Marca el límite sur de “guaba”, palabra antillana que más al sur se remplaza por “pacae”, que es quechua. Igualmente marca el límite norte del quechuismo “palta”, y más al norte se dice “aguacate”, palabra de origen azteca.

Por Carlos Arrizabalaga. 12 julio, 2021. Publicado en Correo

En su tesis, Martha Hildebrandt observaba muy atinadamente que, frente al aislamiento que vive Piura con respecto a Lima, existía un gran intercambio comercial con Ecuador, del que “se interfiere un intercambio cultural intenso”. Una ruta comercial, muy transitada sobre todo en tiempos del virreinato, unían al puerto de Paita y la ciudad de Piura con las ciudades de Loja y Cuenca. Los vecinos de Piura solicitaron a los jesuitas de Quito que abrieran un colegio en la ciudad, justo antes de la expulsión de la orden.

También Peter Boyd Bowman, discípulo de Amado Alonso en Harvard, señalaba en 1953 “la continuidad fonética entre las costas de Perú, Colombia y el Ecuador”. Estimaba el hispanista norteamericano que las fronteras políticas no correspondían a límites lingüísticos o culturales, pues no siempre se asentaban en delimitaciones administrativas incaicas o coloniales.  Piura perteneció a diferentes obispados, corregimientos e intendencias, unida finalmente a Trujillo y Guayaquil.

Piura constituye una frontera, de todos modos, dentro de los dominios del idioma, pues aquí se entrecruzan algunas isoglosas léxicas. Marca el límite sur de “guaba”, palabra antillana que más al sur se remplaza por “pacae”, que es palabra quechua. Igualmente marca el límite norte del quechuismo “palta”, y más al norte se dice “aguacate”, palabra de origen azteca. Desde Centroamérica hasta Piura es también usual “bocana”, un antiguo término patrimonial, para llamar a la desembocadura de un río. La misma vinculación tiene la denominación de “guineo” para el plátano. Ocurre igual con el adjetivo “sólido” (por solitario), usual en Piura, igual que en partes de Ecuador y Colombia.

El comercio con Loja y el sur del Ecuador fue muy intenso en época colonial y se renovó con la paja toquilla de Jipijapa. Muchas familias de Guayaquil venían entonces a pasar el verano a Paita, cuando ya la ciudad tenía, gracias al alcalde Artadi, suministro de agua dulce, mediante tubería de fierro.

Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.

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