25

Oct

2017

El camino después de la muerte

La Semana Cultural que organiza la Facultad de Humanidades busca destacar el valor cultural de las tradiciones que nos unen. Con este objetivo, realiza la exposición “El día de los difuntos en México y Perú”.

Por Maria Gracia Zapata. 25 octubre, 2017.

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El 1 y 2 de noviembre representan fechas importantes para la comunidad católica, pues son los días en los que se conmemora a los santos y fieles difuntos. Estas celebraciones se expandieron alrededor del mundo, donde fueron adquiriendo rasgos propios y elementos característicos que reflejan las tradiciones locales de cada lugar.

Algunas de las particularidades se pueden apreciar en la exposición fotográfica “El día de los difuntos en México y Perú”, a cargo de los alumnos de Historia y Gestión Cultural de la Universidad de Piura. La muestra, que se realiza como parte de la Semana Cultural organizada por la Facultad de Humanidades, busca destacar el valor cultural de las tradiciones que nos unen y la relevancia que tienen para la sociedad actual.

Con altares decorados, representaron el vasto patrimonio cultural inmaterial de ambos países. En el espacio dedicado a Perú, las velas blancas, coronas y flores, simularon las conocidas “velaciones”, costumbre peruana por la que se encienden velas cerca de la tumba del difunto, con la esperanza de iluminar el camino hacia el cielo que sigue un alma.

Familias enteras acuden a los cementerios a visitar a sus seres queridos fallecidos, rezando, cantando o relatándole anécdotas. Algunos acostumbran llevar comida y bebida, insumos entre los que no faltan los tradicionales “angelitos” y las “roscas de muerto”, y pernoctan al lado de la tumba del familiar difunto.

Por su parte, el “altar de muertos” mexicano destaca por sus coloridos motivos: flores de cempasúchil, papel picado, calaveritas de dulce, entre otras ofrendas. Y es que esta celebración no se remite a la ausencia, sino a celebrar una presencia viva, pues se cree que los muertos llegan esos días a visitar a sus familiares.

No faltaron las famosas “catrinas”, que suelen protagonizar los festivales que se realizan en torno a esta celebración, acompañando los desfiles, bailes, concursos de altares y más. Esta solemnidad es una de las más representativas de México y su relevancia la llevó a ser reconocida por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en el 2008.

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