El intento de inscripción del partido Movadef nos invita a realizar las siguientes consideraciones. La democracia, a diferencia de otros modelos políticos, es el único sistema que permite la autocrítica, ya que en los demás la libertad podría verse amenazada cuando encuentra disidentes. Por eso, pienso que las críticas a la democracia la refuerzan aunque […]
Por Carlos Hakansson. 18 enero, 2012.El intento de inscripción del partido Movadef nos invita a realizar las siguientes consideraciones. La democracia, a diferencia de otros modelos políticos, es el único sistema que permite la autocrítica, ya que en los demás la libertad podría verse amenazada cuando encuentra disidentes. Por eso, pienso que las críticas a la democracia la refuerzan aunque no lo parezca a simple vista, porque la libertad de expresión empieza a manifestarse y eso genera el diálogo, la tolerancia; en otras palabras, la verdadera vida política.
Es evidente que la democracia no es perfecta, nos atrevemos a decir que nunca lo fue, y menos aún en la Grecia de Pericles, pero, si bien por definición admite la autocrítica, ello no significa que deban reconocerse partidos o movimientos que desconocen los principios constitucionales. Como sabemos, los partidos políticos son por naturaleza una libre una manifestación de la sociedad que respeta la separación de poderes y el reconocimiento a los derechos y libertades; las reglas básicas del juego político.
El derecho comparado nos puede ayudar a comprender mejor este tema. La Constitución alemana de 1949, por ejemplo, el artículo 21 es muy claro al establecer que los partidos cuyos fines o comportamiento de sus adherentes tiendan a desvirtuar o eliminar el régimen fundamental de libertad y democracia, o a poner en peligro la existencia de la República Federal, son inconstitucionales; confiando a su Tribunal Constitucional la tarea de declarar su incompatibilidad de existencia dentro de su sistema democrático. De esta manera, se evita que el partido de gobierno ilegalice a otros partidos que puedan resultarlas incómodos en la diaria pugna política. Es cierto que hubo pocos procedimientos de ilegalización de partidos políticos en Alemania, y también pocas han sido las ilegalizaciones decretadas, como tampoco nadie pone en duda el éxito y reconocimiento internacional que tiene el actual Sistema Constitucional alemán.
Si bien no tenemos una disposición similar en la Carta de 1993, el Tribunal Constitucional, dado que todavía somos un Estado muy legalista, deberíamos aprender de la historia y promover que el Congreso apruebe una enmienda constitucional que incorpore una nueva disposición final y transitoria, inspirada en el tenor de la Constitución alemana, para garantizar la continuidad de la institucionalidad democrática. Es cierto que se trataría de una acción sin precedentes pero la historia del constitucionalismo siempre fue así, se escribe día a día y sin una agenda que la predetermine o encorsete.
Facultad de Derecho.
Universidad de Piura.
Artículo publicado en el diario Correo (Piura), miércoles 18 de enero de 2012.