El título, que parece ser parte de un trabalenguas, es un enunciado totalmente cierto; y es que vegano y vegetariano no significan lo mismo. Desde siempre hemos sabido que un vegetariano es el que practica el vegetarianismo, doctrina de aquellos que siguen un régimen alimenticio basado en el consumo de vegetales, pero que admiten el […]

Por Eliana Gonzales. 11 agosto, 2014.

El título, que parece ser parte de un trabalenguas, es un enunciado totalmente cierto; y es que vegano y vegetariano no significan lo mismo.

Desde siempre hemos sabido que un vegetariano es el que practica el vegetarianismo, doctrina de aquellos que siguen un régimen alimenticio basado en el consumo de vegetales, pero que admiten el uso de productos del animal vivo, como los huevos, la leche, etc. Ambos términos aparecen en el mundo anglosajón, con la fundación de la «Vegetarian Society» en 1842, y harán su ingreso al español vía el francés; así, en 1914 se registra vegetariano como equivalente de vegetalista; y en 1917, aparecerán vegetarianismo y vegetarismo.

Veinticuatro años después se crea la «Vegan Society», en el Reino Unido, que difunde la filosofía del veganismo, por la que los seres humanos debemos existir sin explotar a los animales; se trataría de una postura más estricta que el vegetarianismo, porque el vegano no solo no consume ningún tipo de carne ni derivados como leche, queso, miel, huevos, sino que evita el uso de cualquier producto de origen animal (cuero, lana, plumas, etc.). Vegano y veganismo son préstamos lingüísticos incorporados recientemente al léxico español, que se han creado a partir de vegano, término formado por síncopa (supresión de sonidos al interior de una palabra) a partir de «vegetarian».

Como podemos ver, de las dos posturas, la más antigua es el vegetarianismo e incluso encontramos variantes tales como los lactovegetarianos (no carnes, pero sí lácteos); los ovovegetarianos (no carnes ni lácteos, pero sí huevos); los ovolacteovegetarianos (nada de carnes, pero sí huevos y lácteos); los apivegetarianos (nada de carnes, pero sí miel); entre otros.

Finalmente señalamos que en ambos casos, se trata de una actitud y un estilo de vida, basados en principios ecologistas, naturistas e incluso religiosos.

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