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Discursos
Discurso de presentación dirigido por el doctor Gustavo Gonzales Rengifo
Excmo. Vice Gran Canciller de la Universidad de Piura, Rvdo. Padre Dr. Emilio Arizmendi, Doctor Sergio Balarezo, rector de la Universidad de Piura, vicepresidente del Consejo Directivo de los Premios Esteban Campodonico.
Doctor Ralph Coti, director de la Fundación Clover De Nueva York, presidente del Consejo Directivo de los Premios Esteban Campodonico Figallo.
Dra. Fabiola León Velarde, Rectora UPCH.
Dr. Alberto Perales, Presidente de la Academia Nacional de Medicina.
Dr. Ronald Woodman, Presidente de la Academia Nacional de Ciencias.
Dr. Alberto Cazorla y familia.
A toda la comunidad Herediana presente aquí.
A la Sra. Cánepa, Sobrina nieta de Don Esteban Campodonico.
Al Grupo Ángeles D1.
Señoras y Señores.
ALBERTO CAZORLA Y GRACIAN
Uno de los paradigmas en la vida de Alberto Cazorla es Baltasar Gracian, un Jesuita nacido en Calatayud y considerado uno de los grandes del Siglo de Oro en España allá en el Siglo XVII, quien escribió entre otros “Oráculo Manual, Arte de Prudencia” y de quien Nietzsche dice “Europa no ha producido nada más fino ni complicado en materia de sutileza moral”. Este es un libro que ha perseguido a Alberto Cazorla a través de su vida, y él lo mantiene siempre en vivo recuerdo. Conoce a Gracian en la Biblioteca de su Padre José Alberto Cazorla Herrera, lo reencuentra con Don Carlos Monge Medrano y se lo alcanza después a Don Eleazar Guzmán Barrón quien supo valorarlo. Como veremos después la grandiosidad de Alberto Cazorla no solo se nutre de Gracian sino entre otros de estos tres personajes ejemplares.
Alberto Cazorla destaca del Libro de Gracian el aforismo número seis: “Que la persona no nace, se hace”. Este aforismo sirve de guía para el trabajo de Alberto Cazorla particularmente en la misión de identificar y forjar grandes científicos. Para “hacerse” significa que hay alguien que lo debe formar. Estamos en este caso frente a un gran formador de personas, su nombre Alberto Cazorla.
Si analizamos el Pensamiento de Gracian se puede decir que destaca en él, el pesimismo, pero de una manera especial y diferente a otros grandes hombres como Nietzsche o Schopenhauer.
Gracias quien destaca con su obra cumbre “El Criticón” aconseja no agachar la cabeza ante la fatalidad, o tomando la vida como es, emplear todos sus recursos en sacar el mejor resultado posible. Esto es, hasta en una derrota sacar una victoria.
Formación de Alberto Cazorla
¿Qué podemos decir de Alberto Cazorla? que se destaca no por el pesimismo o fatalismo sino más bien por su optimismo, siempre lo vemos sonriente, siempre proactivo, lo aburrido lo hace divertido; la ciencia lo hace fácil y enseña que la ciencia hay que matizarla con la cultura, la filosofía, la historia, la diversión y sobre todo enfocarlo al bien común. Aunque Gracian indica que la persona se hace, debemos destacar que, para hacerse, alguien debe nacer con los dones necesarios.
El mismo Alberto Cazorla se autocalifica de haber recibido una herencia biológica y una herencia cultural. Y esto es realmente lo que ha ocurrido, nacido con excepcionales dones, Alberto Cazorla, él mismo ha reconocido o su entorno le ha permitido reconocer sus dones y lo ha sabido expresar en bien del prójimo, en bien de la sociedad. Ciertamente, se pueden formar muchos hombres, pero grandes hombres como Alberto Cazorla son los que nacen predestinados.
Alberto Cazorla nace con esos dones y supo hacerlo florecer y desarrollar con el importante apoyo de su familia, maestros, amigos, discípulos; así:
De su madre Paulita Talleri Rainieri: aprende la preocupación por los demás.
