Hablemos, «no hay moros en la costa»
Por Cynthia Briceño, publicado el 19 de junio de 2017En nuestra lengua contamos con un conjunto de palabras que indican la procedencia geográfica de las personas. A estas voces, que cumplen tanto la función de sustantivo como de adjetivo, se les conoce como gentilicios: Aquel piurano nos enseñó a bailar tondero; Los italianos celebraron el triunfo de su selección; La película Un americano en París fue estrenada en 1951; El escritor peruano Mario Vargas Llosa presentó su última novela; El deportista sudafricano sufrió una lesión en plena competencia; A los costeños les encanta el clima de la sierra.
No obstante, los gentilicios no se emplean únicamente para denotar la relación con un lugar geográfico. Debido a los diversos matices en sus acepciones, pueden connotar otros significados; por ejemplo: No hay moros en la costa. Esto quiere decir que los gentilicios presentan una naturaleza semántica compleja, cuyos sentidos están determinados por distintos factores. Herrera Santana (citada por García y Morera en Gentilicios y lexicografía, 2015: 87) afirma que los gentilicios suelen cargarse de significados colaterales muy diversos debido a las creencias religiosas y a las circunstancias históricas, sociales, culturales, políticas y económicas. A continuación, revisaremos algunos gentilicios que se emplean con frecuencia para referir realidades distintas a las de su sentido primario.
El primero que revisaremos es chino. Este término designa a la persona natural de China. En la expresión «El Presidente del Consejo no dice más que embustes, y a todo el que coge le engaña como a un chino» de Benito Pérez Galdós (La incógnita, 2003: 107), el significado del gentilicio chino se deriva al de ‘persona engañada o que le han tomado el pelo’. Asimismo, la locución de chinos, que recoge el Diccionario combinatorio práctico del español contemporáneo (2006), se emplea con el sentido de ‘mucha paciencia’: decir que es un trabajo de chinos es destacar la paciencia con la que uno se dedica a un meticuloso y largo quehacer o tarea. Gracias al procedimiento de la metonimia, el gentilicio chino pasó a designar una nueva realidad; es el caso de la expresión el chino de la esquina: «Esta frase de nuestra lengua familiar que designa una modesta pero surtida tienda de abastos, está hoy en extinción. Ya parece no haber chinos instalados en bodegas y pulperías en las esquinas», señala la lingüista peruana Martha Hildebrandt (El Comercio, 1 de junio de 2014).
El segundo que veremos es gitano. Término proveniente de egiptano, pues en el periodo clásico se creyó que los gitanos provenían de Egipto (Breve diccionario etimológico, 2008). Según el Diccionario de la lengua española (2014), se le llama gitano a la persona que proviene de ‘un pueblo originario de la India, extendido por diversos países, que mantiene en gran parte un nomadismo y ha conservado rasgos físicos y culturales propios’. En relación con algunos rasgos de su sentido denotativo, este gentilicio se emplea también para señalar el modo de vida errante de algunas personas: Me cuentan que vivieron mucho tiempo como gitanos. Asimismo, el significado primario del gentilicio se ha derivado en otros de connotación peyorativa, como el de la frase No te dejes engañar por este gitano. En ese contexto, el gentilicio alude a una persona ‘trapacera’ (que obra con engaños); acepción que recoge el DLE y que señala como ofensiva y discriminatoria. No menos desfavorable es la connotación de gitano en el dicho popular Entre gitanos no nos leemos las manos, donde el gentilicio encierra el sentido de ‘astuto, mentiroso’; por lo tanto, se desprende de la frase anterior que las personas conocedoras de trucos y mañas no podrían engañarse entre sí.
Otro término es moro. Este gentilicio proviene del latín Maurus ‘habitante de Mauritania’ (Diccionario crítico etimológico castellano e hispano, 2007), y este del griego Maũρoς. La voz latina Maurus, ya en los siglos XII y XIII, se empleaba con el sentido de ‘color oscuro’ por alusión al color de la piel (Breve diccionario etimológico, 2008). Actualmente, y en relación con el sentido anterior, en Cuba se emplea el adjetivo moro para señalar a la persona de tez oscura y cabello negro. Por otro lado, y en su sentido primario, el gentilicio moro nombra a la persona natural del África septentrional frontera a España; y también al musulmán que habitó en España desde el siglo VIII hasta el XV (DLE, 2014): Los moros invadieron la península ibérica en el año 711. El dicho popular No hay moros en la costa (expresión que indica que el lugar está libre de todo riesgo o amenaza) se desprende del sentido denotativo de moro, pues (recurriendo a la historia) cuando un poblador europeo pretendía aproximarse a las costas mediterráneas, primero debía constatar que estuviese despejado de moros. Con el tiempo, en España, se aplicó a todos los mahometanos, y de ahí pasó a significar ‘gentil, pagano no bautizado’ (Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, 2007). En la actualidad, en algunas zonas del norte del Perú, todavía es popular decir que un niño es moro cuando aún no ha sido bautizado, tal como aparece en el texto de Edmundo Arámbulo (Diccionario de piuranismos, 1995: 183): «Haz bautizar a tu hijo que está moro, para que no lo asuste el duende».
