Premio Esteban Campodónico

1998 | Padre Jean Marie Protain Muller, CSSR †

1998 | Padre Jean Marie Protain Muller, CSSR †

Nació en Lorena, Francia, el 14 de setiembre de 1913. Integrante de una familia de profunda fe religiosa, nació en Francia, en 1913. Ingresó al seminario Redentorista y se ordenó sacerdote a los 24 años. Un año después vino al Perú, siendo destacado a Huanta (Ayacucho) y fundó un seminario, como también, más adelante, otro en Santa Clara (Lima).

En los años cincuenta es destacado a Lima y se dedica a la evangelización en una de las zonas más pobres de la ciudad, adonde se formaron las primeras ‘barriadas’. Fundó la Asociación Religiosa Hermanas Misioneras de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y fue nombrado párroco de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en 1959.

Tiene casi medio siglo en el lugar, adonde ha consolidado una sólida presencia cristiana. En la parroquia creó una guardería para garantizar el cuidado de los niños pequeños cuando sus padres salen a trabajar. Y a un lado, funciona un Policlínico Materno – Infantil que beneficia a la población del lugar, en la margen izquierda del río Rímac.

Discursos

Discurso de presentación de la Hna. Anita Soprani, por las Hermanas del Perpetuo Socorro

Nosotras las Hermanas Misioneras de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, nos sentimos muy contentas y agradecidas a los miembros de la Fundación Clover en su Junta Directiva, como a todos los amigos aquí presentes, sobre todo a aquellos que nos animaron a presentar al padre Jean Marie para esta convocatoria en que resultó ganador en el Área de Servicios Directos a la Sociedad.

La Hermana Irene Elliot y la que les habla hemos tenido por decirlo, la suerte de trabajar al lado del padre: nos parecía una pesadilla la que vivíamos allá por los años 1956, yo no podía salir de mi asombro que seres humanos, a pocos metros del centro de Lima, vivieran en tanta miseria, lo más doloroso los niños mordidos por ratas que salían del montón de basura, manadas de chanchos que devoraban esas inmundicias, era algo apocalíptico e inimaginable, se trabajó muchísimo para lograr una vida más humana.

Hoy en 1998 sigue la miseria, el hambre, el desempleo, el robo callejero, pandillas juveniles, drogadicción, prostitución de menores, la familia desintegrada, los padres tienen que trabajar y los hijos están por su cuenta, es un reto mucho más fuerte que en 1956.

A mí me indigna ver cómo se pudren los alimentos que se deben dar a los que tienen hambre, por una burocracia mal entendida. La prueba, hace pocas semanas contemplamos lo que pasó a niños de un centro educativo de Ayacucho, intoxicados por tomar leche… y qué hacer… con dolor palpamos la miseria y nos sentimos impotentes.

El ser humano solo no puede hacer nada, pero si formamos un equipo sólido, unido y decidido a trabajar en bien de la humanidad sufrida, podemos alcanzar grandes metas y dar alegría a niños y jóvenes, no una alegría de horas, sino una base para su futuro, ya que ellos son las mujeres y los hombres del mañana, tenemos que sembrar en los pequeños y, a través de ellos, a los padres.

Con el padre Jean Marie y las H.M. del Perpetuo Socorro con la experiencia de 42 años de estar con los más pobres, seguiremos adelante donde se forman nuevos asentamientos humanos.

Muchas gracias

Hna. Anita Soprani

Hermanas del Perpetuo Socorro

Lima, 24 de julio de 1998

Discurso de agradecimiento del Padre Jean Marie Protain Muller, CSSR - Reproductor de audio

Un día el Dux de Venecia visitó el Palacio de Versalles y le preguntó alguien: “¿Puede haber cosas más admirables que éstas? Respondió: ¡Yo mismo!”. Es mi respuesta hoy a ustedes con mis 42 años de barriadas, de mis 60 años en el Perú. ¿A quién debo este tiempo? A mi padre, que un día en mi primera misa en Nancy (Francia) me exhortó diciéndome: “No olvides que tienes que ser un sacerdote para los pobres”.

En el curso de Teología había un peruano que me decía y me repetía hasta la saciedad ‘Jean Marie, ven conmigo al Perú’ y me contaba la vida de los indígenas, que llegaba a conocer más que él. Él fue Arzobispo del Cusco y Vicario Castrense de las Fuerzas Armadas del Perú, yo, el misionero de las Barriadas de Lima.

En agosto de 1938 nos embarcábamos los dos para el Perú. A los ocho días de mi llegada a Lima, me mandaron los superiores a Huanta – Ayacucho, con orden de abrir un seminario. No había nada, inicié la construcción, la enseñanza y unas misiones en los pueblos indígenas. A los once años de mi permanencia en Huanta, los superiores me trasladaron a Santa Clara de Lima, a construir un segundo seminario.

Lo que no pude hacer de mis sueños, lo hice con los primeros misioneros peruanos, fruto de mis sudores y no pocas veces, de mis frustraciones.

Estamos en 1956. Padres forman un equipo de misioneros, creando así la ‘Misión de Lima’, con el beneplácito de la autoridad eclesiástica. Nos abocamos a los religiosos de las barriadas nacientes en la margen izquierda del río Rímac, donde encontraron numerosas familias que llegaron a una miseria indescriptible, habitando en muladares de basura y criaderos de chanchos. Una vez más resonó en mis oídos las palabras de mi padre: “No olvides que tienes que ser un sacerdote para los pobres”.

Empecé así a desarrollar en mí los ideales de ser el sacerdote de los pobres, los marginados, los que tienen hambre, los niños expuestos a vejámenes y los enfermos que por falta de dinero, morían.

Con ayuda de Luxemburgo, de Francia y la Colonia Francesa de Lima, se habilitó el Policlínico Parroquial brindando atención materno – infantil a más de 300 niños al mes, atención médica a más de 3 mil pacientes mensuales, a los bebés desnutridos les damos leche según prescripción médica. Además, la cuna guardería cuida hasta 200 niños de 0 a 5 años cuyos padres trabajan. El Club de Madres y grupos de jóvenes se orientan para su mejor desarrollo humano.

Ahora mi mirada se extiende a nuevos horizontes: ‘Santa Clara’, donde nacen nuevos grupos humanos, con las mismas necesidades y aún más. Me siento impulsado a extender los beneficios de mi parroquia. Las hermanas que me acompañan ya están iniciando estos nuevos trabajos en bien de una humanidad sufrida. No podemos decir ‘Dios es un Padre bueno que te ama’ donde hay tanto miseria, dolor y hambre.

Muchas gracias.

Padre Jean Marie Protain Muller, CSSR

Lima, 24 de julio de 1998

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