Premio Esteban Campodónico

1999 | Hno. Paul McAuley †

1999 | Hno. Paul McAuley †

Nació en Portsmouth, Inglaterra, el 29 de octubre de 1947. Fundó hace 34 años el colegio Fe y Alegría No.43, en la zona de Zapallal, un sector de asentamientos humanos con 30 000 habitantes, ubicado en la periferia norte de Lima. Para ello, la congregación de Hermanos de la Salle, a la que pertenece, firmó un convenio con la Asociación Fe y Alegría.

Además de la educación regular para más de 1400 alumnos, este colegio destaca en el paisaje del arenal, como un foco de capacitación para el trabajo y la microempresa. Tienen en funcionamiento talleres de carpintería, cerámica, soldadura, tejidos, confecciones, crianza de conejos, de gallinas, áreas de cultivos hidropónicos y producción de bonsái. El taller de cerámica logró colocar productos con motivos peruanos en los prestigiosos almacenes Harrods de Londres. Todo ello tiene un impacto positivo en la población, que encuentra aquí alternativas para salir de la pobreza extrema y prevenir la violencia y la delincuencia juvenil.

Residía en Iquitos donde realizó labores de asesor en radio La Voz de la Selva, del Instituto Superior Pedagógico Público Loreto, a cargo de la orden de La Salle. Asimismo, fue corresponsable en la Comisión Pastoral Juvenil del Vicariato de Iquitos, que tiene cobertura en todas las parroquias de la ciudad; y participó de diversos proyectos de desarrollo en pueblos ribereños del Amazonas y con un grupo Cocama, en el Huallaga. Falleció en el 2019.

Discurso

Discurso de agradecimiento pronunciado por el Hno. Paul McAuley, Premio Esteban Campodónico 1999

Me siento agradecido y a la vez confundido. En el Perú he recibido mucho más de lo que he podido dar. Estoy agradecido por el reconocimiento de parte de la Fundación Clover y de la Universidad de Piura por lo que hemos intentado realizar en nuestro ambiente de El Zapallal.

Pero a la vez me siento confundido y desafiado. El premio que recibo hoy gracias a Esteban Campodónico es “por servicios a la sociedad peruana”. Me siento confundido porque no veo una sola sociedad peruana. Veo en nuestra realidad nacional a varias sociedades, muy desiguales. Y en esta realidad injusta y muy desigual nuestra opción es clara: es para aquellos que tienen menos.

Yo me siento muy privilegiado por haber recibido la confianza del Hno. Noé Cevallos y de los Padres de Fe y Alegría para iniciar la obra con el Hno. Juan José y los primeros profesores. El colegio y sus proyectos que existen hoy día son frutos de la dedicación y creatividad de muchos –profesores, técnicos, voluntarios, padres de familia, alumnos y antiguos alumnos-, algunos presentes aquí hoy.

Agradezco a la señora Rina Bailey por su amabilidad en proponerme para este premio. Estoy agradecido y a la vez insatisfecho. Cada reconocimiento y felicitación que recibimos nos anima a seguir intentando buscar soluciones creativas para los niños y jóvenes de nuestros asentamientos humanos.

Nos sentimos comprometidos cada vez más a hacer todo lo que podemos para que, como dice San Pablo, todo sea llevado a su plenitud en Cristo. En este intento de llevar todo a Cristo no queremos quedarnos con soluciones parciales o de maquillaje. Queremos ofrecer una formación integral y soluciones reales a los jóvenes frente a la dura realidad que vivimos.

En nuestra búsqueda de las raíces de la problemática que viven los jóvenes tenemos que denunciar la distribución tan injusta de los recursos económicos y materiales. Es por lo menos cínico promover que los niños sepan cuidar su cuerpo a la vez que se les quita toda capacidad de poder alimentarse, vestirse o educarse adecuadamente.

Atar a millones de niños y adultos a un sistema económico salvaje que no ofrece los controles sociales contra los peores efectos del mismo sistema es inmoral. Frente a esta realidad nuestra opción es clara: estamos y nos quedamos con los excluidos del sistema. Es posible que mi reflexión aquí y estos pensamientos molesten. Como dijo Dom. Helder Camara una vez “cuando doy comida a los pobres me llaman un ‘santo’, cuando pregunto ¿por qué los pobres no tienen comida?, me llaman ‘comunista”.

Agradezco al jurado de los Premios. Doy gracias a Dios, y a ellos como instrumentos de su Providencia, porque ahora con este premio tendremos los fondos para iniciar un próximo proyecto que busca atender a los jóvenes desempleados y deseosos de seguir creciendo como protagonistas positivos en nuestra sociedad. Será la “universidad de la calle”, sin sede y sin aulas.

Finalmente, permítanme felicitar al ingeniero Luis y a los muchos que siguen construyendo y sirviendo a sus hermanos sin la ventaja de un reconocimiento público.

Hno. Paul McAuley

Lima, 10 de setiembre de 1999

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