Trigales, una mirada hacia el hombre desde la poesía mística
Por Cynthia Briceño, publicado el 9 de octubre de 2023El poemario Trigales, de Sonia Indacochea (escritora limeña), está estructurado en siete libros que conforman una afinada unidad mística. Me atrevo a bosquejar en el texto que vamos a comentar a continuación, que los dos cimientos sobre los que se erige su trascendental belleza literaria son las interrogantes universales y el misticismo poético.
¿Quién es el hombre: un árbol, una lágrima diáfana, un grano de arena? La voz poética nos aproxima al conocimiento del ser humano mostrándonos cualidades que ha sabido recoger de los trigales de nuestra existencia; entre ellas, la gratitud:
…cuando al atardecer,
la belleza de tu creación, Padre,
toca mis entrañas,
mi corazón de rodillas, te dice: gracias.
El hombre —nos plantea Trigales— es un conjunto de necesidades espirituales y materiales que se ven satisfechas solo por la gracia de un ser superior; de ahí que el poema «Hambre» exprese con gran angustia y ansiedad las grandes carencias humanas:
Tengo hambre, dijo el niño una mañana que nadie lo miraba
(…)
Tengo hambre, dijo el joven,
hambre de música sin ruidos,
(…)
hambre de alegrías y sonrisas matinales.
Tengo hambre, dijo el hombre,
de una mañana feliz, solo una (…).
¿Qué es la vida?, Trigales también nos invita a cuestionarnos sobre el sentido de nuestra existencia. Si comprendiéramos que está conformada por milagrosos segundos, nuestra actitud ante la vida sería diferente:
Si comprendieras la brevedad de la vida
cambiarías tu afilada espada por una sonrisa
¡Si comprendieras! (…).
¿Qué es la muerte? En Trigales se entiende como un viaje de retorno al lugar prometido, donde el tiempo no tiene estaciones, ni relojes; por eso, las metáforas «sin mañana nacerá tu alegría» y «dormirás bajo el árbol verde de esperanza» connotan un tiempo único y eterno. Si reconociéramos que la muerte es «la puerta abierta», contemplaríamos en nuestras vidas el tiempo de espera, de preparación. «Abbaíto» (diminutivo adaptado, de la voz aramea Abba ‘Padre o el Padre’) es el poema que nos recuerda «barrer la casa», preparar el alma:
«Enciende tu lámpara,
barre tu casa,
arregla tu mesa, y pon el mantel de fiesta,
y el pan fresco del desayuno cotidiano,
que tu amado Abbaíto está al umbral de tu vida, esperándote».
Por otro lado, el misticismo en Trigales se manifiesta en la revelación del amor infinito; los versos no pueden menos que expresar el sentimiento más íntimo, sincero, confesional, puro. E l vínculo de amor sublime entre la voz poética y Dios se manifiesta con suma exaltación; el lenguaje trabaja con maestría esta complicidad que convierte al poema en una oración extasiada:
Entre Dios y yo,
hay un canto de aves que despiertan este cielo,
siempre nuevo, siempre mío.
Dios respira a mi lado,
(…)
Entre él y yo hay un tiempo sin hora (…).
En el poemario también es significativa la visión universal del hombre en diálogo constante consigo mismo. Y es que la voz de Trigales revela la profunda reflexión sobre la condición humana que busca comprenderse para llegar a amar a los demás con la verdad y la bondad que el amor divino le pide.
La voz poética de Trigales busca primero examinarse y conocerse para después contemplar la belleza y la voz de su Creador; en otras palabras, reconoce su condición mortal, de ahí que se equivoque, dude, sufra, implore y, finalmente, confíe en la vida eterna.
La autora, mediante el cuidado y embellecimiento de la palabra, procura intensificar la relación armoniosa entre el Creador y su creación; voces como abbaíto, árboles, hijos, lágrimas, cielo, manantial, entre otros, subliman el lenguaje poético de Trigales, convirtiendo sus versos en portadores de vida. Finalmente, los poemas que componen el texto de Sonia Indacochea nos aproximan, con la grandeza del lenguaje y la sabiduría de la poesía mística, a dar respuesta a esas grandes inquietudes de la existencia humana.