Ser y estar
Por Kira Elena Morales Zamora, publicado el 2 de septiembre de 2019La escritora venezolana Ana Teresa Torres, en uno de los pasajes fechado 2 de junio de 2007de su libro Diario en ruinas, escribe que se encuentra de visita en la ciudad de Toronto, Canadá. Luego de contrastar lo que observa desde el balcón de casa de su hijo (la cotidianidad en una ciudad que ella describe como «normal»), con el día a día de su ciudad natal, afirma: «Estoy donde no soy» (https://www.lavidadenos.com/simplemente-estoy-viva/). Este pronunciamiento, resultado de una emoción tan compleja, invita a pensar en esa sutileza que introduce la diferenciación entre los verbos ser y estar…
Si bien ser y estar son verbos copulativos en tanto funcionan como unión entre el sujeto y su atributo, el verbo ser suele asociarse a aquello que tiene que ver con lo inherente a la existencia, a lo ontológico; mientras que el verbo estar se utiliza para aquellas situaciones que implican transitoriedad o que pueden transformarse. De esta forma, si se afirma que alguien es alegre, se entiende que es una característica de su personalidad, mientras que, si se dice que alguien está alegre, queda implícito que se refiere a un estado de ánimo pasajero.
A propósito del uso de estos verbos, Yolanda Carballera y María de los Ángeles Sastre, en su artículo “Usos de ser y estar. Revisión de la gramática y constatación de la realidad lingüística”, explican que «(…) los juicios que dependen inmediatamente de nuestra experiencia se expresan con estar: veo que un niño ha crecido y digo que está alto; pruebo el café y digo que está frío. En cambio, los juicios generales, independientes de nuestra experiencia inmediata se formulan con ser: la nieve es fría, el agua es transparente (https://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/asele/pdf/03/03_0297.pdf). De forma similar, Torres selecciona y juega con ambos verbos para expresar su emoción: «No estoy exiliada, no soy emigrante.» La alternancia de verbos enriquece lo que pretende expresar. Como advierten Carballeda y Sastre, «la acción verbal que expresa la pasiva con ser se produce en el tiempo que expresa el verbo auxiliar: El suceso es, era, fue, será comentado. Con estar, la acción se da como terminada y cumplida antes del tiempo que indica el auxiliar» (ibídem). En el reconocimiento de su situación aclara que ni está en el exilio ni es emigrante. Lo que hace pensar en el hecho de que uno puede ser o estar exiliado, mas se es emigrante pero no se *está emigrante. ¿A qué responde esto?
Lo primero en lo que hay que detenerse es en que, para acompañar al adjetivo exiliada, la escritora ha preferido el verbo estar y no el verbo ser. Quizá esta selección se desprende del hecho de que no ser exiliado equivale a una acción terminada; mientras que la duración o implicación temporal de estar exiliado dependería de su contexto. Es decir, si fuese el caso de una afirmación, soy exiliada se relacionaría con una situación semánticamente inmutable, mientras que estar exiliada podría ir acompañada del adverbio mientras, que, una vez más, marcaría una característica temporal que suele atribuírsele al verbo estar.
En segundo lugar, evidentemente este juego de palabras está en la elección del verbo copulativo, frente al adjetivo exiliada, porque en nuestra lengua no se utiliza *estoy emigrante. Como explican Yolanda Carballera y María de los Ángeles, «usamos en español estar cuando pensamos que la cualidad es el resultado de un devenir, real o supuesto» (ibídem); es decir, emigrar implica necesariamente el haber sido de algún lugar que tuvo que abandonarse para dirigirse a otro.
Es sabido que sobre el uso del verbo ser y el verbo estar existen muchas otras consideraciones, como el hecho de que su elección cambie por completo el significado de una palabra: estoy listo en lugar de soy listo, o que al referirse a una fecha se utilice indistintamente Hoy es 27 de agosto o estamos a 28 de agosto. Sin embargo, sobre lo que se quería llamar la atención es sobre el hecho de que las sutilezas entre estos dos verbos –como entre otros que en los que no me he detenido para este artículo– permiten expandir las posibilidades de nombrar nuestra subjetividad.
Kira Morales
Interesante nota acerca de este par de verbos.
¿Tendrá la misma acogida y participación como, por ejemplo, ¿Septiembre o setiembre? con sus 170 entradas?
Anónimo, parece que no tuvo la misma acogida. Quizá sea porque los hispanohablantes no tenemos muchas dificultades en el uso (nótese que dije “no… muchas”) como las tienen algunos extranjeros que estudian español. Como que, de manera natural, los hispanohablantes hemos asimilado cuándo usar “ser” y cuándo usar “estar”.
Excelente ensayo sobre las diferencias entre “ser” y “estar”.
Una de las glorias de este bello y preciso idioma castellano.
Sugiero abordar el tema de las diferencias de los verbos conjugados en pretérito versus su conjugación en particupio pasado. Por ejemplo, no es lo mismo “estar dormido” que “estar durmiendo”.