“Gásteme, caserita”

Por , publicado el 7 de diciembre de 2012

Al pasar por los puestos del mercado, frecuentemente escuchamos un conglomerado de voces provenientes de los vendedores de frutas, abarrotes o de ropa, quienes para atraer la atención de un posible comprador se dirigen a él con las expresiones: “Gásteme, caserita”; cómpreme a mí”; “qué me va a comprar”; “qué me lleva”; “qué me va a gastar”… Sin duda, cada una de estas expresiones no pasan desapercibidas a nuestros oídos y mucho menos cuando se utilizan verbos como gastar y llevar en lugar de comprar. Por esta razón, en el presente artículo nos detendremos en cada uno de los enunciados y analizaremos además el papel que cumple el pronombre átono me.

Por su propia naturaleza léxico-semántica, el verbo puede ir acompañado de una serie de complementos para completar su significado. Si decimos “Cómprele mangos de Chulucanas a la casera de al lado”, el verbo comprar exige la presencia de mangos y, a su vez, puede ir acompañado de otro complemento a la casera de al lado. Pero, como lo normal no es hacerle publicidad al vendedor de la competencia, sino obtener uno mismo el mayor número de ventas, podríamos decir: “Cómpreme mangos de Chulucanas”. En este último caso, me en posición enclítica (unido al verbo) alude a un referente –al vendedor–, que se corresponde con la primera persona del singular (yo) y no con la tercera, como en “Cómprele…” del ejemplo anterior. Asimismo, en “qué me va a comprar”, el pronombre proclítico (al lado del verbo) me alude al mismo referente. En ambos casos, este pronombre átono cumple la función de complemento indirecto que estos casos expresa el beneficiario de la acción verbal. Asimismo, me (al igual que los otros pronombres átonos: te, se, le/les, nos y os) puede ir acompañado de su correspondiente refuerzo tónico; por lo tanto, podemos decir “Cómpreme a mí”, “qué me va a comprar a mí” o, de lo contrario, “Cómprele a él/ella porque ya no me quedan mangos”, “qué le va a comprar a él/ella”.

De otro lado, al decir “qué me lleva”, esta oración responde a la estructura: llevar (como equivalente a ‘comprar’) algo a alguien. Sin embargo, con el significado de ‘conducir algo de un lugar a otro’, el pronombre me adquiere una carga expresiva que denota la presencia del hablante en el enunciado emitido. Se trata de un rasgo propio del habla coloquial que se caracteriza por resaltar el interés del hablante en lo expresado por el verbo. A diferencia de los casos anteriores, en esta expresión el pronombre me cumple la función de dativo superfluo o ético; llamado así porque puede omitirse sin llegar a alterar el significado de la oración.

Esta función la podemos observar aún de modo más intenso en las expresiones “Gásteme, caserita” y “qué me va a gastar”. En los dos casos el verbo gastar determina la presencia de un complemento, algo (dinero), pero no a alguien. Sin embargo, el carácter expresivo del enunciado, que denota la presencia y el interés de los vendedores, trae consigo que hagan uso del pronombre átono me con el fin de atraer la atención de los transeúntes.

Sin duda, podemos establecer una diferencia entre el dativo superfluo presente en “qué me va a gastar” y el complemento indirecto de “cómpreme mangos”. Al omitirse el pronombre, el sentido del primer enunciado –“qué va a gastar”– no se ve afectado como en “compre mangos”, puesto que en este último no se indica el beneficiario de la posible compra. Por consiguiente, la función comunicativa ya no sería apelativa sino solo informativa, lo que, precisamente, no responde al propósito de una comunicación entre un vendedor y un comprador.

En consecuencia, ante los llamados insistentes de los vendedores y ante los irresistibles mangos piuranos, no nos queda más que decir: “Te (indirecto) voy a comprar unos manguitos; pero si me (dativo) los llevo ahoritita, me (dativo) los terminaré comiendo por el camino. No te me (dativo) vayas, ya regreso”.

Inés Arteaga Campos

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