Recuerdo cómo en la escuela nos enseñaban a distinguir el lugar de la palabra donde recaía la mayor fuerza de voz. Aprender con toques de palmadas o golpes en la carpeta para marcar la sílaba tónica no era más que una forma de enseñarnos que no todas las sílabas que componen una palabra se emiten […]
Por Claudia Reto. 03 junio, 2013.Recuerdo cómo en la escuela nos enseñaban a distinguir el lugar de la palabra donde recaía la mayor fuerza de voz. Aprender con toques de palmadas o golpes en la carpeta para marcar la sílaba tónica no era más que una forma de enseñarnos que no todas las sílabas que componen una palabra se emiten y perciben con la misma intensidad, es decir, de que aprendiéramos a distinguir una característica de la pronunciación lingüística denominada acento.
El acento es un rasgo prosódico, es decir, es una propiedad fónica que afecta a las sílabas de las palabras en la pronunciación. Así tenemos, sílabas tónicas o acentuadas y sílabas átonas o inacentuadas que contrastan en la cadena hablada. Pero, también en la escuela hemos aprendido que no es lo mismo el acento que la tilde. En efecto, pues se distinguen dos denominaciones: acento prosódico (de la pronunciación o simplemente llamado “acento”) y acento gráfico (de la escritura, la “tilde”, comúnmente conocida como “acento ortográfico”). Por lo que, es conveniente mantener la diferencia entre estas dos denominaciones, aunque en el uso el término “acento” se refiera tanto al prosódico como al gráfico, son comunes expresiones como “No le has colocado acento a esta palabra”, “¿Lleva acento o no lleva acento?” (en referencia a un escrito).
Las funciones del acento en las lenguas pueden variar. En algunas, como el francés, la presencia del acento puede tener función delimitativa y recaer, por tanto, siempre en el mismo lugar. En el español el acento tiene función distintiva y no recae siempre en la misma sílaba, es decir, permite diferenciar las palabras por su significado. Fónicamente hay términos que se distinguen entre sí por el acento: la preposición “de” es átona, pero el verbo “dé” (‘dar’) es tónico. Hay otras que se distinguen significativamente por el lugar donde recae el acento: amo / amó, animales / anímales, computo / computó / cómputo.
La libertad que se tiene para ubicar el acento en español explica por qué existen reglas de acentuación ortográfica que nos guían en la tildación de las palabras y, en consecuencia, en la pronunciación inequívoca de la sílaba tónica. Se desprende, entonces, la necesidad de colocarla también en las letras mayúsculas, a pesar de que erróneamente se crea que no llevan tilde por ser mayúsculas. Imagínense si nos encontramos con que alguien nos ha dejado una nota escrita así: ¡¡HOY CELEBRE!!…