El “faenón” de las “petropalabras”
Por Susana Terrones Juárez, publicado el 25 de agosto de 2012La difusión de los audios que revelaron el negociado de pagos por la concesión de la buena pro en favor de la compañía noruega Discover Petroleum para explotar cinco lotes petrolíferos en el zócalo continental y en Madre de Dios, fue sin duda uno de los hechos más destacados que hizo noticia en el 2008 y que los medios locales trasmitieron como el caso de los “petroaudios”, calificado también por algunos periodistas extranjeros como la crisis del “petrogate” peruano. Esta situación trajo consigo la aparición de nuevas palabras que rápidamente pasaron a formar parte de nuestro vocabulario. Así, los términos audio y petro alcanzaron un gran protagonismo.
Según el DRAE (2001), audio es la ‘técnica relacionada con la reproducción, grabación y transmisión del sonido’; y puede emplearse como palabra suelta: “el audio no funciona”, “grabó un audio” o como elemento de un compuesto: audiómetro, audiovisual. Por su parte, petro se crea por el acortamiento de la palabra petróleo y suele utilizarse en su forma simple o como constituyente de un compuesto: “Petroperú”, “Perupetro”. Tenemos así que audio y petro son dos términos que al combinarse dan origen a la palabra compuesta petroaudio, con la que se alude a la grabación de una serie de conversaciones telefónicas relacionadas con el hecho en cuestión.
Para referirse a los petroaudios la prensa internacional ha utilizado, asimismo, el término petrogate, otro compuesto creado por analogía con el caso Watergate, nombre propio de un complejo de oficinas en Washington D. C., donde se encontraba la sede del Comité Nacional del Partido Demócrata y en el que cinco hombres fueron detenidos mientras trataban de instalar equipos electrónicos de espionaje. Este caso puso en evidencia las actividades ilegales de la administración republicana del presidente Richard Nixon durante la campaña electoral de 1972, en Estados Unidos.
Por otro lado, si nos fijamos en los contenidos de los “petroaudios”, recordaremos lo que Alberto Quimper le dijo a Rómulo León en una de sus conversaciones telefónicas: «Ok., ya, ya, entonces muy bien todo, hermano. Están contentos ellos, ah. Es que hemos hecho un “faenón”…». Con esta última palabra el ex miembro del directorio de Perupetro hacía referencia, en ese contexto, a la “gran tarea realizada”, al “logro de una gran hazaña”. “Faenón” es una palabra derivada formada por la palabra base “faena” (‘labor’, ‘tarea’, ‘trabajo’) y el sufijo aumentativo -ón.
En relación con el “faenón”, algunos medios utilizaron otros términos, como “aceitar” (equivalente a sobornar), pues por las grabaciones se sabe que los implicados recibieron considerables cantidades de dinero de la empresa noruega Discover Petroleum para “aceitar” a funcionarios públicos y favorecerla en el proceso de concesión de los lotes petrolíferos. Como la población no estuvo ajena al escándalo del petrogate, pronto apareció en los titulares la llamada Jornada de lucha, marcha de protesta convocada por los principales sindicatos y gremios profesionales, lo que puso en evidencia un índice de popularidad del gobierno de Alan García en “caída libre”.
Vemos, pues, que alrededor de los petroaudios, que recuerdan a los conocidos vladivideos, han ido apareciendo otras palabras como lo revela también el siguiente comentario que encontramos en un blog de internet: “El fujimontesinismo cayó por un Kouri-video, este gobierno puede caer por un petroaudio, Lucianita está cayendo por un petromail. ¿Y si toda la sarta de weblogueros caemos por algún petroblog? Se podría caer por un petrocelular o un petrophone, o a lo mejor por un petrocomentario”. Entonces, tengamos cuidado… No sea que hagamos el “faenón” con las tantas petropalabras que pululan por ahí y terminemos cayendo como los petroespías.