El film “Cincuenta sombras de Grey” ha generado gran polémica. La película se basa en la trilogía de novelas de E. L. James y narra el romance entre dos jóvenes: Un ejecutivo exitoso y sadomasoquista, y una estudiante de Literatura, sometida a él sin condiciones. Los libros han sido calificados como pornográficos, porque describen escenas […]

Por Gloria Huarcaya. 23 febrero, 2015.

El film “Cincuenta sombras de Grey” ha generado gran polémica. La película se basa en la trilogía de novelas de E. L. James y narra el romance entre dos jóvenes: Un ejecutivo exitoso y sadomasoquista, y una estudiante de Literatura, sometida a él sin condiciones. Los libros han sido calificados como pornográficos, porque describen escenas de sexo explícito, incluyendo prácticas violentas.

Su estreno, cercano a San Valentín, intenta ser un tributo al amor. Paradójicamente este romance no es una relación sana sino, más bien, llena de penumbras. Convierte lo patológico en normal, lo violento en deseable, el respeto en humillación, la libertad en sometimiento, el deseo en desenfreno.

Los libros difuminan la frontera entre lo blanco y lo negro, justificándose en el ideal de que ella lo salvará de su mundo enfermizo, ayudándole supuestamente a curar sus traumas, pero rebajando su dignidad. Todo aderezado con sus encuentros sexuales, que alimenta millonariamente la industria de la pornografía.

Zac Alstin, articulista de Mercatornet, expresa su rechazo al film, analizando los efectos que podría tener: “Le enseñará a tu hija que el dolor y la humillación pueden ser  eróticos, y a tu hijo, que las chicas necesitan un hombre ‘fuerte’ que las intimide y amenace. Definitivamente esta película retrata el abuso como algo sexualmente excitante para la pareja”.

Vale la pena advertir que las imágenes también producen efectos nocivos en los adultos. Este material (“soft pornography”), puede marcar el inicio de un consumo creciente de pornografía, que unido al efecto de excitación sexual, provoca una serie de daños: ansiedad por obtener mayor consumo, exposición del cerebro a la dopamina, confusiones en las relaciones sentimentales, y producir incluso una fuerte adicción.

Ni sombras ni Grey. Los jóvenes anhelan un amor auténtico desprovisto de penumbras. En la investigación  “Estilos de vida de los adolescentes peruanos” (Universidad de Piura, 2010), aplicada a escolares de 13 a 17 años de todo el país, se comprobó que más del 65% de ellos cree que “el amor para siempre es posible”, y mayoritariamente desean hablar más con sus padres sobre “¿cómo manejar sus sentimientos?” y “¿qué significa enamorarse?”.

Aprovechemos esta ocasión para conversar con ellos sobre el amor verdadero, uno que no admite grises, donde la violencia física, emocional y sexual nunca se puede tolerar.

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