De Su padre José Alberto: el Juzgar sin pasión. Lamentablemente ambos dejaron de existir, en pocos años uno de otro, y antes que Alberto Cazorla cumpliera los 22 años.
Sus Hermanos (8): Le enseñaron a saber vivir en sociedad.
Sus Tíos: Le enseñaron la entrega del afecto, el dar apoyo económico y de vez en cuando ser guapo.
De los Jesuitas aprendió a trabajar en equipo, buscar el bien común y ser uno entre los demás.
Y también se nutre de sus Maestros: Carlos Monge Medrano, Alberto Guzman Barrón y Eleazar Guzman Barrón —quienes forjaron en Alberto Cazorla el espíritu y alma para el desarrollo de dos de sus virtudes: la docencia y la investigación y sus grandes cualidades de Líder.
Y según su propia expresión es un docente porque enseña aprendiendo con el estudiante (en la ciencia, la actualización permanente es fundamental).
Sobre esta base Alberto Cazorla ha logrado consolidarse como un gran maestro e investigador, pero sobre todo como un gran hombre. Podemos decir que Alberto Cazorla es “un grande entre los grandes”.
Alberto Cazorla nace en Lima el 6 de septiembre de 1925 y no puede ser tan oportuno recibir este galardón en víspera de su cumpleaños número 87.
Sus estudios escolares los ha realizado en Tacna, Lima y Cuzco. En Lima destaca su participación en el Colegio Jesuita de la Inmaculada. En 1987 recibe la medalla ARRUPE de la Asociación de Exalumnos del Colegio de la Inmaculada que lo distingue como “Un hombre para los demás”; es decir que Alberto Cazorla está forjado para el bien común y para el amor al prójimo. Esa es su misión de vida.
Cazorla y sus inicios en la docencia
Su vocación y devoción por la docencia puede haberse evidenciado del hecho de haber iniciado tempranamente su incursión en la docencia, en el inicio del segundo año de medicina, donde debido al haber ocupado el segundo puesto se le brindó la posibilidad de ser ayudante de prácticas y se le encarga el desarrollo de los seminarios; en los últimos años de medicina y algunos después lo hace en el Laboratorio de Investigación en el Hospital Loayza con el Dr. Carlos Monge.
Su labor junto con Alberto Guzmán Barrón probablemente haya definido su vocación por la bioquímica; ciertamente con Carlos Monge tuvo más bien una orientación hacia la fisiología renal.
Terminado su carrera de Médico viaja a Estados Unidos desde 1954 y hasta 1957 a trabajar con Eleazar Guzmán Barrón un sabio peruano que estudiaba a los oxidantes y antioxidantes, hoy tan en boga, y cumplido ese periodo de intenso trabajo retorna al Perú.
Retorno al Perú
En el Perú, a su retorno en 1958 inicia una carrera descollante, primero en el INEN, y luego es llamado desde 1962 por la nueva universidad hoy Universidad Peruana Cayetano Heredia. Retornó para ser líder en todo: subjefe y Jefe en el Departamento de Investigaciones del INEN, y en la Universidad Peruana Cayetano Heredia fue Jefe de la Sección de Bioquímica, Jefe del Departamento de Ciencias Fisiológicas, dos veces Decano de la hoy Facultad de Ciencias y Filosofía, dos veces Rector de la UPCH, Embajador de Perú en México y Presidente de la Academia Nacional de Medicina. Y desde el 2002 Epónimo de la Facultad de Ciencias y Filosofía.
Logros trascendentales
Primer autor de un artículo en Science (1962) y autor de un centenar de publicaciones.
Propiciador de los Estudios Generales.
Primer Decano de la Facultad de Ciencias y Humanidades, 1967.
Crea las carreras de Biología, química, matemáticas, estadística, con currículo flexible.
Desarrollo en los setentas en la UPCH del Postgrado en Ciencias, particular desarrollo el de Bioquímica y generador de una masa crítica importante en el Laboratorio de Bioquímica.
Promotor del Laboratorio de Investigación y Desarrollo, un orgullo de Laboratorio para el país.
Organización de las Primeras Jornadas Científicas de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, durante 1977, en conmemoración del XV Aniversario de la UPCH.
