Tutiros y tutiriteros

Por , publicado el 6 de enero de 2014

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En Piura, uno de los lugares que mantiene viva la tradicional “Bajada de Reyes” es Narihualá, donde el público espera atento la llegada de los Reyes Magos y sigue con entusiasmo el guion que repiten y el papel que interpretan los actores elegidos, acompañados por la infaltable música de una banda.

Sin embargo, en las Bajadas de antes, según recoge la antropóloga A. M. Hocquenghem (1989: 20), «la música era diferente, con arpa y violín […]. Los “negritos” tenían su música, que ya no hay tanpoco, antes era con “tutiro”, tambores y flauta».

El P. Puig recoge en su Diccionario (1985) “tutiro” como ‘músico’, ‘orquesta de Catacaos que acompaña las procesiones religiosas’ y ‘danza: los tutiriteros’. Así, “tutiro” designa a la persona que toca el instrumento musical del mismo nombre, el cual está compuesto por una especie de flauta de carrizo con 5 huecos, llamada también “flauta de pico”, “de una sola mano” y un tambor, tocados en conjunto. Señala, además, el P. Puig que “tutiro” –o “pincullo”, según H. Castro Pozo (1991)– sería una palabra onomatopéyica, pues tal nombre trata de representar el sonido que emite el instrumento.

Sobre la “danza de los tutiriteros”, Leoncio Chapoñán (1989: 64) apunta que «los Tutiriteros o Tutiros son personajes indígenas tallanos procedentes del Bajo Piura, quienes con una flauta de carrizo, interpretan una melodía monótona con aire triste». Eran estos, por lo general, tres hombres: el “churre”, que cargaba la imagen de un santo patrono; el “maltoncito”, que tocaba el tambor; y un hombre mayor, que tocaba la flauta de carrizo; tres generaciones unidas que con su música recorrían los caseríos; el niño y el anciano, improvisando versos, o a dúo, o por turnos.

Las tradiciones forman, pues, parte de la cultura de un pueblo y cuando una de estas desaparece sin haber  quedado un registro escrito corre el riesgo de ser olvidada por las nuevas generaciones; de ahí la importancia de registrar toda la valiosa información que ofrecen las fuentes vivas, esos piuranos que aún recuerdan tradiciones que se van perdiendo y cuyo saber muchas veces, lamentablemente, muere con ellos.

Del tutiro y de los tutiriteros se conservan datos en algunos diccionarios y trabajos sobre el folklore piurano, pues aunque las realidades dejen de tener vigencia, la palabra escrita las recuerda y evoca lo que un día fue tradición viva.

Shirley Cortez González
Universidad de Piura

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