El habla infantil

Por , publicado el 1 de septiembre de 2014

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El tercer domingo de agosto se celebra en Perú el Día del Niño, fecha que nos da pie para abordar –aunque muy brevemente–, dos aspectos básicos del habla infantil sobre los que don Samuel Gili Gaya, eximio profesor y lingüista español, disertó en su discurso de incorporación a la Real Academia Española, en 1961.

Gili Gaya reconoce en el habla infantil dos procedimientos que permiten a los niños que empiezan a dar sus primeros pasos en el lenguaje hablado irse apropiando de su lengua y valiéndose de ella para expresar su mundo interior: la imitación y la creación.

Los niños, indudablemente, aprenden a hablar primero por imitación; esto es, el habla de los padres, del entorno cercano, social, les sirve de modelo para sus primeras palabras y luego ya oraciones. Sin embargo, esta imitación no es mecánica, sino «selectiva y condicionada, de un lado por sus vivencias, y de otro por los recursos verbales que sabe manejar». Advertimos aquí la enorme importancia de los modelos lingüísticos con que el niño entra en contacto desde edad temprana, que ayudan a configurar no solo su riqueza léxica, sino su capacidad de pensar y de simbolizar su pensamiento a través de la lengua.

Pero el niño también «crea» su lengua: tiene «la capacidad de combinar los recursos lingüísticos para ajustarlos a vivencias que nunca se repiten idénticas». No nos serán ajenas palabras inventadas por cada niño, que luego con el modelo adulto terminan por desaparecer o que se guardan de recuerdo en el seno familiar. En el ámbito gramatical, el llamado pretérito imperfecto de «ficción» es usado casi exclusivamente por los niños en sus juegos: Yo era el bueno y tú me querías atrapar, que Gili Gaya atribuye a una analogía con el uso del imperfecto en los cuentos tradicionales: Había una vez; Este era un rey que tenía…

En conclusión, la actividad imitadora no es como la del loro, que repite mecánicamente; la del niño es una imitación creativa. El modelo adulto le sirve de punto de partida, pero no limita su accionar. No nos preocupemos solo de corregir los errores (*sabo, *cabo, *traí…), pues llegados a la «edad de la razón» se darán cuenta ellos mismos; lo importante es admirar y entender esa capacidad de salirse de lo esperado, de lo normado; disfrutemos con sus ocurrencias creativas.

Shirley Cortez González
Universidad de Piura

4 comentarios

  • Jorge Guillén dice:

    Después de disfrutar un momento familiar con mi esposa, hija y hermana; debíamos separarnos. Mi hermana debía cumplir con su agenda del día y los demás regresar a casa. Mi pequeña había disfrutado más que todos pues tenía en frente a su tía favorita y, al parecer, quería que la reunión se prolongara con todos los integrantes, por ello mostraba su tristeza ante la separación de la tía. Al ver esto, mi hermana propuso llevarse un momento pero mi pequeña nos miraba con pena y no se decidía. Ante tamaña indecisión pregunté (algo impaciente) a mi angustiada hijita: ¿te vas con tu tía o te quedas con nosotros? Ella respondió, entristecida: “me quedo con nosotros”.

    Cuando recuerdo lo sucedido siento nostalgia, mi hija esta en otra etapa de su vida y añoro sus abrazos, su risa, su llanto… sus expresiones.

  • Aída Chang dice:

    También los aprendientes del español como yo, son creativos como los niños.

  • Generoso Polanco dice:

    Excelente sitio… Lo seguiré…
    Generoso.

  • Este es un tema fascinante del que me gustaría contar con una vasta bibliografía.

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