Hablar con restricciones 

Por , publicado el 20 de marzo de 2025

Según datos recientes, más de 16 millones de peruanos usan Tiktok, lo que la convierte en la tercera red social favorita del país. Los usuarios de esta red la emplean no solo para entretenerse, sino también como plataforma comercial, donde prospera un creciente mercado de ventas a través de transmisiones en vivo (Live), que es el foco de atención para este artículo. 

En primer lugar, estamos ante un texto multimodal, en el que se combinan los recursos de la oralidad y de la escritura. Este tipo de interacción entre hablantes permite al emisor comunicarse oralmente y también aprovechar el espacio físico y virtual para transmitir información (número de teléfono, stickers, premios…). Además, a diferencia del emisor, que es visto y oído por los receptores, estos solo se pueden comunicar por escrito, con textos breves, directos y que se suceden rápidamente, pues compiten con otros espectadores (unos pocos, centenas o miles) que se encuentran simultáneamente en la misma interacción. 

Como es usual en este tipo de medios, la red social exige a sus usuarios respetar unas normas de la comunidad. Así pues, el vendedor debe estar pendiente no solo de lo que muestra en su transmisión en vivo, sino también de lo que dice, ya que el algoritmo podría identificar ciertas palabras o expresiones como ofensivas, incitadoras de conductas no deseadas o que afectan derechos de autor o marcas registradas, lo que llevaría al corte de la transmisión y el bloqueo de la cuenta. Ante esta situación, los vendedores han implementado algunas estrategias lingüísticas que les permiten sortear estas restricciones y cumplir con su objetivo sin mayores inconvenientes. Por ejemplo, en la descripción del color del producto se evita mencionar la palabra negro, pues su repetición constante podría activar la alarma antirracista de la plataforma, por lo que la sustituyen con un término equivalente: morocho u oscuro son los dos términos recurrentes. 

Otro recurso empleado es el de la sinécdoque, que evita la mención oral del nombre de las billeteras digitales (Yape, Plin) con que se efectúan las transacciones, de modo que, en lugar del nombre propio, se menciona solo el color que caracteriza al aplicativo: moradito (Yape) y azulito (Plin). 

Asimismo, para la designación de la moneda local, los vendedores recurren a la apócope, acortando la última sílaba de la palabra soles, de manera que en el precio se indica así: 30 so, 25 so, 45 so… Este recurso también ayuda a evitar la mención del nombre de las marcas comerciales reconocidas que tienen más de una sílaba, pero en otros casos se recurre bien al deletreo parcial o total del nombre: ge (por Guess), eme ka (por Michael Kors), Tom o te hache (por Tommy Hilfiger, etc.); o bien, a la metonimia; esto es, se reemplaza el nombre de la marca por la figura o un elemento que lo identifica, como en “la marca del monito” (por Kipling). 

Por último, la transmisión en vivo exige que el vendedor recuerde permanentemente al espectador interactuar con la pantalla dando “tap tap al coranzocito”. Así, la onomatopeya tap tap reemplaza a la expresión inglesa double tap, nacida en el contexto de las redes sociales, que permite al usuario demostrar su agrado o interés por el contenido que está viendo. 

Está claro que estas estrategias de las que se vale el hablante lo ayudan a lograr su objetivo comunicativo, que no es solo convencer al receptor de adquirir su producto, sino también engañar al algoritmo para poder seguir usando la plataforma sin censuras, gracias al ingenio del hablante y a las posibilidades de la lengua. 

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