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Ene

2012

¿Se quiere darle una perspectiva de mediano y largo plazos a las acciones en materia de conducción económica? ¿Se quiere trascender a los beneficios que nuestro país ha recibido derivado de los precios de los commodities mineros? Con buen tino, después de años de espera, se ha anunciado esfuerzos para buscar incrementar los pobrísimos niveles […]

Por Juan José Marthans. 19 enero, 2012.

¿Se quiere darle una perspectiva de mediano y largo plazos a las acciones en materia de conducción económica? ¿Se quiere trascender a los beneficios que nuestro país ha recibido derivado de los precios de los commodities mineros?

Con buen tino, después de años de espera, se ha anunciado esfuerzos para buscar incrementar los pobrísimos niveles de productividad de nuestro sector público, se ha señalado la necesidad de reformar y fortalecer nuestro Sistema Privado de Pensiones y, entre otros, se ha procedido a establecer las acciones conducentes a una reducción de contingencias fiscales como la vinculada a la deuda FONAVI. Todo eso es correcto, pero falta algo.

Pretender hacer más solvente nuestro proceso ahorro-inversión, sostener el crecimiento del PBI, combatir estructuralmente – no estadísticamente – la pobreza, en un entorno donde en parte de nuestras zonas geográficas pobres aún el trueque sigue liderando el comercio, donde el frente financiero informal cobra tasas de interés de 10% diario, donde en la banca tradicional todavía debe mejorarse los canales de información a favor del público, resulta – por decir lo menos – poco serio.

Hoy en día, por ejemplo, parte importante de los Bancos Centrales de América Latina ha emprendido y empezado a liderar las medidas necesarias para fomentar más y más bancarización. En lugar de dormirse en sus laureles, vienen acompañando la canalización y acceso de tarjetas de débito a favor de segmentos laborales poco bancarizados o, en todo caso, beneficiarios de subvenciones del Estado, vienen apoyando la creación de instrumentos tributarios para minimizar el uso del efectivo, vienen fomentando el empleo de tecnologías de uso de canales bancarios de bajo costo. México, Chile, Uruguay y Colombia, lo están haciendo bastante bien.

Perú, ¿qué está haciendo Perú? La verdad aún nos falta una verdadera reforma que propicie orgánicamente una mayor inclusión financiera.

El primer interesado de encontrar un mercado financiero más maduro e inclusivo debe ser nuestro Banco Central. Si no lo hace, debe ser el MEF el que debe liderar ello con la participación  de la autoridad monetaria, del regulador, de los mismos intermediarios y sobre todo, de los no bancarizados aún, que son más de 8 millones de peruanos.

Docente.

PAD Escuela de Dirección.

Universidad de Piura.

Artículo publicado en el suplemento Economía y Negocios (Cuerpo B), diario El Comercio, jueves 19 de enero de 2012.

 

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