Los nombres de América
Por Carlos Arrizabalaga, publicado el 9 de enero de 2013Cristóbal Colón pensaba llegar a Asia y por este motivo este continente fue conocido durante mucho tiempo como las Indias, o las Indias Occidentales, aunque para los españoles era aquello que estaba Ultramar dada su perspectiva geográfica. El cronista italiano Pedro Mártir de Anglería formuló el concepto de Nuevo Mundo para denominar todas aquellas tierras que parecían jóvenes a la vista de la vieja Europa, que conservaba en la escritura la memoria no solo de los siglos de la Edad Media, sino de los viejos imperios de Grecia y Roma. Los españoles de hecho aplicaron este recurso para referirse a México como Nueva España o llamar Nueva Granada a la actual Colombia, igual que luego los colonos ingleses designarían lugares de Norteamérica como New York, New Jersey… Cuando por fin se impuso un nombre propio fue el de un navegante florentino de segunda fila, Américo Vespucio, quien hacia 1500 llegó al sur del continente y, sobre todo, tuvo el mérito de comprender que esas tierras eran un continente separado del resto del mundo.
Los redactores del primer diccionario de la Real Academia Española (1735) consignaron en la entrada de mundo un comentario muy interesante aunque poco lexicográfico: “Entre los nombres que hasta hoy se han dado a nuestras Indias, ninguno hallo más conveniente y significante de su grandeza, que el de Nuevo Mundo”. Quien escribe no puede mostrarse más explícitamente contrario al nombre con que se conoce hoy este continente, abogando por la denominación que acuñó Mártir de Anglería en 1493 (y difundió luego con sus primeras Decadas de orbe novo, de 1516), antes incluso que el epónimo italiano confirmara que en verdad era “nuevo” (para los europeos, cuyo continente, a partir de entonces, empezó a verse “viejo”). Se sabe que los españoles fuimos los últimos en aceptar el término “América”, porque de alguna manera restaba protagonismo a España. ¿Pudo ser Diego de Villegas y Quevedo, el presbítero piurano que colaboró por esos años en la institución madrileña, el autor de esa opinión tan subjetiva? El registro indica que él compuso muchas palabras de la letra M, así que resulta una conjetura verdaderamente plausible, aunque indemostrable.
Luego de la independencia, parecía que los Estados Unidos del Norte iban a monopolizar el nombre de “América”, y las expresiones Iberoamérica, Indoamérica o incluso Indo-Afro-Iberoamérica surgidas en Brasil o en México, pretendieron abarcar sin éxito todas las dimensiones del subcontinente en oposición a esa América anglosajona. Aunque es usual en España, país que lo acuñó en el siglo XIX, el término Hispanoamérica reflejaba demasiado los lazos originales de estas naciones con la vieja, arruinada y problemática metrópoli. La denominación “América Latina” que es lo mismo que decir “Latinoamérica” finalmente logró imponerse, aunque nació casi sin querer. El concepto se difundió primero en Francia, en el entorno de Napoleón III y trataba de demostrar un parentesco de las naciones latinas y católicas frente a la creciente influencia anglosajona, lucha que provocaría finalmente la desastrosa intervención francesa en México. De paso atenuaba la connotación peninsular (allende los Pirineos) de los otros términos. Pero vemos (unos con perplejidad, y otros con entusiasmo) que finalmente prosperó sobre todo en los grandes foros internacionales, a pesar de todo, porque expresa sin referencias particulares la herencia cultural de un continente fruto de una historia común.
Resulta curiosa la preferencia cuando la identidad reivindicada se contradice con la cortísima difusión de la herencia que lo motiva. El latín y los estudios clásicos quedaron arrumbados en estos países desde inicios del siglo XX. En España van camino a perderse. En Perú fue la reforma universitaria promovida en los tiempos del presidente Leguía la que suprimió el latín de San Marcos y de ahí se perdió prácticamente en toda la enseñanza. Los estudios clásicos se convierten en capricho de eruditos raros aunque en realidad mucho tienen que decir al discurso de la identidad latinoamericana, tan anhelada y tan extrañada a la vez.
Se acusa a los europeos de ser eurocéntricos por haber puesto los nombres de América en virtud a su particular visión del planeta. No debe considerarse ofensivo, porque toda visión tiene un centro, todos somos etnocéntricos y simplemente es cuestión de estar al tanto de la visión del otro: no se arregla nada llamando “encuentro” a lo que es descubrimiento y conquista para unos, y llegada o invasión para otros, porque no fue encuentro para nadie sino sorpresa para todos. Así también, claro que los términos “nuevo” o “viejo” son relativos y no hay más que discutir. También latino es un término no tan arbitrario que tiene un motivo particular. Pero es que toda denominación refleja una visión de las cosas y aunque pronto se convierta en un membrete arbitrario cuyo motivo inicial apenas cuenta o con el tiempo se olvide completamente en la sombra de lenguas ignotas, su adopción por las mayorías indica que comparten, más allá de la distancia de los océanos, una misma visión del mundo. No se imponen por coacción ni por mera necesidad, sino por simple coincidencia de pareceres. Y aunque los españoles queramos sentirnos importantes diciendo Hispanoamérica tendremos que terminar admitiendo que el término más extendido y preferido es Latinoamérica.
Omnia perpetuos quae servant sidera motus
Nullum viderunt pulchrius imperium.
Sería deseable que hubieran muchos más Carlos Arrizabalaga L., para dejar en claro de una buena vez nuestro nombre.
me gustaria que añadieran los nombres que se querian poner a America por los pueblos indigenas. Eso seria muy satisfactorio.
Parece mentira que a gente tan erudita como ustedes se les escape el hecho de que Hispanoamérica deja afuera a la República Federativa del Brasil.
Me vienen a la memoria aquellos viejos versos:
“A Castilla y a León
Nuevo mundo dio Colón.”
Prefiero «encuentro» por el proceso de transculturización niciado inmediatamente después de la “sorpresa”. Nos impusieron el idioma y nosotros la papa, por ejemplo.
No toda denominación tiene una raíz lingüstica.
Prefiero «encuentro»,¿usted no?, bien.
Saludos
Me encanta, a leguas se ve que es muy bueno.
Yo creo que debería poner los nombres de América para aclarar nuestras dudas.Saludame porfa.
Sarita, porfa, mejor aclara tú, tu intervención:
“Yo creo que debería poner los nombres de América para aclarar nuestras dudas.”
¿No crees que faltó algo?
Quizá: “Yo creo que se debiera poner…” o “Yo creo que deberían poner…”
Porque “”Yo creo que debería poner…” me parece que eres tú quien quiere poner los nombres.
O, me estoy equivocando.
Después, ya que pides: “Saludame porfa.”. Che, te saludo.
¿Acaso no hay nombres de las lenguas originarias, como maya, náhuatl, etc., para ese continente ?
Saludos a todos
Me gustaría que en vez de poner todo eso pongan solamente los nombres así se llama satisfactorio y podríamos encontrar todo gracias
yo ocupo ´´cuales fueron los nombres de américa´´ no eso que pusieron
lo que yo buscaba era los nombres que intentaron poner o pusieron a America (una lista) pero buena la info!!!
Cin el respeto a todos sus comentarios ya es hors q los hijos de estas tierras definamos nuestra propia identidad por nuestro mismo entorno q nace en las costas del Pacifico, cruce los Andes, derramando sus aguas por toda la Amaxonia hadta el Atlantico… este es mi continente ANDEZONIA