Discúlpenme los piuranos, pero se podría decir que el centro de Piura es menos céntrico que en otras ciudades. Entiéndanme; cuando uno pasea por las inmediaciones de la Plaza de Armas, de la catedral, se sorprende de lo rápido que se deshilacha, de cómo pierde su carácter y cede al abandono y al desorden. Aparecen […]

Por Jorge Losada. 07 julio, 2015.

Discúlpenme los piuranos, pero se podría decir que el centro de Piura es menos céntrico que en otras ciudades. Entiéndanme; cuando uno pasea por las inmediaciones de la Plaza de Armas, de la catedral, se sorprende de lo rápido que se deshilacha, de cómo pierde su carácter y cede al abandono y al desorden. Aparecen por doquier casonas derruidas, lotes infrautilizados o directamente vacíos. A mí no me parece un verdadero centro, sin espacios públicos de calidad ni dotaciones. Y como se puede mejorar, debemos exigirlo.

Y es que al corazón de Piura le hacen falta intervenciones a varios niveles. De una parte, necesita una cirugía menor que resuelva los pequeños problemas (ocupaciones, escalones inesperados, barreras, veredas estrechas y calles sin contenido). Pero, aún más urgente, también necesita una reforma integral ambiciosa que aproveche todos esos lotes vacíos. Que dé a la ciudad el brillo que sus gentes necesitan y merecen. El centro, en la medida en que pertenece a todos, debería ser símbolo y motor de un cambio que enorgulleciera a los ciudadanos.

La lista de tareas es larga pero agradecida: Habría que reorganizar el tráfico, arrebatarle la ciudad al carro y devolvérsela al hombre. Habría que concederle un espacio principal a la cultura, verdadera piedra angular del Cambio, con mayúscula. También habría que fortalecer el tejido comercial e incrementar la actividad. Pero esta regeneración no sólo se conseguirá con infraestructura. También habría que ofrecer vivienda colectiva enfocada a la gente joven para que dinamicen el centro y lo revitalicen. Se buscan valientes. Políticos valientes que gestionen este programa y empresarios valientes que apuesten por el futuro de su ciudad.

Piura no puede seguir creciendo cual mancha de aceite agravando sus problemas estructurales. Ni es eficiente, ni sostenible. Es necesario corregir el modelo de ciudad, intensificar el uso del suelo y densificar las zonas ya ocupadas. Tampoco podemos confiar el espacio público a los centros comerciales periféricos pues, en realidad, nunca lo serán. Este es un modelo caduco que ya se desinfla en Estados Unidos y zozobra en Europa. Juguemos bien nuestras cartas ahora que podemos. Esos lotes vacíos, aunque ahora molestan, son oportunidades. Son la promesa de un cambio posible.

Hay necesidades, lotes y negocio. Se buscan valientes.

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