Los viernes científicos.
¿Qué científico no quisiera tan solo tener uno de estos logros en su haber?. Debemos reconocer en Cazorla que lo que hace, lo hace bien.
Reconocimientos
Gran Oficial de la Orden Daniel Carrión
Gran Oficial del Orden Hipólito Unanue
Condecoración del Aguila Azteca (1995) por el Gobierno Mexicano
Premio Concytec 1996
Medalla al Mérito Extraordinario Colegio Médico del Perú
Epónimo de las XII Jornadas Científicas de la UPCH 2000
Homenaje en 2007 por sus discípulos.
Epónimo del ECI 2007
Epónimo de la Facultad de Ciencias y Filosofía, 2002
De este insigne científico se puede decir mucho más, con lo que su figura se haría más grande aún. Por ello el Premio que se le va a otorgar hoy es un justo reconocimiento a todo lo que ha hecho en bien de la sociedad.
Familia
Ahora en el 2012, a sus 87 años no hay jubilación, reglamentos, ni estatutos que valgan e impidan continuar a Alberto Cazorla seguir en su actividad haciendo lo que siempre le gusta: ciencia, cultura, filosofía, e historia todo ello en una excelente combinación digna de un artista.
Se da tiempo para su Universidad la Cayetano Heredia, para sus Academias las de Ciencias y de Medicina y para su familia conformada por su inseparable esposa Roma, sus 6 hijos (2 varones y 4 mujeres) y 13 nietos. Llamó mi atención la presencia entre sus hijos no de “Tres Marías” como se recuerda en la religión Católica, sino de “Cuatro Marías”: María del Carmen, María del Rosario, María del Pilar y Mariana.
Parte importante de su vida lo constituye Roma Quiñonez Calonge, una encantadora dama, quien conoció a Alberto Cazorla en la Escuela de Enfermeras en el Loayza en la época de las monjas de San Vicente de Paul cuya superiora fuera Sor Rosa Larrabure; allí estudiaba Roma y en ese entonces Alberto Cazorla le enseñaba Bioquímica, luego surgió la química y antes de viajar a Chicago en 1954 se casaron. De esto ya han transcurrido 58 años de feliz vida matrimonial. Como dice Alberto Cazorla sin ella su vida hubiera sido otra y felizmente como todos los caminos conducen a Roma su vida llegó a ella.
Comentarios finales
Quiero concluir con una anécdota, La Academia Nacional de Ciencias en el 2011 hizo un homenaje a la Facultad de Ciencias y Filosofía de la UPCH por sus 50 años de existencia. De allí se ha elaborado un documento de casi 115 páginas que será publicado en Acta Herediana. Se me ha dado la oportunidad de editar el documento y por parte de Acta Herediana se le encarga a Alberto Cazorla su revisión. Un día me llama solicitando lo reciba en mi laboratorio. A su visita me indica que ha detectado un par de cosas que deben modificarse.
Luego de irse, le conté a mi esposa Elena lo maravillado que he quedado porque en la lectura del documento el Dr. Cazorla había encontrado aún cosas por corregir a un documento que ya había sido revisado por muchos. Cualquiera puede decir que no es raro esto pues si estamos hablando de un gran científico, su capacidad para leer y detectar errores debe estar incólumes aún a los 87 años. Es cierto, pero resulta que nuestro gran maestro y amigo Alberto Cazorla casi no puede ver y menos leer. Ahora Roma es en el exacto sentido de la palabra la luz de sus ojos y le tiene que leer todo. No es difícil conmoverse al saber de todo esto, de ver una pareja tan feliz y pródiga uno de otro, y que ella se convierta en la luz de sus ojos, y que hoy como dice Gracian venciendo las dificultades Alberto Cazorla no se doblega ni agacha la cabeza y sigue adelante.
Todo este ejemplo de vida dado por Alberto Cazorla no me lleva nada más que a agradecer, primero el que me hayan dado la oportunidad de ser la persona que presente a nuestro Premiado, y en segundo lugar haber tenido la oportunidad de vivir más de 35 años cerca de él, de conocerlo, de alimentarme de sus sabios consejos y aprendiendo de su don de gente. Hoy día se hace un gran acto de justicia al otorgarse el Premio Campodónico, a un gran científico, educador, humanista que ha formado generaciones de grandes profesionales, muchos de ellos brillando con luz propia en diferentes partes del mundo.
