La derivación léxica

Por , publicado el 16 de abril de 2018

Desde el punto de vista gramatical el Diccionario de la lengua española (2014) nos dice que la derivación es un proceso de formación de palabras mediante afijos: duración de durar, deshacer de hacer. Por su parte, el Diccionario Clave (2012) señala que en lingüística este procedimiento consiste en alterar o ampliar la estructura o la significación de otra palabra ya existente; pone el ejemplo de reconocer como palabra derivada del verbo conocer añadiendo el prefijo re-.

Manuel Alvar Ezquerra en su libro La formación de palabras en español (2008: 50) ya enunciaba lo que dice el DLE y el Clave al definir la derivación como la creación de elementos léxicos nuevos por la adición a palabras ya existentes en la lengua de elementos inseparables, esto es, de afijos, o por lo supresión de algún sufijo. Denotamos que en las definiciones aparece de una u otra manera el término afijo.

¿Qué vendría, entonces, a ser un afijo? Es un monema o morfema trabado afijal o también llamado derivativo que se une a un lexema o a una raíz para, justamente, formar las palabras llamadas derivadas.

Debemos saber que los monemas, de manera general, se clasifican en monemas lexicales (lexemas o raíces) y en monemas gramaticales (morfemas gramaticales). Así, al analizar la palabra cantar, podemos evidenciar que se compone de dos monemas: cant- (monema lexical, lexema o raíz) y -ar (monema gramatical o simplemente morfema). A su vez, los monemas gramaticales se dividen en libres (determinantes, preposición, conjunción, etc.), trabados derivativos o afijales y trabados flexivos o flexiones.

Los morfemas derivativos son los formados por afijos. Estos se categorizan en prefijos cuando aparecen antepuestos al lexema como exfuncionario; sufijos, pospuestos al lexema como piurano; e interfijos o infijos, entre el lexema y el sufijo para facilitar la pronunciación de la palabra como panecito.

Los monemas o morfemas trabados flexivos o flexiones presentan una misma palabra en formas diversas sin cambiar su significado. Pueden ser de dos tipos: flexiones nominales (género y número), propias de los sustantivos, adjetivos, determinantes y pronombres, por ejemplo, libros (-o, marca de género; -s, marca de número); y flexiones verbales (tiempo, modo, aspecto y persona), propias del verbo, por ejemplo, cantábamos (aba, marca de tiempo pretérito, aspecto imperfecto y modo indicativo; -mos marca de primera persona y número plural dentro de una forma verbal).

¿Por qué se dice que en la derivación se forman vocablos alterando otros mediante formantes no flexivos? Precisamente porque los morfemas trabados afijales se diferencian de los morfemas trabados flexivos en que las derivaciones producen cambios de significado acorde con los afijos que reciben los lexemas. Si citamos la palabra perro, vemos que el lexema perr- recibe contenidos variados dependiendo de la unión de los diferentes afijos: perrero/a (sufijo –ero/a) es la persona que tiene por oficio recoger a los perros abandonados o vagabundos, o la que es muy aficionada a tener y criar perros; pero si solo dejamos la terminación –era, también es el establecimiento donde se tienen o se recluyen a los perros, es decir, la perrera, que no sería igual a experrera (prefijo ex- y sufijo -era) o al anterior establecimiento o a la perrería o muchedumbre de perros donde el sufijo –ería indicaría colectividad o abundancia. Sin embargo, la colectividad desaparecería si reemplazamos –ería por el sufijo despectivo –eta obteniendo perreta ‘rabieta de un niño’. En cambio, en la flexión no hay aportaciones nuevas de significado, tan solo de contenido de naturaleza gramatical, por ejemplo, perros (-o, marca de género masculino; -s, marca de número plural); perra (-a, marca de género femenino; marca de número singular, morfema cero).

La Nueva gramática de la lengua española (2009, 1.5 d, p.21) al respecto manifiesta que las voces flexionadas (leo, leyendo, leeré) constituyen variantes de una misma unidad léxica (leer), mientras que las palabras derivadas (lector, lectura) constituyen voces diferentes. El paradigma flexivo sería la serie de variantes flexivas de una palabra (alto, alta, altos, altas) y el derivativo las voces derivadas de ella (altura, alteza, altivo, etc.).

Es importante resaltar que muchas palabras derivadas llevan, asimismo, morfemas flexivos, por ejemplo, perrita/o tiene los morfemas trabados derivativos sufijos apreciativos –ita/ito y dentro de estos aparecen los morfemas trabados flexivos nominales –a y –o.

Finalizamos aseverando que nuestra lengua castellana es muy rica y tanto que existen y pueden crearse nuevas palabras con desinencias afijales. Para muestra un botón, con la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018 tenemos a mundialista ‘partidario del mundial’, mundialitis ‘fiebre del mundial’, encabezando incluso el nombre de un programa deportivo peruano: Mundialitis, enfermos por el fútbol. No nos llame la atención, por lo tanto, escuchar también paninero/era, ‘persona que recolecta figuritas del álbum Panini’, etc. ¡Sí que son productivos los afijos para fijar nuevos vocablos!

Carola Tueros

2 comentarios

  • Jacinto Gonzalez dice:

    Carola Tueros, y todo eso ¿es bueno o malo?

  • CritiKon dice:

    Larga y compleja la explicación que hoy nos dan, en que no dicen si todas las “derivadas” son correctas y aceptadas por la RAE. Lo que no quita ni impide que las formemos y usemos.

    Si por alto hay altura, por bajo no hay bajura. Vemos que por bajo hay bajar y por alto no hay “altar”.

    Cuando “osea” (por “o sea”) reciba la bendición de la RAE, “osear”, como afijo, será la derivada, el verbo, correspondiente.

    El castellano está lleno (plagado) de muchas reglas y otras tantas excepciones que justifican el apartarse de las reglas..

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