“Hipocampos no habemos sino nosotros”
Por Carlos Arrizabalaga, publicado el 17 de abril de 2017Esa es la respuesta que da el enigmático personaje del entrañable relato póstumo de Abraham Valdelomar: “El hipocampo de oro” (1920), que Valdelomar había publicado solo en parte en la revista Variedades, en octubre de 1919, poco antes de morir en un fatídico viaje a Ayacucho. En este blog ya se han respondido varias consultas relativas a si se puede decir o es incorrecto el empleo de “habemos”. Pero tal vez sea momento de volver sobre el asunto.
Nuevamente parece abrirse el debate porque hace pocos días el congresista de la República Julio Rosas enfatizó que: “Sí habemos congresistas que sabemos defender legítimamente los derechos humanos de todas las personas”. Lo hacía en referencia a un decreto ley para endurecer las penas que la comisión correspondiente había observado por razones diversas. Algunos medios trascribieron sus declaraciones señalando “habemos [sic] congresistas”, tal como se suele hacer cuando se trata de una incorrección en un escrito.
En otros casos no lo habían corregido. Bruce Montes de Oca, en noviembre de 2009, manifestó que “habemos congresistas que no aprobamos ni tapamos la impunidad de nadie”. Ese mismo año el congresista Mauricio Mulder decía: “todavía habemos muchos congresistas […] en favor del unicameralismo”. Martha Hildebrandt (El habla culta, 2000 y 2003) recoge más y podríamos traer a colación ejemplos mil, porque es bastante usual.
Habemos, decíamos en este blog, es una forma arcaica de la primera persona del plural del presente de indicativo del verbo haber. La forma hemos es en realidad la forma popular evolucionada del latín: habemus pero esta fue repuesta en el idioma (incluida la lengua escrita) por analogía popular o por hipercorrección. El español moderno la desterró finalmente para imponer como norma la forma irregular. Es incorrecto, por supuesto, utilizar habemos en la formación de los tiempos compuestos. No se debe decir *Habemos celebrado el cumpleaños de Juan, sino Hemos celebrado el cumpleaños de Juan. Pero es perfectamente correcto en todo el idioma castellano en una expresión coloquial que se conjuga en esta forma analógica: habérselas con [una persona o cosa] (enfrentarse o tratar con ella a la fuerza): ¿Con quién nos las habemos? Nos las habemos con un gran blog llamado Castellano Actual.
En el caso de “habemos congresistas” aparece el significado estativo y existencial del verbo haber, que en España y otros países tiene forma impersonal. Pero en México, los países de Centroamérica y toda la enorme región andina, es común el empleo de haber existencial con sujeto, sobre todo en plural: Habemos algunos que pensamos igual. También con el sentido estativo: “No hay Mario”. En el Perú este empleo abraza ampliamente la norma culta y eso pese a que es censurado por los académicos.
En una oración como “habíamos treinta personas en la sala”, ―dice Martha Hildebrandt (2000 y 2003)― habíamos tiene sin duda la ventaja de expresar claramente que el hablante está incluido entre las treinta personas de la aseveración. La forma impersonal propugnada como correcta: “había treinta personas en la sala”, en cambio, no proporciona esa información. Por ello “resulta irremplazable para muchos peruanos a pesar de su exclusión de la lengua general”.
La norma académica rechazaba de cualquier modo la pluralización de “haber” y su uso estativo y existencial, aunque en los últimos años se ha mostrado mucho más abierta. El Diccionario panhispánico de dudas (DPD, 2005) expresaba un dictamen rotundo y negativo. No tomaba en cuenta los estudios sobre el español americano. En los materiales recogidos en Lima por Rocío Caravedo (1989) para el estudio coordinado del habla culta, George de Mello (1991) encontró sí 62 casos de haber impersonal en singular, pero 42 casos en que se pluraliza el verbo (casos como: “Habíamos un grupo de todos los viernes en la tarde”), lo que da un porcentaje de 40% para la pluralización solo superado por el habla culta de Venezuela (55%) y Bolivia (50%).
