna, sino porque está traducida en un español de otra zona que no empleamos. Así, una palabra como escuincle que a un sudamericano le parece fácil a un español se le «hace un mundo» y la entendería mejor si simplemente leyera crío. Ambos términos con el mismo significado de niño.
Hay, ciertamente, diferencias entre el español americano y el español europeo. Tenemos, por ejemplo, el seseo, nosotros somos seseantes porque en lugar de utilizar el fonema interdental fricativo sordo /θ/ (el sonido de la letra z y de la c solo cuando está ante las vocales e o i), empleamos el fonema fricativo alveolar sordo /s/ (el sonido de la letra s), taza /tása/ y tasa /tása/ se pronuncian igual en América, mas no en la mayor parte de España (en Andalucía y Canarias hay seseo); asimismo, usamos el ustedes en vez de vosotros como lo hacen en el centro y norte de España, que reservan el ustedes para la cortesía (plural de usted, pero no de tú).
Sin embargo, no solo hay contrastes entre el español americano y el europeo, sino que en un mismo continente hay términos que para algunos significan algo muy distinto que a otros, basta citar el caso de causa o pata. En Perú hace alusión a un amigo y si solo enunciamos causa, a un platillo típico llamado también causa limeña. En República Dominicana causa designa a una llaga y en Puerto Rico un achaque. Entonces, si me comunico con un peruano puedo decir: Hablaré con mi causa/pata o comeré esa causa; pero no en República Dominicana o Puerto rico, pues carecería de sentido «hablarle a una llaga o a un achaque» o «comerse una llaga o un achaque». Un mexicano en vez de causa o pata diría mi mana o mi manita y si es del sexo masculino mi carnal. Con estos simples ejemplos demostramos que el significado de las palabras cambia acorde con los contextos comunicativos y que los vocablos tienen distintas acepciones según dónde, cómo y cuándo se las utilice.
Es fácil comprobar que existen variantes en una misma lengua y que el español no es uniforme. Tenemos variantes diatópicas o geográficas que dependen del lugar. Podemos saber de dónde es un habitante peruano simplemente analizando cómo estructura las oraciones y cómo es su pronunciación (en el norte a un niño pequeño le dicen churre, en la selva o en la zona del río Amazonas huambrillo, en la capital niño o mocoso). Hay variantes diastráticas o sociales que dependen de la edad, del sexo, de la situación social o profesional. Son los diferentes niveles lingüísticos que por cultura poseen los hablantes: nivel superior o lengua culta, nivel medio o lengua familiar, nivel popular empleado en ambientes de poca cultura y la jerga o lengua marginal (un estudiante del último año de Medicina, cuando va al baño luego de haber ingerido muchos líquidos puede decir que «va a miccionar»; otro, recién ingresado a la universidad, «iré a orinar»; en cambio, un jornalero o bracero simplemente expresa que «mea o hace pichi»; y, por último, variantes diafásicas o registros que obedecen al contexto o situación comunicativa. No le hablamos igual a nuestro hijo de cuatro años que a nuestro jefe del trabajo, a un guardia, a nuestros padres o a nuestras amistades, etcétera, (un joven le dice a su mejor amigo: «Causa, un tombo me hizo pare en la cayetano camino a la jato porque me lukeó friki». Al contarle a su padre la misma historia enuncia: «Papá, un policía me detuvo en la calle cuando caminaba hacia la casa porque me vio extravagante»).
Es importante, por ende, considerar estas variedades de la lengua y determinar cómo cambia el habla de acuerdo con las regiones, con el nivel socio cultural y con el registro. Debemos contextualizar, ver las relaciones de campos semánticos con los contextos reales de uso comunicativo, determinar relaciones morfológicas, sintácticas, paradigmáticas e incluso pragmáticas.
