Quinua o quinoa
Por Carlos Arrizabalaga, publicado el 6 de febrero de 2017Aunque se conoce desde las crónicas más tempranas, este alimento andino ha irrumpido con fuerza en los mercados de Occidente, porque muchos valoran hoy sus extraordinarias cualidades nutricionales. El término aparece con frecuencia en autores virreinales. Juan de Betanzos (1551) encarece: “chuño e quinua e carnes secas e todos los demás proveimientos e comidas curadas que ellos tienen”. Dice igualmente la visita de Ortiz de Zúñiga (1562): “se coge maíz e papas, e tienen semillas de oca, e migua, e ullucos, e quinua”; aunque más adelante refiere: “cogen maíz e las papas dos veces al año, e el ají, e oca una vez y los ullucos e migua, e quinoa así mismo una vez al año”. El Inca Garcilaso (1609) recuerda: “Con el maíz sembravan una semilla que es casi como arroz, que llaman quinua, la cual también se da en las tierras frías”. Hubo en efecto variantes a la hora de escribir el término, pero pronto se impuso la forma con el diptongo, que emplean con seguridad los padres Bernabé Cobo y Antonio de la Calancha.
A fines del siglo XIX Juan de Arona (1883) define quinua como “simiente comestible de la Sierra del Perú” señalando que se vende “como menestra”, pero que es plato que “a pocas personas les gusta en Lima.” (1938: 337). Hoy el Perú produce más de 100 mil toneladas de quinua y las exportaciones van en aumento. El primer diccionario que recoge el nombre de esta semilla fue el del jesuita Esteban de Terreros (1788), y la registra sin embargo como quinoa. Terreros y todos los jesuitas españoles fueron expulsados por la Pragmática Sanción de Carlos III (1767) y se refugió en Italia. Tenía a su disposición las obras de Cobo y del Inca Garcilaso, pero debió haber anotado la descripción de boca de alguno de los compañeros procedentes de Santiago, porque señala: “cierta semilla de Chile, etc. de que se sacan algunos Indios una chicha que no embriaga”. Es muy precisa su descripción: “La semilla la da una planta de cosa de pie y medio de alta, fuera de eso la atribuyen muchas virtudes.” Distingue muy bien la quinua, del árbol de la quina, también llamado cascarilla o chinchona, y de otro llamado quinual o quinuar de madera excelente. A partir de Vicente Salvá, sin embargo, los lexicógrafos suelen comparar la quinua con la lenteja y algunos, como Elías Zerolo (1895) confunde la semilla de la planta con el fruto del árbol. Zerolo también acepta como igual de válidas ambas formas (quinua y quinoa), pero se ve que no estaba bien informado respecto de su naturaleza.
El nuevo Diccionario de americanismos (2010) recoge las formas regionales quinoa y quínoa, pero las remite a la forma más general quinua, que es la única que acepta el diccionario académico. Es abrumadoramente mayoritaria la frecuencia de uso de quinua frente a quinoa en español, sin embargo, los diccionarios del inglés impusieron para esa lengua la ortografía de Terreros y muchos creen ahora que se debería escribir quinoa por imitar la forma inglesa de escribir el nombre de esta semilla que en realidad tiene un nombre tomado de las lenguas andinas.
El historiador Philips A. Means (1923) consideraba que los nombres quechuas que se incorporaban al inglés habían de mantener en lo posible la misma ortografía que tenían en español. Eso ocurrió con algunas palabras: cóndor, coca, inca, quipu… Existe un término quechua que se adaptó al inglés americano: charqui, y acomodó su ortografía en jerky. Pero en el caso de quinoa parece que pudo ser por influencia del francés. Ambas lenguas demuestran aquí su afán de escribir las palabras con una forma ajustada a la supuesta etimología original, aunque su pronunciación difiera, pero en castellano lo cierto es que las palabras se escriben como se pronuncian sea cual sea su origen, y en este caso la forma más común es la del diptongo, con lo que debe escribirse quinua. Aunque algunos, sobre todo en España, crean que no y se esfuercen en pronunciar el hiato para leer la palabra tal como la escriben el inglés y el francés.
Foto: Michael Hermann/ CFF (CC BY-SA 3.0)