Los que vivimos en Piura hemos sido testigos de lo complejo -e incluso violento- que ha sido el desalojo de los comerciantes informales de los alrededores del mercado. Para muchos, esto  representó un gran avance, pues además de desaparecer espacios invadidos por la informalidad y el caos, era una excelente oportunidad para mejorar las condiciones […]

Por Pedro Escajadillo. 13 agosto, 2015.

Los que vivimos en Piura hemos sido testigos de lo complejo -e incluso violento- que ha sido el desalojo de los comerciantes informales de los alrededores del mercado. Para muchos, esto  representó un gran avance, pues además de desaparecer espacios invadidos por la informalidad y el caos, era una excelente oportunidad para mejorar las condiciones del mercado y su entorno. Es decir, recuperar el espacio público para la ciudad y los ciudadanos.

El mercado, como otros espacios públicos, es un lugar de encuentro para la población, un sitio donde, además de las transacciones comerciales, las personas interactúan y establecen todo tipo de relaciones, de hecho, se puede afirmar que en el mercado es donde se puede vivir y palpar la realidad social y económica de la ciudad.

Después del primer desalojo en la avenida Country, muchos esperábamos con ilusión la nueva cara que tendría el mercado, con mejoras no sólo en su propio aspecto y funcionamiento, sino también en los alrededores. Unos meses después, nos damos cuenta que la cosa no ha cambiado mucho, sigue reinando el desorden y la suciedad. Ahora todo está más despejado, pero también despojado. Despojado de sombra, de mobiliario urbano suficiente, de sitios de estar, de vegetación, de seguridad, de iluminación eficiente, etc. A esto se suma, la informalidad de los estacionamientos a ambos lados de la pista, la que, por cierto, se encuentra en estado lamentable.

Esta hubiera sido una excelente oportunidad para la recuperación integral de un espacio urbano importante en la ciudad, una transformación que no sólo le hubiera cambiado la cara al mercado, sino que podría haberse convertido en el paso inicial de una intervención urbana a gran escala para modernizar y dignificar el mercado y su entorno.

Con el reciente desalojo de la calle Blas de Atienza, se presenta una nueva oportunidad para conseguir un espacio público de calidad. Una alternativa podría ser convocar a un concurso, donde puedan participar todos aquellos profesionales con ganas de cambiar nuestra ciudad y  hacer las cosas bien. Es una nueva ocasión para conseguir un espacio urbano atractivo y que sea bien utilizado. La ciudad y todos nos merecemos una segunda oportunidad.

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