Asimismo, necesitamos comprender la armonía que debe existir entre lengua, contexto y conocimiento del mundo porque la competencia comunicativa no solo incluye el conocimiento y dominio del código lingüístico, en este caso el español; sino que los aspectos sociolingüísticos, funcionales y discursivos también ocupan un lugar primordial. Recordemos que las palabras siempre se dan en contexto y dependiendo de la situación comunicativa pueden tener distintos significados. Lo que es culto o normal en una zona geográfica puede resultar inapropiado en otra. Tenemos que establecer criterios a la hora de hablar, fijarnos realmente en las palabras que usamos y así nos sentiremos dichosos de hablar y utilizar correctamente el español.
Carola Tueros
ESTOY TOTALMENTE DE ACUERDO AL ARTICULO HAY QUE INFORMARNOS BIEN ANTES DE HABLAR Y ESTAR MUY SEGUROS QUE ESTAMOS EN EL CONTEXTO ADECUADO PARA NO INCURRIR EN UN ERROR GARRAFAL
Creo que cuando menciona CA “mana” y “mamita”, se refiere a “manita” pues, efectivamente, en México se usa de manera coloquial y entre hermanos, incluso admite el masculino “manito”, cuando la hermana se dirige a su hermano; pero también se usa en algunas otras situaciones coloquiales, tal como sucede con “carnal”, que es propio del habla popular, sobre todo de la Ciudad de México, lo que refuerza lo dicho por CA en cuanto a variantes diatópicas y diastráticas.
Lo que no se dice es que la RAE da la sensación de querer, desde una minoría de hablantes, que la gran mayoría hable y escriba como en España.
Acaban de aclarar que el término “diesel” debe escribirse y pronunciarse como “dièsel”, cuando la mayoría, incluso sin saber inglés, lo usamos como “dìsel”.
Quizá, si la RAE se dedicara a legislar solamente acerca de la sintaxis del idioma y solamente recomendar, sobre todo con los nuevos vocablos que genera la tecnología.
En los dos primeros párrafos de la extensa nota de Carola Tueros dice, “….evidenciamos la trascendencia del idioma español.” “No pretendemos en este artículo continuar el debate si…”
¿Quiénes evidencian o pretenden si es una sola persona quien firma la nota?
«Lo que no se dice es que la RAE da la sensación de querer, desde una minoría de hablantes, que la gran mayoría hable y escriba como en España.»
Esto que dices, Papa Noel, no es cierto. La RAE ha quitado la tilde a muchas palabras como guión, que era lo normal en España, por adecuarlo al uso de la mayoría, que es el español americano. Y además lo hace en consenso con todas las academias americanas. Da la sensación contraria. Lea a Gustavo Alfredo Jácome.
Jacinto González: ¿Has oído acerca del “plural de autoría”; “plural de modestia”; y “plural mayestático”? Valdría la pena que consultaras acerca de estos términos. Ahí encontrarías la respuesta a tu pregunta “¿Quiénes evidencian o pretenden…?”
Concretamente, Carola Tueros hace uso del plural de autoría.
Estimado Jacinto:
Es correcto el uso del plural, así lo haya escrito una sola persona, puesto que se hace uso del plural de modestia o cortesía, también llamado plural mayestático o plural de autoría.
Esperamos haber resuelto su inquietud.
Saludos cordiales,
Castellano Actual
Buen Día, quisiera dejar mi disconformidad, con respecto a que nos dicen en el mundo que hablamos español, y no es nada mas errado, por que en realidad hablamos “CASTELLANO” el dialecto que adoptaron los reyes de España, en los siglos aquellos de formación del viejo mundo, provenientes de Castilla, España; ya que los reyes eran oriundo de allí, por favor aclaren ese tema no van a dejar de ser Españoles por el simple echo de decir que hablan castellano y por cierto en España hay muchos dialectos o idiomas autóctonos. Seria mejor aclarar eso por el bien del idioma castellano y no de algunos que quieren inventar un nuevo idioma agregando cosas innecesarias, como lo están haciendo aquí, en Argentina; gracias, el castellano es extenso y hermoso no hablamos ni conocemos el cincuenta por ciento de ella. Me gusta esta pagina y sus explicaciones claras y instructiva. Yo Daniel
La palabra “escuincle” no se conoce en Argentina. Y nos resulta casi impronunciable.
Saludos.