Finalmente, nos ocuparemos de judío. Este gentilicio designa a la persona natural de Judea, país del Asia antigua. Asimismo, se le llama judío a quien profesa la ley de Moisés, el judaísmo. Este gentilicio también es empleado con el sentido ofensivo de ‘persona avara, usurera’: Es un judío, no hagas negocios con él. El Diccionario de americanismos (2010) recoge la palabra judío con el significado de ‘comerciante que vende muy caro’: Es un judío, no te va a hacer ningún descuento.
A partir de lo expuesto, se puede afirmar que la variedad de significados de los gentilicios constituye una pequeña muestra del extraordinario carácter polisémico de las palabras de nuestra lengua, lo cual pone de manifiesto la riqueza expresiva del castellano. Sin embargo, esta abundancia expresiva no debe descuidar la ética del lenguaje. Los gentilicios judío y gitano, por ejemplo, no encierran ningún sentido negativo en sí mismos, pero adquieren un significado discriminatorio y despectivo en las frases No te dejes engañar por este gitano y Es un judío, no hagas negocios con él. En consecuencia, a pesar de que toda lengua es viva, y que por tal razón se modifica (como hemos visto en los casos anteriores), debemos prestar atención a sus usos, de modo que no incurramos en la deshumanización. No olvidemos que, y tal como señala Manuel Casado (Lenguaje, valores y manipulación, 2010: 89), «la actividad de hablar comporta una serie de exigencias éticas».
Cynthia Briceño Valiente
Referencia de imagen: MITXEL (7 de febrero de 2016) Dicho popular: “Hay (o no hay) moros en la costa” [Figura]. Recuperado de http://www.recursosacademicos.net/web/dicho-popular-hay-o-no-hay-moros-en-la-costa/
No sé cómo era en Piura ni en otros lugares, pero en el Miraflores de antaño y en otros barrios limeños, todos los chinos (las bodegas) estaban ubicados en una esquina, salvo uno, por el puro centro de Miraflores, ubicado a la mitad de una cuadra, en la calle Bellavista y muy cerca del hoy Teatro Británico.
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El chino, la bodega, más tarde podía ser de un japonés, pero lo seguíamos llamando “chino”.
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Un chino más moderno, el de la calle Dos de Mayo en San Isidro, creció y creció para convertirse en Wong, hoy casi sinónimo de súper mercado donde se acabaron los “caramelos del cinco”, el “regateo” y la “yapa” términos que CA podría tratar.
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Para terminar, y se podría hablar más, en el centro de Lima, por la calle Capón, el barrio chino, he visto chinos “fumando como chino”.
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Solo una puntualización: en Cuba, “moro” no señala a la persona de tez oscura y cabello negro, sino al mulato oscuro con los rasgos finos y el pelo “bueno”, en contraposición con el cabello de los negros.
Y respecto a lo de que “los moros en la costa” tampoco es muy verosímil la explicación de que “un poblador europeo pretendía aproximarse a las costas mediterráneas, primero debía constatar que estuviese despejado de moros. Con el tiempo, en España, se aplicó a todos los mahometanos, y de ahí pasó a significar ‘gentil, pagano no bautizado’”.
Moro nunca -que yo sepa- ha significado “gentil”, y el término “moro” designa en castellano a los norteafricanos y esa es su principal y casi única acepción en España. Lo de los “moros en la costa”, es muy posterior, y posiblemente provenga de las constantes razias que se daban en litoral mediterráneo español antes y después de la Reconquista, y que contaban con la cooperación necesaria de mudéjares y moriscos que habitaban las costas y, al parecer, señalizaban los lugares propicios para los desembarcos y ofrecían otros apoyos logísticos a sus hermanos de religión que asolaban el Mediterráneo. De hecho, muchos cristianos de la época venían a estas comunidades moras como un auténtico “Caballo de Troya” en la península.
Por cierto, hace tiempo escribí sobre “moro” y “moreno” en mi blog:
http://www.egocheaga.com/moreno/