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Discurso
Discurso de agradecimiento de Julio Kuroiwa - Premio Esteban Campodónico en el Área de Actividad Profesional Destacada 2011
En primer lugar, deseo agradecer a la Fundación Clover de Nueva York, a la Universidad de Piura, al jurado calificador y al INDECI, por proponerme como candidato a los Premios Esteban Campodónico por servicios profesionales a la sociedad peruana.
Agradezco, asimismo, a todos ustedes, distinguidos invitados, por acompañarme en este trascendental momento de mi vida en el que acepto este honroso reconocimiento; y debo expresar mi gratitud, no solo a nombre propio y de mi familia, sino también en nombre de mis 175 coinvestigadores, quienes han desarrollado, durante los últimos 40 años, sus tesis profesionales y de maestrías en reducción de riesgos de desastres, en la Facultad de Ingeniería Civil de la UNI, mi alma mater.
En esta ocasión, merece también un agradecimiento muy especial el doctor Antonio Mabres, presidente del jurado, quien, en su calidad de rector, aportó calificados investigadores y los laboratorios de la Universidad de Piura, para estudiar los efectos del Fenómeno El Niño 1982-83, en los departamentos de Piura y Tumbes, cuyos resultados fueron, luego, difundidos en el auditorio de la UDEP.
En 1970, el terremoto de Ancash dejó 67 mil víctimas mortales y pasó a la historia como el desastre más mortífero en las Américas, en el Siglo XX. Por eso, debe constituir un importante propósito de todos aquellos hombres de bien que buscamos el desarrollo sostenible de la nación peruana, con inclusión social y que esta tragedia no se repita en el siglo XXI.
Me permito compartir con todos ustedes, queridos amigos, dos reflexiones:
Deseo, en primer lugar, realzar la importancia del trabajo en equipo, y en segundo lugar el gran impacto emocional que ha tenido en mí el haber realizado, durante cuatro décadas, inspecciones de campo de 22 desastres muy destructivos y mortíferos ocurridos en el Perú, en el resto de las Américas, en Japón y en la China.
Después del terremoto de la región Ancash de 1970, cuando Yungay y Ranrahirca desaparecieron del mapa, Huaraz había quedado totalmente destruida y Chimbote severamente afectada, emprendimos, con 25 egresados de la Facultad de Ingeniería Civil de la UNI, los proyectos de reparación y reforzamiento, que en cuatro años, se recuperaron 2,500 casas, las que, agregadas a las mil viviendas que colapsaron o no sufrieron daños, constituyeron un universo de investigación de 3,500 modelos reales – no muestras de laboratorio – que nos permitieron desarrollar lo que ahora se llama Albañilería Confinada. En ese trabajo en equipo, los egresados más brillantes de la FIC/UNI donaron 700 meses/hombre, a favor de las familias damnificadas de Chimbote y Casma.
Sin embargo, no fue sino hasta el año 2007 cuando nos dimos cuenta de la trascendencia de los resultados de dichos trabajos. Ese año, el doctor Charles Scawthorn, profesor e investigador de la Universidad de California, en Berkeley, hoy en la Universidad de Kioto, me manifestó en una reunión en Kobe que, en la reconstrucción del terremoto de Pakistán del año 2005, el Panel Internacional estaba aplicando un método similar a la Albañilería Confinada, incluido en mi libro Disaster Reduction.
En ese momento, pensé que se trataba de una frase cortés de un colega y amigo. Pero, en la 14ta Conferencia Mundial de Ingeniería Sísmica realizada en Beijing, China, en 2008, en una sesión especial dedicada a la Albañilería Confinada, se llegó a la conclusión de que este método de construcción nos solo es el más efectivo para resistir sismos, sino también uno de los más económicos y de fácil ejecución, porque en todo el mundo se construyen casas con ladrillos.
Según el informe del CISMID, de la FIC/UNI al Banco Mundial, durante el terremoto de la región Ica, en Chincha Baja, ubicada justo encima del plano de falla inclinado que generó el terremoto; el 95% de las viviendas de ladrillos reforzados con columnas de concreto armado no sufrieron daños o estos fueron muy ligeros.
En cambio, cuando ocurrió el terremoto de Nasca de 1996, el 50% de los edificios de concreto armado que sufrieron daños y tuvieron que ser reparados y reforzados fueron centros educativos dañados por el defecto estructural de columna corta.
La Norma Sismorresistente NTE 0.30, aprobada en el año 1997, tuvo dos pequeños cambios con respecto a la norma anterior, que consistieron en incrementar la rigidez de los edificios escolares en, aproximadamente, 30%, y pasar el coeficiente de importancia U de 1.3 a 1.5. Pero estos cambios clave fueron producto de intensas investigaciones realizadas por alumnos y profesores de la Pontificia Universidad Católica del Perú, y de la UNI, a quienes también agradecemos sus valiosos aportes.
Soy testigo directo de este hecho, pues me tocó presidir la comisión de la Norma Sismorresistente. El resultado de este importante trabajo se puso en evidencia durante las inspecciones de los daños causados por el terremoto de Arequipa de 2001 y de la región Ica 2007, realizados por encargo del PNUD. En estos desastres, no se encontró ningún colegio diseñado con sujeción a dicha norma que sufriera daños.
