12

Oct

2020

Artículo de Opinión

A propósito de la reciente crisis política

La pandemia ha evidenciado muchos problemas antes ocultos y que las redes sociales involucran más a los ciudadanos. Tenemos elecciones pronto. ¿Podremos girar hacia mejores instituciones?

Por Germán Vega. 12 octubre, 2020.

Fuente: EFE

La situación de los protagonistas de la última crisis debe llevarnos a reflexionar sobre el rol que han tenido en esta. Empecemos por el presidente Vizcarra. Fue parte de la fórmula presidencial del partido PPK (como invitado) en las elecciones del 2016. Asumió la presidencia el 2018, ante la renuncia de Kuczynski.

Tras un largo enfrentamiento político, cerró el Congreso, por la negación fáctica a una cuestión de confianza. Si bien el Tribunal Constitucional declaró esta decisión como constitucional, varios especialistas opinaron lo contrario. Hoy, gobierna el país sin partido ni bancada en el Congreso, en medio de la pandemia y de la peor crisis económica de nuestra historia.

En la otra orilla, está Manuel Merino, presidente del Congreso, quien llegó con el 3% del total de votos posibles de Tumbes. A pesar de ser uno de los congresistas menos votados, su bancada (Acción Popular) lo propuso para liderar el Parlamento. De haber procedido la vacancia, la presidencia del país la tendría alguien en quien solo 5271 peruanos depositaron su confianza.

Otro protagonista fue el congresista Alarcón, removido el 2017 del cargo de Contralor, debido a ciertas irregularidades. Luego, tuvo algunas denuncias constitucionales. Todo ello no impidió que hoy lidere la Comisión de Fiscalización del Congreso.

Por último, Chehade. Si bien no intervino en esta crisis, su posición es llamativa. El 2012, dimitió a la vicepresidencia tras el escándalo de las “Brujas del Cachiche”. A pesar de ello, y de solo recibir el 0,003% de votos en Lima, lidera la Comisión de Constitución del Congreso:  que analiza reformas a nuestra Constitución.

En economía, la teoría de las instituciones propone la calidad de estas como el máximo determinante del desarrollo económico. Es decir, contar con instituciones que defienden los derechos de propiedad, que establecen claros balances entre los poderes del Estado y que disminuyen los costos de transacción permite el desarrollo de un país.

Lo descrito al inicio, muestra cómo nuestro pobre nivel institucional nos lleva a conflictos sin fin que dificultan el progreso. ¿Por qué no mejoran nuestras instituciones? La teoría de las instituciones responde a ello: quienes se beneficiaron de algunas reglas para llegar al poder no tienen incentivos para cambiarlas.

Entonces, ¿qué debemos hacer? Los cambios normalmente son graduales; pero, algunos sucesos aceleran los procesos. La pandemia ha evidenciado muchos problemas antes ocultos y que las redes sociales involucran más a los ciudadanos. Tenemos elecciones pronto. ¿Podremos girar hacia mejores instituciones?

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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