Por Carlos Guillermo Hakansson Nieto.
Por Julio Talledo. 02 mayo, 2011.En esta semana deseo realizar un comentario sobre las cartas de compromiso que han sido firmadas por los candidatos a la segunda vuelta para respetar las libertades políticas y económicas. En mi opinión, antes de prepararlas, firmarlas en público y que empeñen su palabra, ¿no es mejor y más efectivo respetar las disposiciones constitucionales en materia de derechos humanos y gobernabilidad? Si la respuesta es afirmativa, ¿entonces por qué no se reconoce la legitimidad de ejercicio de la actual Constitución? Por eso es vital que no caigamos en ningún juego distractor.
El 28 de Julio de este año ocurrirá un hecho que debe determinar el comportamiento democrático del Presidente electo para el periodo 2011-2016: el compromiso de respetar y cumplir la Constitución con la cual fue elegido. Si somos realistas, los compromisos firmados no tendrán vinculación jurídica alguna para ninguno de los candidatos. A lo mejor, un Notario podrá dar fe pública legalizando la firma del candidato o dar fecha cierta al documento, pero nada más. Debemos recordar que la Constitución es el único instrumento democrático que ofrecerá la mayor garantía para los ciudadanos, a la que los gobernantes y gobernados le debemos observancia obligatoria. En la práctica, los compromisos firmados sólo son palabras en un papel que al final se las llevará el viento. En ese sentido, lo que debemos preguntarle a los candidatos es si estarán dispuestos a juramentar la Carta Magna. No olvidemos que el Presidente Rafael Correa no juró cumplir y defender la Constitución de 1998, para luego convocar a una nueva asamblea constituyente en Ecuador.
Un caso ejemplar fue la anécdota durante la juramentación del actual Presidente norteamericano, Barack Obama, en Enero de 2009; al momento de leer la fórmula en público se equivocó en pronunciar las palabras pero, una vez finalizada la ceremonia, volvió a juramentarla a puerta cerrada desde la Casa Blanca en presencia del Presidente de la Corte Suprema y testigos, un hecho que quedó grabado en video para la seguridad de todos. Un ejemplo que sólo puede darse en países con sentimiento constitucional.
Finalmente, recordemos una lección aprendida por los peruanos a fines de los años ochenta cuando se intentó estatizar el sistema financiero: “en política no hay ingenuos”. En este caso el papelito no manda, es la Constitución la encargada de brindarnos la garantía de gobernabilidad, reconocimiento y protección a los derechos humanos.
* Docente de Derecho Constitucional. Universidad de Piura. Artículo publicado en el diario Correo, edición región Piura, martes 26 de abril de 2011.