El terremoto y tsunami del océano Índico, ocurrido en diciembre de 2004, causó 250 mil víctimas mortales. Los alcaldes de la Punta y el Callao, y el presidente de la Región Callao, compatibilizaron sus planteamientos y organizaron una sola conferencia sobre dicho desastre y sobre cómo proteger a los 150 mil chalacos que residen en sectores inundables por tsunamis.
En dicha conferencia, se logró comprometer al entonces presidente de la Región Callao para que financie el proyecto Tsunami Ready, que duró de 2005 a 2008. Así se logró formular un plan de evacuación por tsunamis, delimitar las zonas de inundación, los refugios y las rutas de evacuación, las cuales, en la actualidad, ya están señalizadas, con estándares internacionales y del MTC.
Entre los becados por la Región Callao estuvo el ingeniero Eric Más, quien desarrolló su tesis profesional de Ingeniería Civil basada en el proyecto Tsunami Ready. Eric fue luego becado por el CONCYTEC durante sus cuatro semestres de maestría incluyendo su tesis. El tema: Edificios de Concreto Armado Resistentes a Sismos y Tsunamis. El propósito: reemplazar las antiguas y debilitadas casas de adobe y quincha de la parte antigua del Callao, construidas en un sector con amenaza de inundación severa por tsunamis.
Desde 2009, Eric está realizando su doctorado en la Universidad de Tohoku en Sendai, la ciudad más importante del Japón, afectada por el Gran Terremoto de Tohoku del 11 de abril de 2011. Eric es asesorado por el profesor Fumihiko Imamura, reconocido experto internacional en tsunamis. En el Perú, Johnny Condori está recibiendo abundante información, transmitida por Eric, sobre efectos de tsunamis en edificios de concreto armado para su tesis de maestría, y cuenta con la asesoría del doctor Hugo Scaletti.
Hasta donde se sabe, Japón, EE. UU. y el Perú, son los únicos países donde se está investigando este tema tan especializado. Este es otro ejemplo del trabajo en equipo, donde el facilitador no figura de manera específica en todo el proceso.
Con seguridad, la mayoría de ustedes han visto horrorizados como en Puerto Príncipe, la capital de Haití, camiones volquetes arrojaban a fosas comunes los restos de gran parte de las 250 mil víctimas del terremoto de 2010.
Retrocediendo nuevamente 40 años, el que habla, con un nudo en la garganta y sin poder contener la emoción, observaba, también, entre agosto y octubre de 1970, cuando cargadores frontales del Ejército removían los escombros de adobe de Huaraz, donde había ropas raídas, grasa humana y restos mutilados de cerca de 10 mil personas que perdieron sus vidas en esta ciudad.
En la China, cerca de la localidad de Beichuan, asistí junto con las autoridades de la provincia de Sichuan a una conmovedora ceremonia religiosa en la que se rendía homenaje a los niños que perecieron en mayo de 2008. Ellos habían sido hijos únicos de parejas de más de 40 años, las cuales, por la ley, no podían tener más de un hijo por pareja, y este hijo estaba ahora sepultado.
Por otra parte, nos preocupa que ocurra un sismo de magnitud mayor de 8 grados con epicentro cercano a Lima, donde existen unos US$ 450 mil millones de valor en riesgo. Si asumimos, conservadoramente, una pérdida del 5%, el costo de esta catástrofe ascendería a unos US$ 22 500 millones, lo que frenaría el vigoroso crecimiento socioeconómico que está teniendo el país.
Después de estudiar los efectos del terremoto de Pisco de 2007, puedo mencionar que una de las principales causas del retraso de la reconstrucción -que está ocasionando tantos sufrimientos a los damnificados- es que las universidades peruanas no están produciendo los profesionales que el país necesita para la reducción del riesgo de desastres; esta es una autocrítica como profesor universitario, que espero sea superada en los próximos años.
En el tiempo que Dios me dé de trabajo efectivo, el objetivo de mi vida -con comprensión de mi familia- es reducir al máximo las enormes pérdidas humanas y materiales que podría generar un terremoto y tsunami de gran magnitud y, asimismo, proteger la vida y salud de los peruanos de menores recursos; de aquel 45 % de compatriotas que viven en casas vulnerables de adobe y tapial, sobre suelo blando y que corren el alto riesgo de perder sus vidas.
Esto solo se podrá lograr si se trabaja en equipo. El paso más importante ya fue dado: el 17 de diciembre de 2010, en Palacio de Gobierno, en sesión especial del Acuerdo Nacional, se decidió que la Política de Estado 32 fuera la Gestión del Riesgo de Desastre, pedido que he repetido, reiteradamente, desde hace 40 años, después del terremoto de 1970. Este documento guiará las acciones de los poderes del Estado, Congreso de la República, universidades, centros de investigación, ONG y de la sociedad civil en general, como Hoja de Ruta para guiar nuestras actividades en los próximos años.
Muchas gracias
Ing. Julio Kuroiwa Horiuchi
Premio Esteban Campodonico Figallo
Área de Actividad Profesional Destacada
Lima, 5 de setiembre de 2011