Alberto Cazorla en esto cumple el dogma para ser un gran científico: VER MAS ALLA DE LOS QUE OTROS VEN.
Gracias Dr. Alberto Cazorla por todo lo que ha dado y sigue dando a la sociedad y gracias al Jurado del Premio Esteban Campodónico por haber tenido la sabiduría para poder elegir a un grande entre los grandes.
Discurso pronunciado por el doctor Gustavo Gonzales Rengifo
Universidad Peruana Cayetano Heredia
Premio Esteban Campodónico 2002.
Discurso de agradecimiento pronunciado por el doctor Alberto Cazorla Tálleri, Premio Esteban Campodónico Figallo 2012, en el Área Actividad Profesional Destacada e
Excelentísimo Vice Gran Canciller de la Universidad de Piura, R.P. Emilio Arizmendi.
Doctor Sergio Balarezo, rector de esta Casa de Estudios, vicepresidente de la Fundación del Premio de don Esteban.
Doctor Ralph Coti, director dela Fundación Clover, Presidente del Consejo Directivo de los Premios de don Esteban.
Señorita Cánepa, representante de la familia de don Esteban Campodonico.
Señora rectora de mi universidad, señores presidentes de las Academias de Ciencias y de Medicina, señores invitados especiales, gente de mi laboratorio que están dando vueltas por aquí: unos profesores, otros exalumnos y otros alumnos de mis exalumnos que dan vueltas por los laboratorios y siempre me detengo a conversar con ellos y a hacerles preguntas extrañas. Ellos, en cambio, me han tomado por ícono o candelabro, porque ceremonia que hay en la universidad quieren tomarse fotografías conmigo, pensaba cobrarles por ellas pero no me parece correcto (risas).
Quiero agradecer a la señora Silvia Guerrero porque oportunamente me alcanzó la biografía del doctor Campodónico. Yo no he dicho doctor Campodónico, sino he dicho don Esteban, porque entre los médicos es usual que el título del profesor vaya cambiando de acuerdo con su calidad.
Cuando recién ingresan, todos los estudiantes ven a gente con mandil y les dicen doctores a todos, pero después principian a discriminar: a unos les dicen doctores, a otros les dicen profesores. Cuando el profesor va ganando aprecio en el alumnado, pasa a ser maestro: el maestro fulano el maestro mengano; pero -como dicen los muchachos ahora- cuando ya se convierte en el ‘ya no ya’, entonces le dicen: don Carlos (Monge) don Alberto (Hurtado), don Honorio (Delgado), y ese “don” es consagratorio, no se dice el apellido, se dice don Carlos, don Alberto, etcétera.
Por eso uso con don Esteban esta familiaridad, porque creo que es un ‘don’ de la Medicina peruana en todos los sentidos.
Al leer su biografía hay cosas que me han impactado. Es un hombre profundamente católico, recibe condecoraciones, felicitaciones, del Vaticano, tiene amigos muy católicos, como don José de la Riva Agüero, protector de la Iglesia peruana a través de su universidad, y me recuerda las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad.
Nació en 1866 en la Liguria. Llegó a nuestro país en épocas difíciles a los 13 o 14 años, fue un gran estudiante de Medicina, obtuvo todas las Contentas, fue miembro de la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima, probablemente fue amigo de un bisabuelo mío, mucho mayor que él. Cultivó las virtudes teologales: Fe, Esperanza y Caridad que, en su más alta expresión, es el amor.
Tuvo fe en el Perú, tuvo esperanza en su futuro y gran amor a nuestra patria. Lo demuestra en los premios que ha otorgado y otorga gracias a la Fundación Clover.
Fue realmente un hombre extraordinario. Fe: la fe trae consigo la esperanza. Si no tienes fe no tienes esperanza; y lo curioso es que si no tienes esperanza tampoco tienes fe. Su amor por lo nuestro lo llevó a la Beneficencia Pública de Lima, en sus actuaciones con la comunidad italiana, y también en este proyectarse hacia el futuro y el poder reunirnos en esta linda fiesta.
