¿Tuvimos un Presidente grande o un gran Presidente?

Por , publicado el 30 de marzo de 2012

Sin ánimos de meternos en la política ni de importunar a los seguidores de nuestro anterior presidente, vamos a responder a esta pregunta. Para ello es imprescindible fijarnos en los adjetivos gran y grande que califican al sustantivo presidente. Así que respondamos por partes.

Por supuesto que tuvimos un presidente grande. Todos coincidimos en esto, es obvio que Alan García con su 1,93 m supera en tamaño la estatura promedio de los varones peruanos (1,64 m). Aquí no hay discusión que valga. Pero, de seguro, las respuestas no serán tan uniformes si de considerarlo un gran presidente se trata, pues cada quien lo calificará como tal, según sus valoraciones personales tomando en cuenta su labor presidencial, su importancia, sus dotes, su perfil moral, su capacidad de gobernar bien el país, etc.

Cuando pensamos en el adjetivo, rápidamente se nos viene a la mente la idea de ‘palabra que califica al sustantivo’, es decir, que puede modificar el significado de este. En nuestra lengua podemos ubicarlo delante o detrás del sustantivo, pero teniendo en cuenta la clase a la que pertenece: clasificativos, llamados así porque expresan situación, nacionalidad, materia, condición: piurano, callejero, urbano, etc. o valorativos porque expresan cualidades físicas o morales: bueno, excelente, grande, etc. Usamos los clasificativos para especificar objetivamente el significado del sustantivo, por eso los ubicamos detrás de este: “niño piurano”, “perro callejero”, “zapatillas urbanas”, y no *piurano niño, *callejero perro, *urbanas zapatillas; pero cuando utilizamos los valorativos podemos anteponerlos o posponerlos al sustantivo, pues dependen de las valoraciones personales o emotivas de los hablantes; así, es igual decir “excelente noticia” o “noticia excelente”.

Los adjetivos antepuestos siempre añaden una carga más subjetiva a lo dicho (explicativos), por eso son muy usados en las descripciones literarias o expresiones emotivas: “¡Qué grandiosa noticia!”, “Oscura noche de ronca tempestad”; mientras que los pospuestos dan una información más objetiva (especificativos), por eso suelen caracterizar los textos informativos, académicos, científicos y expositivos.

Ahora bien, existen casos en los que el cambio de posición origina un cambio de significado: No es lo mismo decir “funcionario alto” (de estatura alta) que “Alto funcionario” (de importancia); “vida buena” que “buena vida”, “profesora buena” que “buena profesora”. Además, este cambio de significado también puede ir de la mano con un cambio de forma en la palabra; así, pueden sufrir apócope (reducciones al final de la palabra) en masculino: de bueno, buen; de malo, mal; de santo, san; de grande, gran.

Hay algunos adjetivos que tienen ubicación fija, y junto a un sustantivo se han ubicado antes o después de él como una unidad léxica: libre albedrío, vida loca, pura verdad, idea fija, Santo Padre, Santa María, Romano Pontífice, Buen Pastor, Alto Perú, Sagradas Escrituras, etc.

Ahora, ya sabe que cuando hable o escriba y quiera ser lo más objetivo posible no debe sobrecargar el contenido anteponiendo adjetivos. Antes bien, intente ser preciso y veraz utilizando adjetivos especificativos. Y con ello, recuerde siempre que no es lo mismo hablar de un gran presidente que de un presidente grande.

Claudia Mezones Rueda

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