- Inicio
- Premio Campodónico
- 1999 | Hno. Paul McAuley †
- Premio Campodónico
- 1999 | Hno. Paul McAuley †
Discurso
Discurso de agradecimiento pronunciado por el Hno. Paul McAuley, Premio Esteban Campodónico 1999
Me siento agradecido y a la vez confundido. En el Perú he recibido mucho más de lo que he podido dar. Estoy agradecido por el reconocimiento de parte de la Fundación Clover y de la Universidad de Piura por lo que hemos intentado realizar en nuestro ambiente de El Zapallal.
Pero a la vez me siento confundido y desafiado. El premio que recibo hoy gracias a Esteban Campodónico es “por servicios a la sociedad peruana”. Me siento confundido porque no veo una sola sociedad peruana. Veo en nuestra realidad nacional a varias sociedades, muy desiguales. Y en esta realidad injusta y muy desigual nuestra opción es clara: es para aquellos que tienen menos.
Yo me siento muy privilegiado por haber recibido la confianza del Hno. Noé Cevallos y de los Padres de Fe y Alegría para iniciar la obra con el Hno. Juan José y los primeros profesores. El colegio y sus proyectos que existen hoy día son frutos de la dedicación y creatividad de muchos –profesores, técnicos, voluntarios, padres de familia, alumnos y antiguos alumnos-, algunos presentes aquí hoy.
Agradezco a la señora Rina Bailey por su amabilidad en proponerme para este premio. Estoy agradecido y a la vez insatisfecho. Cada reconocimiento y felicitación que recibimos nos anima a seguir intentando buscar soluciones creativas para los niños y jóvenes de nuestros asentamientos humanos.
Nos sentimos comprometidos cada vez más a hacer todo lo que podemos para que, como dice San Pablo, todo sea llevado a su plenitud en Cristo. En este intento de llevar todo a Cristo no queremos quedarnos con soluciones parciales o de maquillaje. Queremos ofrecer una formación integral y soluciones reales a los jóvenes frente a la dura realidad que vivimos.
En nuestra búsqueda de las raíces de la problemática que viven los jóvenes tenemos que denunciar la distribución tan injusta de los recursos económicos y materiales. Es por lo menos cínico promover que los niños sepan cuidar su cuerpo a la vez que se les quita toda capacidad de poder alimentarse, vestirse o educarse adecuadamente.
Atar a millones de niños y adultos a un sistema económico salvaje que no ofrece los controles sociales contra los peores efectos del mismo sistema es inmoral. Frente a esta realidad nuestra opción es clara: estamos y nos quedamos con los excluidos del sistema. Es posible que mi reflexión aquí y estos pensamientos molesten. Como dijo Dom. Helder Camara una vez “cuando doy comida a los pobres me llaman un ‘santo’, cuando pregunto ¿por qué los pobres no tienen comida?, me llaman ‘comunista”.
Agradezco al jurado de los Premios. Doy gracias a Dios, y a ellos como instrumentos de su Providencia, porque ahora con este premio tendremos los fondos para iniciar un próximo proyecto que busca atender a los jóvenes desempleados y deseosos de seguir creciendo como protagonistas positivos en nuestra sociedad. Será la “universidad de la calle”, sin sede y sin aulas.
Finalmente, permítanme felicitar al ingeniero Luis y a los muchos que siguen construyendo y sirviendo a sus hermanos sin la ventaja de un reconocimiento público.
Hno. Paul McAuley
Lima, 10 de setiembre de 1999