Por José Ricardo Stok
Por Julio Talledo. 25 octubre, 2011.El panorama económico internacional muestra una alta complejidad y unas señales de serio deterioro. En Estados Unidos, a pesar de los esfuerzos realizados, no se logra reactivar la economía; el nivel de desempleo es alto y la confianza no se recupera. Europa, por su parte, salvo dos excepciones (Alemania y Francia), muestra fuerte deterioro debido a modelos populistas y de alta preponderancia estatista. El resultado de esta crisis es la recesión. Asia, China e India en concreto, sigue su camino expansionista, aunque con muy leves moderaciones.
Frente a estas realidades el Perú está alerta, quiere prepararse para la crisis, por si llega. Pero, curiosamente, llevando tiempo la crisis, esta no llega, no nos golpea. Más bien pareciera lo contrario; el Perú avanza sólido: se recauda mucho más por impuestos, las ventas de tiendas por departamento, las exportaciones no tradicionales, la actividad manufacturera, etc, crecen fuertemente. El dinamismo de la demanda a la que acompaña una sólida producción, empujado por ingentes necesidades y ahora con capacidad de gasto, tiene una solida y estable continuidad que son garantía de un continuo y persistente crecimiento.
No faltan sin embargo las opiniones de los “gurús”: que el dólar estará a 2.50, que el crecimiento no pasará de 5%, que estamos al filo del abismo pero no caeremos (sic). Parece una competencia de anunciadores de rarezas. Felizmente siguen equivocándose, aunque son inmunes al desprestigio.
Frente a este panorama, el empresario debe tomar decisiones, y en la medida que acierte anticipándose a los sucesos, consolidará su posición. Pero el empresario no podrá realizar un diagnóstico acertado si solo cuenta con la información macroeconómica que está disponible. Y no porque no sea adecuada, sino sencillamente porque en general esa data no es relevante para su negocio. Debe llegar a la microeconomía, a una información selectiva que relacione su actividad con la economía.
En primer lugar, hay que detectar en qué y cómo puede producirse una eventual incidencia ocasionada por la crisis. Para esto, se debe identificar con mucha precisión cuál o cuáles son las variables realmente interdependientes con su negocio. Debe analizar aquello que pueda afectar su modelo de negocio: en su cadena de suministros, en sus ventas, en su financiamiento, y establecer la correlación correcta: positiva o negativa. Tenga en cuenta que con frecuencia no es tan evidente esa correlación.
En segundo lugar, corresponde determinar el grado de incidencia, las posibles afectaciones y las alternativas previsibles para aminorarlas. En la elaboración de planes de contingencia hay que ser muy realistas, sin apoyarse en supuestos imaginativos, posibles pero poco probables.
Y, finalmente, debe establecer un cuadro de monitoreo de esas variables, midiendo la incidencia de las mismas. Esto es muy útil aun cuando no haya crisis, ya que los movimientos de las variables pueden responder (de hecho suele ser así) a circunstancias muy diversas, muchas veces ajenas a cualquier evento de crisis. De esta manera estará atento a posibles alteraciones a la marcha de su negocio.
Tenga en cuenta que para un empresario es muy importante adelantarse a sus competidores. Ahora, frente a la eventual crisis, muchos están paralizando acciones. Esto abre unas perspectivas estupendas para tomar la delantera. En tiempos de crisis, las oportunidades no llaman dos veces.
PAD UDEP.
Universidad de Piura.
Artículo publicado en el diario Gestión, martes 25 de octubre de 2011.