18

Sep

2012

Perspectiva climática para el 2013

Los eventos de El Niño de 1983 y de 1998, catalogados como de extraordinaria magnitud, afectaron fuertemente a todo el ámbito regional, a la infraestructura en general, a las actividades productivas y al normal desarrollo de las actividades de las instituciones públicas y privadas de toda la región costa norte del país, con las consiguientes […]

Por Rodolfo Rodríguez Arismendiz. 18 septiembre, 2012.

Los eventos de El Niño de 1983 y de 1998, catalogados como de extraordinaria magnitud, afectaron fuertemente a todo el ámbito regional, a la infraestructura en general, a las actividades productivas y al normal desarrollo de las actividades de las instituciones públicas y privadas de toda la región costa norte del país, con las consiguientes perdidas socio-económicas que son muy conocidas. Por su magnitud e impacto, fueron  eventos que llamaron la atención de la comunidad científica internacional y sirvieron para que los gobiernos desarrollen estrategias para mitigar los efectos adversos de futuros eventos.

Aspectos positivos en la toma de decisiones

A partir del evento de 1983 se han desarrollado programas de observación, usando dispositivos de medición de alta tecnología, que han sido instalados a lo largo del Océano Pacífico ecuatorial, escenario de formación de El Niño, para seguir el inicio y evolución de estos eventos, tanto en el escenario oceánico como en el atmosférico. Se han elaborado complejos modelos que tratan de explicar las causas, el mecanismo de su desarrollo y predecir su aparición. Ello ha servido para comprender que El Niño es un fenómeno global y sus mecanismo han mostrado que muchas variaciones climáticas extremas que se producen en el mundo son parte están asociadas a él. El actual conocimiento y la instrumentación instalada para la medición y seguimiento de las condiciones océano-atmosféricas han hecho que se incremente de manera muy significativa la confiabilidad de los pronósticos.

Ahora ya se ve que las autoridades del Gobierno central prestan atención a los diagnósticos de la posible ocurrencia de un El Niño y toman acciones para que los organismos correspondientes adopten medidas preventivas para mitigar posibles impactos adversos. A nivel regional, también hay la misma actitud pero falta que la preocupación sea permanente y no del momento. Dado que El Niño es recurrente, la infraestructura regional debe estar preparada para soportar un evento El Niño de cualquier magnitud y en cualquier momento.

Perspectiva climática regional para el 2013

Como es conocido, la manifestación más notoria de El Niño es el calentamiento de la temperatura del agua de mar en el Océano Pacifico tropical, que genera fuertes lluvias en la zona tropical de Sudamérica. Este océano alterna su condición térmica entre El Niño (caliente), La Niña (frío) y normal. Debido a esa alternancia, a todo fenómeno de El Niño le antecede su contraparte fría, La Niña.

En los últimos dos años ha habido condiciones de La Niña que han finalizado en mayo del 2012 (Figura 1). De ese mes a la fecha, una gran extensión del Océano Pacifico tiene anomalías positivas de su temperatura, es decir esta más caliente de lo normal (Figura 2).

La mayoría de los modelos prevé que tales incrementos de temperatura alcanzarán su máximo entre noviembre y diciembre de 2012 (Figura 3) y estiman la ocurrencia de un evento de débil a moderada magnitud. Si esto ocurre, el verano del 2013 podría empezar con lluvias algo por encima de lo normal en el norte del país.

Sea cual sea la magnitud del evento, la Región debe tener toda su infraestructura (carreteras, puentes, hospitales, colegios, edificios públicos, etc.) acondicionada para afrontarlo. Llegar a esta condición implica que las autoridades, regionales y locales; y los diseñadores de obras deban tener en cuenta siempre la variable climática.

Transvase amazónico

Hay que considerar también que los eventos de El Niño no son los únicos factores para la ocurrencia de fuertes precipitaciones en la región norte del Perú. A veces sucede que la actividad convectiva y la circulación de vientos en la cuenca amazónica es tan intensa, que la nubosidad sobre los Andes, formada debido a dicha actividad, llegan a rebasarlos y a producir lluvias de regular magnitud en las zonas costeras del país.

Nuestra región también llega a ser afectada por lluvias que se producen por este mecanismo al que es necesario prestarle más atención, pues podría ocurrir que el cambio climático esté activando con más frecuencia este mecanismo.

Figura 1. Evolución de las anomalías de la temperatura del agua del mar en el Océano Pacífico ecuatorial de septiembre 2011 a septiembre de 2012.

Figura 2. A la fecha, gran extensión del Océano Pacifico tropical tiene anomalías negativas.

Docente

Facultad de Ingeniería

Universidad de Piura

Artículo publicado en el suplemento Semanal del diario El Tiempo, domingo 16 de setiembre de 2012

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