La disyuntiva que plantea este artículo se aplica al modo genuino de vivir el espíritu deportivo. Lo importante no es ganar, ni es una afrenta perder. Son dos modos de jugar, de pasar un rato agradable, ganes tú o gane yo. Los amigos juegan y no se fijan tanto en quien gana. No se lleva […]

Por Luz González. 21 octubre, 2014.

La disyuntiva que plantea este artículo se aplica al modo genuino de vivir el espíritu deportivo. Lo importante no es ganar, ni es una afrenta perder. Son dos modos de jugar, de pasar un rato agradable, ganes tú o gane yo. Los amigos juegan y no se fijan tanto en quien gana. No se lleva la cuenta, ni tampoco se ajustan al final.

Se observa, sin embargo, que la sociedad global ha impregnado el juego de otra visión de las cosas. El juego se ha transformado en una desenfrenada carrera por el triunfo. Una exaltación del yo al triunfar. Por eso, sucede que los jugadores descargan sus iras sobre su rival y buscan humillarlo. Quitarle la autoestima. ¡Hay que ganar siempre al rival!

Acompaña a este fenómeno la crematística, es decir, la pasión por el dinero y por valorarlo todo en términos monetarios. Así, ha ganado espacio la compra o venta de jugadores para determinados clubes. En fin, está de moda un negociar el cultivo del deporte profesional. Algo de ese espíritu se suele colar en los niveles juveniles del ejercicio deportivo. Vale la pena hacerlo notar a tiempo, para que puedan corregirlo oportunamente.

Lo curioso también, es que algunos jóvenes aplican al ámbito estrictamente académico la idea de negocio y ya no se estudia para saber, sino para triunfar. El amor al saber se transforma en una búsqueda de la excelencia práctica, la cual me abre la puerta de las mejores empresas. Mi título académico, sobre todo, me permitirá ganar el dinero que yo quiera. Tener dinero pues, pasa por encima de la cultura y de los valores intelectuales.

Muchas universidades en la sociedad global, plantean así las carreras que ofrecen a los jóvenes. La publicidad que utilizan subraya el logro del éxito profesional, el uso de tecnología sofisticada y el cobro de pensiones muy altas, selectivas. Lo cierto es que hay que volver a enseñar a los jóvenes que los bienes útiles no son los más importantes. Sí lo son, en cambio, los bienes éticos. Estos sí enriquecen a las personas, y enseñan a usar bien los útiles, que sin duda, son indispensables para el hombre.

El sábado se inaugurarán las XXI Olimpiadas Ramón Mugica. El colorido Corso saldrá del campus de la Universidad de Piura, a las 5 de la tarde e irá hacia el Estadio Miguel Grau. Las diversas facultades manifestarán su talento y creatividad. Estas Olimpiadas serán una ocasión para jugar: competir, ganar o… para perder.

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