Entre comillas
Por Karent Urízar González, publicado el 14 de septiembre de 2023Titulares como “Si Otárola habla de ‘Plan Boluarte’ y luego fracasa, fracasa la presidencia” (El Comercio, 8 de setiembre de 2023) nos muestran que tipográficamente existe más de un tipo de comillas. Las primeras, dobles, delatan la repetición de lo que alguien ha dicho, mientras que con las simples se trata de resaltar una parte de su propio texto. En uno y otro caso, apreciamos la conocida función de las comillas para reproducir palabras o citas textuales.
Estas comillas simples (‘ ’) y dobles (“ ”) se llaman inglesas, pero en español se emplean, además, las denominadas angulares, latinas o españolas (« »). La normativa académica recomienda el uso de estas en primer lugar, y sucesivamente el de las dobles y simples para las partes de un texto ya entrecomillado: «Me dijo: “La palabra que buscas significa ‘hombre’”» (Libro de estilo de la lengua española, 2018, p. 120). A pesar de esta recomendación académica, el uso de las comillas angulares tiende a disminuir en favor de las inglesas, tanto en los textos digitales como en los manuscritos. Es posible que se deba tanto a la configuración de los teclados para la lengua inglesa como a su trazado más sencillo.
En cuanto al uso de las comillas simples, además de emplearse dentro de una secuencia que ya tiene comillas, se usan para delimitar significados de expresiones en obras técnicas y extranjerismos: La voz apicultura está formada a partir de los términos latinos apis ‘abeja’ y cultura ‘cultivo, crianza’ (Libro de estilo de la lengua española, 2018, p. 121).
Otra posibilidad de las comillas (simples o dobles) es resaltar palabras como tecnicismos, coloquialismos en textos formales o palabras expresadas de manera irónica. Este último uso hace décadas que se ha extendido, curiosamente, a la lengua oral, cuando algunos hablantes acompañan sus palabras simulando con los dedos el trazo de las comillas, a fin de resaltar la ironía: la primera vez, posiblemente, que un elemento ortográfico se manifiesta en el ámbito de lo gestual.
Se usan comillas también para marcar títulos incluidos en una pieza mayor, como capítulos, poemas, canciones o artículos académicos integrados en una obra literaria, académica, musical… El nombre de la obra completa irá en cursiva: Me encanta el poema “Espergesia” de Los heraldos negros. Si el nombre de la obra completa no estuviera en la frase, entonces, los títulos “menores” pueden ir tanto entrecomillados como en cursiva: Me encanta el poema “Espergesia” o Me encanta el poema Espergesia.
Asimismo, es necesario recurrir a las comillas cuando el soporte del texto no permita escribir la cursiva –por ejemplo, en la escritura a mano–, pero no se deben usar para escribir nombres de entidades o instituciones, pues basta su escritura con mayúscula inicial para destacarlos como nombres propios. Por otro lado, el Libro de estilo de la lengua española (2018, p.167) menciona que en la escritura manual es habitual subrayar los títulos para reemplazar las cursivas, pero que el subrayado es innecesario en los textos impresos.
Para terminar, debemos mencionar que la Ortografía de la lengua española (2010, p. 345) sugiere escribir entre comillas y mayúscula inicial los títulos largos de leyes, programas, planes, proyectos, asignaturas, cursos, etc.: «Lingüística aplicada a la enseñanza de español como lengua extranjera» o también podrían escribirse con cursiva y mayúscula inicial solo en la primera palabra: Lingüística aplicada a la enseñanza de español como lengua extranjera. En cambio, cuando no son largos y sin resalte de cursivas o comillas, pueden ir con mayúscula inicial en todos sus elementos significativos: El Reglamento del Congreso de la República (…) precisa las funciones del Congreso y de la Comisión Permanente (…).