En el rechazo académico algunos han visto muestras de cierto unilateralismo centralista favorable a que sea el español peninsular el que logre el estatuto de “lengua internacional” como estándar unificado en contra de otras normas, como la rioplatense, que por su parte tienen también gran interés por afirmarse en el gran mercado de la enseñanza del español como lengua extranjera. Hay pluralidad de normas, pero hay unas con más defensores que otras. Finalmente serán los mismos estudiantes los que se inclinen por la que más les convenga.
Lo cierto es que aquí la normativa no atiende al uso real y se produce cierta circularidad: a saber, los editores corrigen los textos porque la Academia lo reglamenta y la Academia lo reglamenta siguiendo los ejemplos que muestran los textos. Pero el error está en ceñirse solamente a unos pocos escritores considerados “legítimas autoridades de la norma”. Y el DPD se apoyaba en un ejemplo de Mario Vargas Llosa: “Había unos muchachos correteando”, sacado de La tía Julia y el escribidor (1977), que se publicó en Barcelona. Hubieran acudido a textos publicados en Perú. En el cuento “Tristes querellas en la vieja quinta” (1977), incluido en La palabra del mudo, Julio Ramón Ribeyro dice: “Y ya que en la quinta habían ratones, lo indicado era un gato”. Igual en la antología de Milla Batres (1980) y en otras ediciones de Ribeyro. Sin embargo, en la edición revisada de los Cuentos completos de J. R. Ribeyro (en Alfaguara y en Campodónico), se corrige: “había ratones” (1994 y 1993). No hay duda de que Ribeyro usaba normalmente el plural, porque en su diario personal anota: “En nuestra playa habían de pronto dos o tres niños que tenían un balde de plástico igual”.
Otro ejemplo. Ciro Alegría escribe “habían precipicios”, pero la edición argentina de Siempre hay caminos corrige: “había precipicios”. Hay que ponerse a pensar qué tanto confunden los editores y los correctores de textos el juicio de los académicos, puesto que el criterio normativo siempre se basa en el uso de la gente educada, como decía Bello, pero a veces resulta que ese uso literario no es como suponen. Incluso puede ser sistemáticamente ocultado o disfrazado por la minuciosidad de los correctores, sobre todo cuando publican en Buenos Aires o en España…, y tanto el dictamen académico como el criterio de los correctores quedan anquilosados alimentándose mutuamente, en un círculo vicioso.
Son dos procesos confluyentes: la concordancia de número (“habían precipicios”) y la de persona (“habemos profesores”). Su cómoda instalación en el español peruano revela su notable autonomía respecto a las normas madrileña, o la bogotana o la bonaerense, que se muestran reacias. Conforme el país siga en un camino de prosperidad y desarrollo, su propia norma lingüística adquirirá también una mayor consideración de sí misma. Hay que recordar aquí lo que decía Ángel Rosenblat en 1967: “No hay más remedio que admitir que el habla culta de Bogotá, de Lima, de Buenos Aires o de México es tan aceptable como la de Madrid. La realidad lingüística postula, para la lengua hablada culta, una pluralidad de normas”.
Y en efecto la Nueva gramática, en su edición manual, señala que “las oraciones que presentan concordancia de persona con haber, como Habemos pocos, o Habemos tímidos que temblamos de miedo ante el público, fuertemente estigmatizadas en el español europeo, resultan habituales en la lengua conversacional de algunos países de América” (779). También es bastante comprensiva la Nueva gramática básica, que señala que en lugar de “estigmatizada” dice “rechazada”, pero acepta su uso habitual en ciertas áreas (223).