Quiero agradecer profundamente a la Fundación Clover y a la Universidad de Piura el que me hayan otorgado este prestigioso premio. Por cierto también al jurado que me propuso como ganador. Me abruman las cosas que se han dicho de mí pero las acepto con humildad (la humildad, pienso, es una forma sutil de orgullo, manteniendo las distancias San Francisco de Asís que se sabía hijo de Dios, es ejemplo de humildad).
En su discurso el doctor Gustavo Gonzales Rengifo, mi exalumno y amigo, ha dicho cosas que me halagan muchísimo, pero pienso que gran parte de ello son manifestación de nuestra gran amistad.
Hay cierta ambivalencia cuando uno juzga los halagos que recibe, y hay que ser cuidadoso al juzgar lo que se dice sobre uno. Pero, como decía Anatole France: “Nunca hay que exagerar, ni en la humildad”, gracias, mi querido Gustavo.
Y regreso a don Esteban: como vemos en su biografía, era un hombre culto con una cultura integral, es decir un médico cabal. El profesor español Letamendi decía “El médico que solo medicina sabe, ni medicina sabe”.
Soy un defensor de la cultura integral (Ciencias y Humanidades) no solo para el médico sino para el hombre de este siglo XXI que lo desconcierta y robotiza. Hay una suerte de idiomas diferentes entre científicos y humanistas, como que no se entienden ni aún en el Congreso, como ha ocurrido con el caso de la transgenia.
Me siento halagado por estar en el grupo de los que desde 1995 obtienen el Premio Esteban Campodónico. Encuentro entre ellos a personas que he admirado toda mi vida y a muchos exalumnos míos que me han superado.
Pero no acabo aquí. Se han hablado cosas lindas de mí y de mi mujer. Efectivamente, tengo un problema de visión, entonces no puedo leer discursos ni mucho menos escribirlos y casi tengo que aprendérmelos de memoria.
Estaba olvidando a la señorita Masías con sus Ángeles D1. Estoy seguro de que mi ángel de la guarda se ha metido entre sus ángeles, para conseguir el premio y la felicito porque sé que está haciendo una obra extraordinaria.
Y por último, tengo que hablar de mi mujer, porque la han estado mencionando permanentemente. Mi amigo, mi presentador, querido Gustavo, exagera. Cuando me hicieron una fiesta linda mis exalumnos de todo el mundo y del Perú, allí dijo que al cumplir 80 años… y en realidad estaba cumpliendo 81; dijo que era un ‘nonagenario’, por supuesto el alma se me fue al suelo y se lo dije: “prefiero que me digas en todo caso que soy un noventón, pero mejor un ochentón, porque un octogenario es un viejo y un ochentón es un hombre simpático, lleno de vida”, y en eso quedé…
Pero bien, regreso a mi mujer. Yo tengo degeneración de la mácula y no veo bien con los dos ojos, leo gracias a unos aparatos que mi hija me mandó de Estados Unidos y unos anteojos que parecen no unos anteojos, sino unos largavistas. Pero con mi mujer no he tenido ocho hijos, que es otra de sus exageraciones, con mi mujer he tenido seis ¡y no he tenido más! (risas). Pero de esa unión, de esta amistad, de este cariño que principió en el Hospital Loayza, desde 1954 que nos casamos, hemos tenido seis hijos y 13 nietos y un bisnieto por venir. De modo que es un amor que ha producido.
Ahora, nuestro amor es una suerte de compensación: Yo soy medio ciego, ella es medio sorda, entonces nos complementamos muy bien, y sigue la amistad y sigue el amor.
Muchas gracias…
Lima, 3 de setiembre de 2012.
Discurso del director de la Fundación Clover, doctor Ralph Coti
Muy estimado Dr. Sergio Balarezo, Rector de la Universidad de Piura, estimadas autoridades, ganadores del Premio Esteban Campodónico, damas y caballeros.
Estamos ahora en la parte final de la ceremonia de entrega de los Premios Esteban Campodónico del año 2012.
