¿Teatrista o teatrero?

Por , publicado el 30 de septiembre de 2012

Sufijación y prefijación son dos de los recursos más rentables de creación de nuevas palabras y, como claramente podemos demostrarlo, ha tenido una gran vitalidad a lo largo de toda la historia de nuestra lengua. El hablante —valiéndose de un conjunto limitado de posibilidades combinatorias— produce un indeterminado número de palabras con un gran poder de significación.

Es conveniente recordar que la “elección” de un determinado sufijo en el procedimiento derivativo suele estar regida por el gusto del hablante y por la intención con la que va a usar el sufijo considerando que existe una especialización o una gradación expresiva entre ellos; además, es importante resaltar que  desde los primeros tiempos de la lengua castellana, la elección ha permitido al hablante hacer efectivas las distintas posibilidades que le ofrece su sistema lingüístico.

Sin duda alguna, dos de los sufijos más productivos de nuestra lengua son -ero e -ista. Ambos nos permiten formar sustantivos que indican oficio, ocupación, profesión o cargo: panadero, ingeniero, tesorero, oficinista, pianista, maquinista… Ahora bien, ¿cuál de los dos tiene un matiz más culto? Al parecer es -ista, de allí que a muchos les suene despectiva la forma “teatrero” para referirnos a aquella persona que ‘gusta del teatro o que se dedica a él’. Esta forma y no “teatrista” es la que se ha elegido y ya se ha incluido en algunos diccionarios académicos como el Diccionario del Estudiante (2012) y el que está en proceso de elaboración. Solo dependerá de nosotros, los hablantes, que esto se revierta si llega a extenderse el uso de la forma “teatrista”.

No nos queda sino señalar que el hecho de elegir uno u otro sufijo permite reforzar la idea de que el léxico de una lengua nunca está fijado, siempre está condicionado también por las circunstancias, las relaciones sociales, los oficios y profesiones, la ciencia y la tecnología.

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