Los errores gramaticales producen alarma y realmente afectan a la estructura más fundamental del idioma, pero son también una fuente importante de cambio y renovación de las lenguas. La pluralización de haber se está convirtiendo en norma de una forma arrolladora en el Perú y otros países, y los escritores lo están poniendo de manifiesto pese a que los editores no siempre lo consientan. ¿Logrará imponerse? El juego tiene como escenario de fondo, en definitiva, la pluralidad del castellano y la consolidación de la norma nacional. Hildebrandt señala que probablemente logrará imponerse porque frente al uso impersonal (o el empleo de alternativas recomendadas por la Real Academia: “somos” o “estamos”, habituales en otros ámbitos y a veces consideradas “expresiones más sencillas y correctas”), parece que “habemos” refleja mejor la participación del hablante: “incluye al que habla de una manera más clara, más notoria, más evidente que otras”. O tal vez su éxito resida en que resulta similar, pero añade un contenido de “presencia” con el que, precisamente, puede alternar y formar sistema con esas otras posibilidades del idioma, como al decir: “Habemos muchos que estamos totalmente en contra”. De esa manera, en vez de errar esta concordancia puede resultar en un enriquecimiento.
Carlos Arrizabalaga
Demasiado extensa la aclaración del punto tratado. Me gusta mucho leer sus publicaciones, pero hay casos como éste en que le dan muchas vueltas al tema -coloquialmente hablando- , que más bien contribuyen a confundir en vez de aclarar. A veces uno solo necesita saber si se puede usar tal término o no y cómo debe usarlo. Disculpen, pero hay un dicho que dice, menos es más. Gracias.
Carlos Arrizabalaga, en las primeras líneas de su nota se refiere al “relato póstumo” de Valdelomar.
¿Es que lo escribió de ultratumba?
Rafael, es que, como dijo Mafalda, “hay que decir la verdad, aunque sea con palabras que no se entiendan”.
Tal vez sería bueno recordar lo que dijo un arzobispo de California: “Los sermones, pláticas u homilías, deben se como los bikinis en la playa: Cortos para que sean atractivos y suficientemente grandes para que cubran el tema” .
Acerca de la concordancia del verbo.
Hoy leo lo siguiente: “Si me preguntan, yo liberaría a Alberto Fujimori”.
Sin entrar en el tema político ¿concuerdan “preguntan con “liberaría”?
Tal vez refiere a que fue publicado tras su muerte, siendo visto en parte anteriormente en la revista Variedades
Quote of the Day: “Do not say a little in many words, but a great deal in few!” Pythagoras – Mathematician (582 – 497 BC)
Estimado Juan:
En la oración Si me preguntan, yo liberaría a Alberto Fujimori hay una aparente discordancia temporal entre preguntan y liberaría; sin embargo, si se atiende al contexto oral del enunciado, el declarante opta por omitir información que debería seguir al verbo preguntar y si se recupera, se entendería la discordancia.
La respuesta detallada a su consulta, la puede encontrar en el siguiente enlace: http://udep.edu.pe/castellanoactual/duda-resuelta-liberaria/
Saludos cordiales,
Castellano Actual
Gracias, Carlos Arrizabalaga, por el artículo.
Veo varios comentarios negativos y, claro, cada quien es libre de opinar lo que quiere. Particularmente, creo que el artículo fue bastante completo y da información adicional interesante. Buen trabajo.
Me gustó mucho el nivel de cultura del artículo. Sobre todo, me gusta la defensa del dialecto castellano americano.
No entiendo las críticas. Según parece ustedes ya dieron la respuesta corta «En este blog ya se han respondido varias consultas relativas a si se puede decir o es incorrecto el empleo de “habemos”». Supongo que hay alergia a la lectura y a aprender en profundidad.
Muchas gracias por el artículo. ¡Saludos desde Costa Rica!
Creo que, desafortunadamente, algunos participantes de este blog prefieren las consultas con respuestas concretas. Somos pocos a los que no solo nos interesan las “dudas resueltas”, sino también los artículos de contenido lingüístico. Comparto la opinión de Elisa, y también concuerdo con la suposición de Braulio Solano (último enunciado de su segundo párrafo). Es una lástima que no quieran analizar lecturas y sacar sus propias conclusiones.