Desde la primera ceremonia de entrega de los Premios a lo largo de estos dieciocho (18) años, el Fondo Campodónico ha honrado y apoyado a treinta y ocho (38) personas e instituciones que han ayudado al Perú y a la humanidad. Después de recibir sus premios, los ganadores han continuado haciendo la misma labor, y promoviendo los mismos proyectos, que eran las razones de su premiación.
No nos sorprende que los ganadores del Premio Campodónico continúen haciendo sus labores honorables, porque sabemos que un premio no es el fin para quien realiza buenas obras, o desarrolle un trabajo profesional sobresaliente o de investigación científica. La meta es la buena labor en si misma.
Este año los premiados son el distinguido Dr. Alberto Cazorla y la Asociación Ángeles D1, que se reúnen con los otros sobresalientes ganadores del Premio Campodónico.
El Fondo Campodónico está honrando a una persona y una institución por lo que ellos han hecho. Sin embargo, más importante que el honor que el Fondo Campodónico da a los premiados es el honor que el Dr. Cazorla y la Asociación Ángeles D1 han dado al Perú. Ellos han honrado al Perú y a todos nosotros a través de sus obras y esfuerzos que han dado tan libremente y sin esperar un premio u otro reconocimiento público.
Los resultados de buenas ideas y buenos ideales continúan y aumentan, como las ondas que una piedra hace en la superficie de un lago o como una semilla que crece hasta ser un gran árbol.
Un ejemplo excelente de este proceso, EL Dr. Esteban Campodónico, tuvo su excelente plan en los años veinte y treinta del siglo pasado. Él murió en 1938, y el fondo que ahora constituye el Fondo Campodónico apoyó a su viuda hasta el año 1984.
En 1994 se empezó con el programa de premiación, cuya versión anual número 18 venimos hoy a reconocer. Este programa debe continuar indefinidamente en el futuro. Y todo esto ocurre a causa de la generosidad, las virtudes y la visión a futuro de una buena persona que murió hace casi tres cuartos de un siglo.
Como he dicho en años anteriores, el Dr. Campodónico mismo es como los ganadores del Premio que ya lleva su nombre. En su vida profesional como oftalmólogo, el Dr. Campodónico era medico sobresaliente, pero también muchas veces prestaba sus servicios profesionales gratuitos a personas sin recursos.
Así el doctor Esteban Campodónico merece el Premio Campodónico en el área de actividad profesional destacada. Como he explicado, el Dr. Campodónico utilizó sus bienes para crear el programa de premiación Campodónico, que por muchos años ha enriquecido el país, ha dado honor a personas e instituciones merecidas y ha dado valiosos ejemplos a tantas personas. Por esa razón el Dr. Campodónico hubiera merecido el Premio Campodónico por sus servicios directos a la sociedad peruana. Así, la virtud y lo bueno se multiplica de manera indefinida.
Como dije, después de recibir sus premios, los ganadores continúan promoviendo sus actividades y progresando en sus carreras profesionales. El Dr. Antonio Brack Egg, quien recibió el Premio Campodónico en 2004 ha sido ministro del Ambiente; el Dr. Segundo Seclén, sigue siendo un destacado endocrinólogo, y el Dr. Jaime Delgado Zegarra, premiado en el año 2006, es ahora congresista de la República.
Cima, que recibió el premio por servicios directos a la sociedad hace 4 años por su ayuda a jóvenes sin apoyo familiar ha aumentado el número de chicos que ayuda, pero desgraciadamente hace poco tiempo fue víctima de un robo de dos vehículos.
Otro de los ganadores que siempre nos acompaña es el ingeniero José Raul Davelouis, ganador por su servicio profesional el primer año de premiación. También, nos acompaña hoy día el distinguido Dr. Julio Kuroiwa, premiado en año pasado, asimismo en el área de actividad profesional destacada.
Como representante de la Fundación Clover que ha colaborado con la Universidad de Piura en la administración del programa, felicito a los ganadores de la convocatoria 2012 y doy gracias a todas las personas que ha ayudado para hacer exitoso este programa.
Muchas gracias.