El reino de las mayúsculas
Por Kira Elena Morales Zamora, publicado el 25 de marzo de 2019Al remontarnos a los orígenes de nuestra escritura, descubrimos que los grandes filósofos y escritores romanos no conocieron las minúsculas. Es decir, que las mayúsculas ejercieron su hegemonía durante muchos siglos antes de devenir minúsculas.
Si bien los historiadores no saben exactamente cómo surgieron las minúsculas, coinciden en que durante el reinado de Carlomagno, el erudito y pedagogo anglosajón Alcwin o Alcuino de York promovió su expansión. Hay distintas versiones de por qué. Hay quienes sostienen que Carlomagno, aunque no sabía leer ni escribir, era un gran enamorado de la cultura y, por ello, insistió en que se alfabetizara el imperio. Ante esta petición, Alcuino de York, quien se había convertido en una especie de ministro de educación de la época, adaptó las capitales cursivas que, como se explica en La ortografía de la lengua española, “se denominaban así por derivación del verbo currěre, ‘correr’, “de ejecución rápida, usadas para los escritos de asuntos comunes de la vida diaria, inventarios, contratos, anuncios, cartas o documentos privados, edictos, etc.)” (OLE, 2010: 442).
Otra versión de la elección de las minúsculas hace énfasis en el deseo del emperador por aprender a leer a escribir. Para ese entonces, los escribanos copiaban todo en mayúsculas y sin espacio entre palabras, por lo que se complejizaba el proceso lector. Para facilitarle el aprendizaje a Carlomagno, Alcuino de York propuso separar las palabras y utilizar las minúsculas. De lo que no parece quedar duda es que esta elección fue para facilitar tanto escribir como leer.
Del cómo se propagó este tipo de letra, tampoco se tiene información precisa: Hay quienes afirman que los eruditos que habían servido al imperio fueran luego a servir a abadías lejanas y, como se explica en el artículo “La minúscula carolingia, una letra para un imperio”, publicado en http://www.cabovolo.com/2009/09/la-minuscula-carolingia-una-letra-para.html, estos se llevaban los libros consigo de tal manera que el estilo de escritura se fue propagando. Lo que sí se ha rastreado es que, entre la esta propuesta de Alcuino, hasta su total consolidación, pasaron unos cuantos siglos. Como se explica en la OLE:
Esta práctica no quedó plenamente asentada hasta el siglo XV, en el que los impresores humanistas italianos, en reacción contra de la letra gótica que predominó durante el siglo XIII, crearon un tipo de letra que retomaba la minúscula carolina, utilizando para los destacados las letras capitales de las inscripciones romanas (2010: 445).
De esta forma, se daba origen a esta caligrafía combinada de minúsculas y mayúsculas que hoy en día es de uso común.
Es interesante pensar en que, así como en la época carolingia el exceso de mayúscula resultaba difícil e incluso antipático de leer, tardase tanto en desplazarse el uso sostenido de las mayúsculas. Y llama la atención, cómo hoy en día, tantos siglos después, los usuarios de internet hayan convencionalizado el hecho de que la escritura de un enunciado totalmente en mayúsculas se considere una falta de cortesía o un gesto de agresividad. Así, si se coloca en algún buscador: Uso de mayúsculas en las redes, por mencionar algún ejemplo referente a este tema, la mayoría de las coincidencias registran que un enunciado todo en mayúscula significa, en el mejor de los casos, un llamado de atención o una exclamación, pero continuado y sostenido (como se escribía en un principio) se interpreta como grito. Incluso, esto ha llegado a tales extremos, que hace un poco más de diez años fue noticia que una empleada neozelandesa fue despedida de su trabajo por crear un ambiente hostil entre sus compañeros al enviar correos, entre otras características, cargados de mayúsculas y subrayados, aunque dos años después su despido fuese declarado improcedente y hubiese recibido una indemnización de 12 000 euros (https://www.20minutos.es/noticia/509923/0/despedida/mayusculas/correo-electronico/)
Esta anécdota resulta aún más curiosa, cuando se descubre la historia de las minúsculas y se revela que en un principio quienes reinaron fueron las mayúsculas.
Kira Elena Morales Zamora
…y después, para o con el beneplácito de los doctos, se comenzó a regular y regular su uso con todas sus normas, excepciones e incógnitas, por las que nunca pudieron poner multas pecuniarias. Hay que poner mayúscula al iniciar, Sí, elegante y bonito. Así otros. Hasta que, con tanta regulación, vino la confusión en que solo los doctos saben las reglas y uno tiene que aventurarse o adivinar..
¿Cómo era la cosa en tiempo de los egipcios con su jeroglífica escritura?
Lo más curioso de todo es que esa norma (solo poner mayúscula a nombres propios, después de punto y al empezar el texto) es sumamente sencilla y, sin embargo, da la impresión de que solo la recuerdan los doctos.